Scotiabank elabora con rigurosidad profesional, el Reporte Macroeconómico Especial, denominado “Perspectivas 2023-2024 Los Años de Tormenta” un documento que recoge las opiniones, estimaciones, pronósticos, declaraciones y recomendaciones efectuadas por un destacado equipo profesional, sobre la
base de información pública disponible, que reflejan la opinión del equipo de Estudios Económicos, y no necesariamente de Scotiabank Perú S.A.A. mediante una estimación ordenada, de las principales variables macroeconómicas y sus efectos posibles sobre el desempeño del mercado de capitales y el entorno empresarial.
En tal sentido, el equipo de la Mesa de Redacción de Minuto Dogotal ha efectuado una reseña de los principales comentarios en relación a nuestra coyuntura y la proyección de la economía en los siguientes meses.
Les compartimos esta información, gracias a Scotiabank:
La situación de incertidumbre e inestabilidad política ya lleva demasiado tiempo, desde 2016 al menos, pero se reforzó durante el gobierno de Pedro Castillo. Uno tiene la sensación de que la aparición de El Niño este año es llover sobre mojado. El 2024 amenaza combinar las dos cosas, un Niño significativo, y una situación de incertidumbre política, aunque con algo más de estabilidad tal vez.
El entorno internacional
El entorno internacional 2023-2024 no ayuda. El crecimiento mundial es modesto e incierto en general, pero particularmente en regiones claves como Europa, EEUU, China y la misma región sudamericana. Las políticas monetarias son las más contractivas en mucho tiempo. Adicionalmente, vivimos en un mundo de alta tensión política. Hoy en día existen tres focos de preocupación e inseguridad mundial: el conflicto Ucrania-Rusia, los eventos en Medio Oriente, y el pulseo por el dominio geopolítico en Asia-Pacífico. Si bien la tensión geopolítica es una constante durante la historia, y el entorno actual no necesariamente implica un colapso económico, lo que sí puede generar es una significativa volatilidad en los precios globales, desde soft commodities e hidrocarburos, hasta mercados cambiarios.
Scotiabank Global proyecta un crecimiento mundial de 2.6% en el 2024 y de 2.9% en el 2023. Esto compara con un promedio de 3.7% entre el 2010 y el 2019. No es una desaceleración dramática, pero sí es material. Las regiones más relevantes para el Perú, EEUU y Europa crecen menos, por debajo de 1% en el 2024 en ambos casos. El crecimiento de China para el 2024 es de 4.5%, bastante por debajo del 7.7% promedio entre 2010 y 2019. Si bien esta desaceleración se debe en parte a desajustes económicos internos, es en parte también un proceso natural que refleja una base cada vez más alta.
Contexto político
El 2023 empezó con mucho ruido político, con protestas que eran más violentas que masivas, demandas recurrentes de adelanto de elecciones y una discusión sobre la posibilidad de cambios en la Constitución. Todo esto contribuía a una sensación de inestabilidad e incertidumbre. Las protestas tuvieron un impacto directo en la economía, afectando el comercio, transporte, turismo, y, en algunas zonas, las actividades cotidianas por algunos días. Desde entonces, si bien persiste un contexto general de riesgo, la sensación de estabilidad ha mejorado. Nuestras proyecciones asumen que esta relativa estabilidad continúe hasta las elecciones del 2026. La confianza empresarial se ha movido con vaivenes. Había mejorado con la sensación de mayor estabilidad, pero recientemente este indicador ha oscilado entre el estancamiento y el retroceso al aumentar la preocupación sobre la economía. En general el contexto político tan difícil impide que la inversión privada retome una senda de crecimiento saludable. Existen indicios de un exceso de inventarios al empezar el año, pero aún si esto se agota, la incertidumbre política seguirá pesando sobre la inversión mientras no se desvanezca el temor de que surja un gobierno antiempresa y/o anti-institucionalidad en las elecciones del 2026. Otra fuente de desconfianza es el Congreso, con medidas que han puesto en riesgo la institucionalidad y desalientan a la empresa privada.
“La incertidumbre política y su impacto sobre la economía, la institucionalidad, el Estado de Derecho y el marco legal y regulatorio en que se mueven las empresas y la sociedad será el problema principal que el país debe superar para volver a la senda de un crecimiento fuerte y sostenido”
Nuestro supuesto es que persista esta situación de ruido político en el periodo 2024-2025 pero sin que llegue a ser institucionalmente disruptiva. Si uno suma este entorno político con los riesgos de El Niño y la tensión geopolítica internacional, el 2024 parece bastante ominoso. Pero, hay la esperanza de una luz al final del túnel. En el pasado, los eventos de El Niño nunca han durado más de dos años, y una vez que termina lo hace de golpe y completamente. Esto debería ocurrir en marzo/abril del 2024. Por lo tanto, la mayor parte del 2024 va a estar libre del impacto de El Niño. Otra fuente de optimismo es la expectativa generalizada de que el Banco Central de Reserva (BCRP) siga reduciendo la tasa de referencia. Una vez que se agote el impacto de El Niño sobre la inflación, el BCRP tendrá más libertad para retirar la política monetaria contractiva que el país ha vivido en el 2022-2023. Esto es un aliciente para la producción. La reducción de la inflación misma, y la estabilidad de precios que implica, también ayuda a estimular la demanda al reducir los márgenes de incertidumbre. Finalmente, hay una mejora paulatina, si bien aún modesta, en la inversión en infraestructura, y en la inversión pública. Si el gobierno es exitoso en acelerar ambas, esto también daría un mayor sesgo al alza al crecimiento. En resumen, una vez pasado El Niño, el 2024 debería ser muy diferente al 2023.
El crecimiento del PBI
El clima político y las anomalías meteorológicas han impactado significativamente el PBI en el 2023. Proyectamos una caída de 0.2% en el 2023. Al margen de la cifra final exacta, lo cierto es que el 2023 está resultando ser uno de los peores años en memoria reciente en términos de crecimiento. Si se excluye el 2020, año de la pandemia Covid, el crecimiento del 2023 será el más bajo desde 1998, año en que un Fenómeno El Niño fuerte coincidió con la crisis asiática. El bajo crecimiento refleja el doble impacto de clima político y anomalía climática, pero también una debilidad más estructural de la demanda interna. Esperamos una caída para el 2023 de 1.3%, liderado por la inversión privada (-6.5%). Ambas cifras son dramáticas. La perspectiva para el 2024 es mejor, con PBI y demanda interna creciendo por encima de 2%.
“Dentro de la economía ilegal, actividades que podrían ser formales y controlables como la minería ilegal y la tala de bosques, están alcanzando o incluso superando a actividades netamente ilegales, como el narcotráfico. El riesgo que enfrenta el país es que mientras más crezca la economía ilegal, más poder económico y político va a tener en menoscabo del segmento legal de la economía, de la institucionalidad del país, y del Estado de Derecho en que nos movemos”
Puede parecer dudoso que veamos un crecimiento de este nivel en un año de El Niño. Mucho de esto refleja un efecto rebote sobre una base baja al comparar con el 2023. Adicionalmente, hay que recordar que El Niño sólo permanecerá hasta marzo/abril, con pocos efectos rezagos luego. El periodo en que el clima viene afectando durante el 2023 está resultando más largo de lo que probablemente sea el caso en el 2024.
El Niño suele ser un evento de dos años, por lo que es útil ver su impacto acumulado a lo largo de ese periodo, antes que año por año. Si suponemos que sin El Niño la economía podría estar creciendo cerca de su tasa potencial, que estimamos en torno al 2.5% anual (una tasa históricamente baja, debido a la ausencia de inversión privada), el crecimiento acumulado en dos sería 5.1%. En vez de eso, tendremos un crecimiento acumulado de 2.1%. Es decir, El Niño impacta nuestras proyecciones de crecimiento del PBI en casi tres puntos porcentuales a lo largo de dos años. Toda proyección es forzosamente puntual. Sin embargo, El Niño introduce un alto grado de incertidumbre. Es difícil anticipar la magnitud de El Niño, su duración, y los lugares en que tendrá mayor impacto. Cada Niño es diferente en estos tres aspectos. El impacto de El Niño ha bajado en el tiempo. Esto refleja la tecnificación de buena parte del agro, en especial en cuanto a manejo de agua, y también, en parte, la pérdida de peso del agro y la pesca, los sectores más vulnerables a El Niño, dentro del PBI. Cuando ocurrió El Niño de 1983 el agro y la pesca representaban 13.8% del PBI, y hoy representan menos de la mitad, 6.1%. En el gráfico de la página anterior se evidencia la diferencia enorme entre El Niño del 2017 y el de 1983 (siendo el fuerte Niño de 1998 un caso intermedio).