Queremos alcanzar a nuestros lectores una semblanza de Raymundo Duharte, un señor empresario, valiente peruano que se enfrentó a la terrible dictadura militar de izquierda de los años 60-70, dictadura que destrozó al país en su economía, en sus libertades y en su camino al progreso y al desarrollo.
Duharte nunca se calló, siempre dijo las palabras necesarias con la sensatez y tenacidad de un hombre justo y de formación. Ello le valió la feroz represión de la dictadura que por entonces, como ahora nos sucede con las máscaras de la izquierda, atacan usando el Estado para someter toda oposición que refleje convocatoria y liderazgo.
En esos tiempos, también el silencio se apoderó de millones, también los medios fueron callando, pero Duharte supo cohesionar, darle sentido a la lucha por la libertad y servir de inspiración.
Por eso, va esta semblanza escrita por la periodista Milagros Canales, que fue publicada en la Revista Industria Peruana, Edición N° 913 / Mayo 2016:
“Estuvo al frente de la Sociedad Nacional de Industrias en una etapa verdaderamente crítica y difícil para la industria y para el país. Fue presidente de la SNI durante el gobierno militar del General Juan Velasco Alvarado, tiempo en el que libró una dura, tenaz y valiente batalla en defensa de la libre empresa, el desarrollo y la no intervención del sector manufactura. Su solo nombre es sinónimo de respeto para los industriales.
Nos referimos al ingeniero Raymundo Duharte Castre, un ilustre y valiente industrial que sufrió el destierro y la represión política por la osadía de enfrentarse a la dictadura militar, y que en abril último partiera a descansar al jardín de los empresarios luchadores que llevaron su pasión más allá de los propios intereses y pusieron el pecho por la defensa de la industria a la que se quería conculcar como sucedió con la expropiación en varios otros sectores.
Raymundo fue presidente de la SNI entre 1972 y 1974. Hoy, a poco más de un mes de su partida y a los 90 años, la SNI -ad portas de cumplir 120 años- lo vuelve a recordar como el líder y personaje emblemático y uno de los de mayor relevancia del empresariado nacional de entonces.
A decir de Boris Romero Accinelli, empresario industrial y ex director de esta casa en aquella época, además de un luchador, fue un líder en su especialidad que enseñó con el ejemplo a cientos de técnicos en la creación, construcción y desarrollo de mejoramiento de equipos y sistemas de producción superando la productividad de la maquinaria importada y aportando al desarrollo del país.
“Fue un empresario de éxito en el sector de la industria metalmecánica, que con mucho empuje y capacidad, contribuyó a desarrollar gran parte de las grandes mineras que se instalaron en el país durante más de 50 años, y a levantar las instalaciones de empresas agroindustriales y pesqueras, siendo notablemente la única experiencia peruana en la exportación de una fábrica completa de procesamiento de harina de pescado a Canadá”.
Entrada la década del 70 ya se habían dado las reformas de la propiedad minera, agroindustrial y pesquera. Influenciado por un errado ministro de entonces, el gobierno militar había puesto la puntería en el gremio industrial.
“Un ministro de Industria de triste memoria de esa época”, cuenta el mismo Raymundo Duharte en la editorial de esta publicación por los 100 años de la SNI, “le quitó hasta el nombre de “Nacional”, siendo un momento decisivo de la sobrevivencia de la institución”.
La SNI se vio obligada a cambiar el isotipo a SI porque de lo contrario los medios ya no recibían los pronunciamientos que se publicaban. Con ello, se llamó al gremio solo Sociedad de Industrias, como se había hecho con otras asociaciones empresariales como la Sociedad Nacional Agraria. “El gobierno militar, en su ceguera pretendió destrozar a la empresa industrial nombrando a un almirante que tenía un odio visceral a la industria, y que casi lo logra, pero el enfrentamiento que le hicimos un grupo de directores de la SNI y otros empresarios de la industria, surtió efecto”, señala Boris Romero.
Un hecho que confirma Malena de Silva, gerente saliente del Comité de Químicos, quien ingresó a trabajar a la SNI en 1968, año en que se inicia el gobierno militar: “Velasco tenía una visión muy negativa del empresariado. Raymundo le decía al ministro Dellepiani: “Los militares a su cuartel, los empresarios a sus empresas”, afirma.
Felipe Bertorini, asesor legal de la SNI y trabajador de esta casa por entonces, recuerda que una mañana del otoño del 73, en Radio La Crónica, en presencia de varios medios de comunicación, Raymundo pronuncia un encendido y férreo discurso en defensa de la propiedad privada y la empresa industrial. Al día siguiente, el mensaje se publicó en todos los medios, lo que terminó enfureciendo más al gobierno de Velasco.
“Eran momentos difíciles, nos estaban cercando por todos lados y había el temor en esta casa, pues se pensaba que en cualquier momento los militares entrarían y tomarían la SNI”, indica Bertorini, quien rememora que solo algunas semanas después, Raymundo emprendió aquel viaje familiar que lo dejaría en el exilio sin retornar casi 7 años al Perú.
“Un día Raymundo se reúne con periodistas líderes de la época y habla fuerte contra el gobierno. Salimos en la televisión para defender la industria nacional, y también en los semanarios Oiga y Caretas”, repasa Boris Romero Accinelli, quien, como industrial y amigo, acompañó en varias de sus luchas a nuestro recordado ex presidente, y poco después, se convertiría en uno de los primeros presidentes de Adex.
“El diario La Prensa aceptó publicar un aviso de la SNI que exponía fuertemente los problemas que venía atravesando el sector con las medidas aplicadas”, comenta Boris. En los pronunciamientos, se denunciaba que había escasez de divisas lo que estaba paralizando a las empresas pues no se podía continuar la producción, lo que implicaba tener que realizar despidos de personal.
A través de la Ley General de Industrias, el gobierno llevó a cabo la reforma del sector industrial creando en 1970 la llamada Comunidad Industrial que involucraba a todos los trabajadores de una empresa, y que debían participar en las utilidades, en la gestión y la administración de la empresa. Una medida, que junto a otras terminaron agravando la situación económica del país antes del término del gobierno de Velasco.
Relata Romero que en una ocasión, Raymundo le contó que él y 6 miembros de su Comité Ejecutivo se reunieron en Palacio de Gobierno con el presidente Juan Velasco Alvarado. “Había asiento para 6, los dos sillones de tres, y él se quedó de pie. El presidente se recostó delante en su escritorio, y en tono airado les dijo: ¡Qué ()…ajo quieren! Que usted no se porte como una M…(), general”, le increpó un retador Raymundo. El presidente Velasco, muy impresionado le respondió: ¡Valiente, así es como me gustan los hombres!, relata Romero Accinelli, al indicar que esa conversación sin embargo sacudió al presidente, pues un mes después, Raymundo estaba impedido de ingresar a su patria.
LA EXPATRIACIÓN
El ex presidente sale de viaje con su esposa Gladys, para celebrar su aniversario de casados, “No vaya ser que no te dejen regresar”, le advirtieron preocupados algunos directores de la SNI. “Alfredo Ferrand, director de la institución, fue uno de los que premonitoriamente se lo hicieron saber”, recuerda Luis Vega Monteferri, también ex presidente de la SNI al iniciar la década de los 90s. Y fue lo que terminó sucediendo, en un momento en el que recrudecieron las deportaciones y confiscaciones a directores y dueños de medios de comunicación.
Cuando regresaba de Japón rumbo a Lima vía KLM, el vuelo fue desviado a Guayaquil (Ecuador) para que ahí bajara pues por orden del gobierno militar Raymundo Duharte no podía ingresar al Perú. “No se trató de una deportación, sino de una prohibición de ingresar a su país” enfatiza Vega Monteferri.
“Es por esa razón que el ex alcalde de Lima, Dr. Luis Bedoya Reyes, asume su defensa y presenta un hábeas corpus, porque le estaban quitando el derecho constitucional de volver a su patria”, señala.
Recuerda Boris Romero que Raymundo intentó por varios medios ingresar al país pero nuestra Embajada en Quito y el Cónsul de Guayaquil fueron instruidos para que gestionaran ante el gobierno de Ecuador impedirle regresar al Perú y hostigarlo los siete años que duraría su expatriación.
“Cuando en la SNI supimos lo sucedido, un grupo de directivos y trabajadores fuimos a recogerlo al aeropuerto, en señal de apoyo y solidaridad, pero no llegó”, evoca Felipe Bertorini.
Afortunadamente, al saber de esta casi deportación, los industriales del Ecuador lo acogen con los brazos abiertos. Uno de ellos, Lustayah Khosaya, dueño de una metalmecánica y de una fundición en dicha ciudad, le puso a disposición su empresa para que la dirigiera, lo que sucedió por más de seis años. Luego regresó al Perú debido a problemas en Ecuador por el Conflicto de Falso Paquisha. Esta gesta ha sido recogida por el Fondo Editorial del Congreso de la República, que en el libro “El Poder incierto”, del Dr. Francisco Durand, destaca la lucha de Raymundo desde Ecuador, desde donde impulsó que los empresarios peruanos se unieran para apoyar al régimen de Morales Bermúdez.
La SNI ha pasado a la historia como la entidad gremial que se enfrentó a la dictadura y la venció, pues la hidalguía de este valiente industrial, frenó los intentos, ya que nunca tomaron la institución.
“Nos jugábamos nuestra libertad, integridad y patrimonio, y algunos pagamos muy caro nuestra determinación, como los periodistas que se enfrentaron, otros la pagaron siendo perseguidos tributariamente. El poder del dictador con conocimiento de causa fue derrotado por el enfrentamiento que se le hizo y la SNI sobrevivió sobre los que pagaron el precio de ello”, dice Raymundo Duharte, evocando la dura experiencia que le tocó vivir, en una editorial escrita para la institución a mediados de los 90.
¿CÓMO LLEGA A LA PRESIDENCIA DE LA SNI RAYMUNDO DUHARTE?
Hacia 1971 todavía no existía lo que hoy conocemos como MYPE (Mediana y Pequeña Empresa) o algo que se asemejara al concepto de pequeño empresario. La participación de Raymundo en la lucha gremial tiene sus inicios cuando siendo miembro del Comité Ejecutivo de la SNI y tras la incisiva acusación del gobierno de que la institución no tenía representación de la pequeña empresa, asume el liderazgo de convocarla.
Cuentan Azucena Carrasco y Alfonso Dellapina -pequeños empresarios, forjadores de lo que poco después sería el COPEI, Comité de la Pequeña Industria-, que Duharte publica un aviso en el periódico llamando a todos los pequeños empresarios que trabajasen en Lima con la intención de que el gremio fuera una entidad más amplia e inclusiva.
“Al día siguiente, habían más de 2,000 MYPEs reunidas. Se abarrotaron todos los ambientes hasta las afueras de la institución”, dicen Malena de Silva y Azucena, quien tiempo después se convertiría en la primera presidente del naciente COPEI, comité para cuya constitución, Raymundo Duharte jugó un papel fundamental, una vez elegido cabeza del gremio industrial. “Es ahí donde alcanzó preponderancia Raymundo”, manifiesta Alfonso Dellapina, pues a partir de ahí se inician luego todas las instituciones representantes de las MYPEs.
“Lo consideramos el padre fundador de la pequeña empresa en el Perú. De ese grupo salieron todos los distintos gremios de la pequeña empresa del país que luego formarían nuevas agrupaciones, todos. Y eso, se sintió en ese momento”, afirmó.
Azucena, recuerda con absoluta claridad el slogan de Raymundo “Pequeño industrial, tu debilidad es tu fuerza”, lema con el que los alentaba en sus luchas. Meses después sería la elección del nuevo presidente del gremio industrial. Dado que los pequeños y medianos empresarios habían ganado una importante representación, se convirtieron en un poderoso grupo en el directorio (entre 15 y 18 miembros por los más de dos mil MYPEs inscritos).
“Por votación mayoritaria se propició que el elegido no fuera un empresario ni muy grande ni muy pequeño sino uno intermedio”, coinciden en su relato Azucena Carrasco y Alfonso Dellapina.
“Como éramos un gran número de pequeñas y medianas empresas, se comenzó a gestar una lista para apoyarlo”, dice Azucena, pero al mismo tiempo Gabriel Lanatta, vicepresidente del gremio que por entonces lideraba Alfredo Ostoja (mediados de 1972) propuso como candidato a Raymundo Duharte.
Con el apoyo de los pequeños y medianos industriales, fue formalmente lanzado. Es así que realizan un coctel en el Centro de Convenciones del fenecido Hotel Crillón en el que Raymundo pronuncia un encendido y frontal discurso en defensa de los derechos de propiedad, con el que, tras criticar las medidas del gobierno, con el voto mayoritario de aquella naciente MYPE, es elegido Presidente de la Sociedad Nacional de Industrias para el periodo que se iniciaba en junio de 1972, relatan conjuntamente Malena de Silva, Azucena Carrasco y Luis Vega Monteferri.
EN LOS 90S
En junio de 1996, cuando la Sociedad Nacional de Industrias celebraba sus 100 años de aniversario institucional y contaba con 70 años, Raymundo Duharte empuña su pluma y en una edición especial de esta publicación, editorializa como director los duros momentos que vivió la industria nacional durante la dictadura militar.
Expresa que para alcanzar un siglo de existencia, la SNI había tenido que superar situaciones adversas, la mayoría de veces por la dación de normas demagógicas que no contribuían al desarrollo de la industria nacional.
“En este largo recorrido, he llegado a la conclusión que a nuestro sector siempre le ha tocado bailar con la más fea”, describe en el texto, en cuya foto lo vemos, sentado en un escritorio de la institución cuando por entonces era presidente Eduardo Farah.
La noticia de su partida impactó y llamó la atención no sólo de la SNI, su casa -a la que defendió tenazmente de la intervención militar afectando a su propia familia, su patrimonio y a costa de la violación de sus libertades personales-, sino también de la comunidad periodística y empresarial que recuerda su valiente gesta y los difíciles momentos que por aquel tiempo se vivió. Su ejemplo, su valía y su sentido social permanecerán imperecederos en la memoria de la SNI y de todos aquellos que lo conocimos. Hasta siempre, amigo Raymundo”
Aquí en Minuto Digital Perú, varios fuimos amigos de Raymundo siendo jóvenes estudiantes universitarios y lo sentimos amigo para siempre también. ¡Gran abrazo!
Fotografía, local institucional de la SNI