La auténtica libertad es la que se tiene cuando se conoce y se tiene la verdad. El ser humano tiene libertad cuando reconoce su propia naturaleza y se esfuerza en poner los medios para desarrollarla. El hombre por sí solo no puede desarrollarla, porque tiene la naturaleza dañada por el pecado.
Para poder curarse, el hombre necesita recurrir a Dios. Dios Padre envía a su Hijo Jesucristo para que se acerque a nosotros, nos cure liberándonos del pecado y nos ponga en camino de la vida eterna, en el Cielo, que es el fin y la meta de todo hombre.
Jesucristo llegó para darnos libertad
Jesucristo es la verdad, Él mismo lo ha dicho: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. El ser humano que deja intervenir a Cristo en su vida gana la libertad.
Cristo le enseña al hombre que para ser libre debe amar a Dios, sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.
El sentido cristiano de la libertad es la entrega de sí mismo por amor a Dios y a los demás. Todo ser humano desarrolla y se realiza cuando de verdad se entrega al servicio de los demás.
Solo se puede hacer el bien si se es libre. Para hacer el bien se debe buscar constantemente la verdad. Es una búsqueda que no terminan nunca.
Es buscar continuamente a Cristo y pedirle que nos de y nos aumente la caridad. El hombre es libre cuando puede amar limpiamente, cuando ha logrado, con la gracia de Dios derrotar al pecado.
La libertad auténtica del ser humano está en su amor oblativo que es constante y va creciendo de día en día con la ayuda de la gracia que Dios le alcanza.
Para tener en cuenta:
“La libertad no es simplemente ausencia de tiranía o de opresión, ni es licencia para hacer todo lo que se quiera. La libertad posee una “lógica” interna que la cualifica y la ennoblece: está ordenada a la verdad y se realiza en la búsqueda y en el cumplimiento de la verdad: Separada de la verdad de la persona humana, la libertad decae en la vida individual en libertinaje y en la vida política, en la arbitrariedad de los más fuertes y en la arrogancia de poder. Por eso, lejos de ser una limitación o amenaza a la libertad, la referencia a la verdad sobre el hombre –verdad que puede ser conocida universalmente gracias a la ley moral inscrita en el corazón de cada uno- es, en realidad la garantía del futuro de la libertad” (San Juan Pablo II, Discurso a la ONU, 5-X-1995, 12).
“La libertad es un don grande solo cuando sabemos usarla responsablemente para todo lo que es verdadero bien. Cristo nos enseña que el mejor uso de la libertad es la caridad que se realiza en la entrega de sí mismo y el servicio que se presta a los demás: para tal libertad nos ha liberado Cristo y los libera siempre.” (San Juan Pablo II, RH 21)