Salvador Bernal, español, escribió “Rasgos de buena amistad”, una extensa y secuencial reseña de la vida ejemplar de un sacerdote católico que inspiró un gran camino de apostolado: el Opus Dei.
Aquí, hacemos una pequeña reseña de lo que significa la lealtad:
“No es adjetivo tópico, sino verdadero. Quizá redundante: ¿cómo entender un amigo que no sea fiel, leal? Monseñor Escrivá de Balaguer, hoy San Josemaría, anheló la lealtad, también para la Iglesia, en tiempos no fáciles”
“Hasta entonces, sabíamos que su virtud humana preferida era la sinceridad. Pero, en los últimos años, como un retornelo, enalteció la lealtad: ¿cómo ser fiel a Dios, si no se saborea la delicia de la lealtad humana, de la fidelidad a los demás? Y es que, “para que este mundo nuestro vaya por un cauce cristiano ‑el único que merece la pena‑, hemos de vivir una leal amistad con los hombres, basada en una previa leal amistad con Dios”.
“Sin duda, el amigo fiel es un tesoro, con lo que nada es comparable. Confiamos en ese amigo para desahogar el corazón y buscar consejo en las encrucijadas de la vida. A veces, deseamos sólo hablar, contar lo que nos han hecho, explayarnos de tristezas y sinsabores. Pero el verdadero amigo ofrece también la ayuda de su consejo, “con el ascendiente que da la intimidad”: encauza inquietudes, abre horizontes, hace dulce la vida”
“Esa profunda realidad se transforma, sin perder su condición humana, en cauce apostólico específico, según el espíritu del Opus Dei; tanto, que el Fundador lo incluyó expresamente en los Estatutos de la Prelatura. Desde siempre, fue paradigmático el pasaje de Camino, 973: “Esas palabras, deslizadas tan a tiempo en el oído del amigo que vacila; aquella conversación orientadora, que supiste provocar oportunamente; y el consejo profesional, que mejora su labor universitaria; y la discreta indiscreción, que te hace sugerirle insospechados horizontes de celo… Todo eso es apostolado de la confidencia”.
“San Josemaría era un hombre de Dios que arrastraba hacia Él a sus amigos. Le gustaba mucho tratar con los viejos amigos y decirles cosas íntimas; y lo llevaba a la vida interior, convencido de que eso es lo que hace Cristo con los hombres: una razón más para conocer y tratar a la Humanidad Santísima del Señor”
“Además, el amigo leal no falla cuando llegan trances apurados, el tiempo de la enfermedad, el dolor o el fracaso profesional. Se anticipa, sale al encuentro, como Cristo resucitado buscó a los discípulos de Emaús. Todo, menos dejar solo al amigo en circunstancias adversas, aun a riesgo de sufrir consecuencias negativas: además de rezar, hay que “hacer por él lo que querrías que hicieran por ti, en circunstancias semejantes. / Sin humillarle, hay que ayudarle de tal manera que le sea fácil lo que le resulta dificultoso”.
“Especialmente mal se pasa en la vida cuando se desatan las calumnias. Josemaría Escrivá, que las sufrió en su propia carne desde muy joven, nunca dejó a ningún amigo en la estacada. Mons. Javier Echevarría pudo comprobarlo durante los veinticinco años que vivió a su lado en Roma:
“Jamás se abstuvo de dar la mano a quienes había tratado, si se veían envueltos en situaciones desagradables, motivadas por insidias, calumnias o incomprensiones. Recuerdo el caso de varios eclesiásticos, caídos en desgracia y abandonados por sus compañeros y por los que les habían servido, que encontraron la compañía de Mons. Escrivá de Balaguer, quien no ocultó su relación con esas personas, también ante los que provocaban el vacío a su alrededor”.
“Muchas personas, han dejado el testimonio del aliento de San Josemaría cuando insidias e incomprensiones se levantaban contra él y contra su iniciativa apostólica. Mons. Escrivá no se limitaba a ofrecer el consuelo de su palabra, que no habría sido poco. Además, se movía y llegaba a la raíz de problemas y soluciones: “Sólo Dios sabe –reconoce Mons. Hervás– en qué medida pudo contribuir a despejar los caminos de la Providencia”.
“Con mayor motivo, el amigo fiel traza punto y raya a cualquier maledicencia o cicatería: “No permitas nunca que crezca la hierba mala en el camino de la amistad: sé leal”.
“Y en otro lugar: “Evita siempre la queja, la crítica, las murmuraciones…: evita a rajatabla todo lo que pueda introducir discordia entre hermanos”. De este modo, la lealtad hace indestructible la amistad”