Para venir al mundo, Dios quiso contar con la libre cooperación de una criatura, María, para que fuera madre de su Hijo, por la acción del Espíritu Santo. Y la Iglesia, desde sus inicios, honra a María como hija de Dios Padre, madre de Dios Hijo, esposa de Dios Espíritu Santo. ¿Cómo eligió Dios a María? ¿Cómo fue la concepción del Hijo de Dios? ¿Por qué llamamos a María, Virgen y Madre?
1. ¿Cómo fue la concepción humana del Hijo de Dios?
El momento histórico, previsto por Dios desde toda la eternidad, tuvo lugar en un pueblo de Galilea, en Nazareth cuando el ángel Gabriel se presentó a María, una joven judía, “una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María”, dice san Lucas en el capítulo 1 de su Evangelio.
Para venir al mundo Dios quiso la libre cooperación de una criatura, María, para que fuera madre de su Hijo. “El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la Encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte (Eva), así también otra mujer contribuyera a la vida”.
Catecismo de la Iglesia Católica 488-504-511
2. ¿Cómo eligió Dios a María? ¿Qué le dijo el Ángel Gabriel a María, en Nazareth, y que respondió María?
San Lucas narra en el primer capítulo de su Evangelio cómo el Ángel San Gabriel dice a María: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo! Al oír estas palabras, Ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.
María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si no conozco varón?”. El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios”.
Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María porque Él es el Nuevo Adán que inaugura la nueva creación: “El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo viene del cielo”. La humanidad de Cristo, desde su concepción, está llena del Espíritu Santo porque Dios “le da el Espíritu sin medida”, dice san Juan. Catecismo de la Iglesia Católica 504
Textos de san Josemaría para meditar
¿Cómo nos habríamos comportado, si hubiésemos podido escoger la madre nuestra? Pienso que hubiésemos elegido a la que tenemos, llenándola de todas las gracias. Eso hizo Cristo: siendo Omnipotente, Sapientísimo y el mismo Amor, su poder realizó todo su querer. Es Cristo que pasa, 171
Nuestra Madre ha meditado largamente las palabras de las mujeres y de los hombres santos del Antiguo Testamento, que esperaban al Salvador, y los sucesos de que han sido protagonistas. Ha admirado aquel cúmulo de prodigios, el derroche de la misericordia de Dios con su pueblo, tantas veces ingrato. Al considerar esta ternura del Cielo, incesantemente renovada, brota el afecto de su Corazón inmaculado: mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu está transportado de gozo en el Dios salvador mío; porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava. Los hijos de esta Madre buena, los primeros cristianos, han aprendido de Ella, y también nosotros podemos y debemos aprender. Amigos de Dios, 241
3. ¿Fue libre María al responder a los planes que Dios tenía sobre Ella?
María es invitada a concebir a aquel en quien habitará corporalmente la plenitud de la divinidad y pregunta lo que no entiende “¿cómo será esto, puesto que no conozco varón?”. La respuesta divina a su pregunta fue: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”. Y Ella pronunció su “fiat” (Hágase en mí tu palabra) loco totius humanae naturae (“ocupando el lugar de toda la naturaleza humana”).
La Virgen María con su fe y su respuesta libre asumió el plan de Dios para la salvación de los hombres. Por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes. Catecismo de la Iglesia Católica 511-484
Textos de san Josemaría para meditar
No olvides, amigo mío, que somos niños. La Señora del dulce nombre, María, está recogida en oración. Tú eres, en aquella casa, lo que quieras ser: un amigo, un criado, un curioso, un vecino… —Yo ahora no me atrevo a ser nada. Me escondo detrás de ti y, pasmado, contemplo la escena: El Arcángel dice su embajada… Quomodo fiet istud, quoniam virum non cognosco?— ¿De qué modo se hará esto si no conozco varón? (Luc., I, 34.) La voz de nuestra Madre agolpa en mi memoria, por contraste, todas las impurezas de los hombres…, las mías también. Y ¡cómo odio entonces esas bajas miserias de la tierra!… ¡Qué propósitos! Fiat mihi secundum verbum tuum. —Hágase en mí según tu palabra. (Luc., I, 38.) Al encanto de estas palabras virginales el Verbo se hizo carne. Va a terminar la primera decena… Aún tengo tiempo de decir a mi Dios, antes que mortal alguno: Jesús, te amo. Santo Rosario, primer misterio gozoso.
¡Oh Madre, Madre!: con esa palabra tuya —”fiat”— nos has hecho hermanos de Dios y herederos de su gloria. —¡Bendita seas! Camino, 512
La Virgen no sólo dijo fiat, sino que cumplió en todo momento esa decisión firme e irrevocable. Así nosotros: cuando nos aguijonee el amor de Dios y conozcamos lo que El quiere, debemos comprometernos a ser fieles, leales, y a serlo efectivamente. Porque no todo aquel que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; sino aquel que hace la voluntad de mi Padre celestial. Es Cristo que pasa, 173
4. ¿Qué significa que Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo?
Significa que Dios se hizo Hombre, sin intervención de varón. Jesús no tiene como Padre más que a Dios (cf. Lc 2, 48-49). Significa que María fue Virgen. La virginidad de María manifiesta la iniciativa absoluta de Dios en la Encarnación.
La naturaleza humana que asumió no le ha alejado jamás de su Padre. Uno y el mismo es el Hijo de Dios y del hombre, por naturaleza Hijo del Padre según la divinidad; por naturaleza Hijo de la Madre según la humanidad, pero propiamente Hijo del Padre en sus dos naturalezas” (Concilio del Friul, año 796: DS, 619). Catecismo de la Iglesia Católica 503
Textos de san Josemaría para meditar
Cumplido el tiempo de la purificación de la Madre, según la Ley de Moisés, es preciso ir con el Niño a Jerusalén para presentarle al Señor. (Luc., II, 22.). Y esta vez serás tú, amigo mío, quien lleve la jaula de las tórtolas. — ¿Te fijas? Ella — ¡la Inmaculada!— se somete a la Ley como si estuviera inmunda. ¿Aprenderás con este ejemplo, niño tonto, a cumplir, a pesar de todos los sacrificios personales, la Santa Ley de Dios? ¡Purificarse! ¡Tú y yo sí que necesitamos purificación! —Expiar, y, por encima de la expiación, el Amor. —Un amor que sea cauterio, que abrase la roña de nuestra alma, y fuego, que encienda con llamas divinas la miseria de nuestro corazón. Un hombre justo y temeroso de Dios, que movido por el Espíritu Santo ha venido al templo —le había sido revelado que no moriría antes de ver al Cristo—, toma en sus brazos al Mesías y le dice: Ahora, Señor, ahora sí que sacas en paz de este mundo a tu siervo, según tu promesa… porque mis ojos han visto al Salvador. (Luc., II, 25-30.). Santo Rosario, cuarto misterio gozoso
5. ¿Qué relación hay entre Eva y María?
A lo largo de toda la Antigua Alianza, la misión de María fue prefigurada por la misión de algunas mujeres (Sara, que concibe un hijo a pesar de edad avanzada, Ana, la madre de Samuel, Débora, Rut, Judit). Al principio de todo está Eva: a pesar de su desobediencia, recibe la promesa de una descendencia que será vencedora del Maligno como cuenta el libro del Génesis.
Con María, excelsa Hija de Sión, después de la larga espera de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de salvación” María “sobresale entre los humildes y los pobres del Señor, que esperan de él con confianza la salvación y la acogen. Catecismo de la Iglesia Católica 489
Textos de san Josemaría para meditar
Si tú y yo hubiéramos tenido poder, la hubiéramos hecho también Reina y Señora de todo lo creado. Una gran señal apareció en el cielo: una mujer con corona de doce estrellas sobre su cabeza. —Vestido de sol. —La luna a sus pies. (Apoc., XII, 1.) María, Virgen sin mancilla, reparó la caída de Eva: y ha pisado, con su planta inmaculada, la cabeza del dragón infernal. Hija de Dios, Madre de Dios, Esposa de Dios. Santo Rosario, quinto misterio glorioso.
6. ¿Qué significa que María es llena de gracia?
El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como “llena de gracia” (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios: María fue “dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante”.
Significa que fue concebida sin pecado original. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María “llena de gracia” por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX: “… la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano” (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus: DS, 2803). Catecismo de la Iglesia Católica 490-491
Textos de san Josemaría para meditar
No existe corazón más humano que el de una criatura que rebosa sentido sobrenatural. Piensa en Santa María, la llena de gracia, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo: en su Corazón cabe la humanidad entera sin diferencias ni discriminaciones. —Cada uno es su hijo, su hija. Surco, 801
María, Regina pacis, reina de la paz, porque tuviste fe y creíste que se cumpliría el anuncio del Angel, ayúdanos a crecer en la fe, a ser firmes en la esperanza, a profundizar en el Amor. Es Cristo que pasa, 170
7. ¿Cómo puede una mujer ser Madre de Dios?
María es verdaderamente “Madre de Dios” porque es la madre de Jesucristo, Hijo eterno de Dios hecho hombre, que es Dios mismo, como nos dice la Revelación de Dios a través de la Sagrada Escritura. Una verdad de fe vivida por todos los cristianos, desde los primeros tiempos.
La mirada de la fe, unida al conjunto de la Revelación, puede descubrir las razones misteriosas por las que Dios, en su designio salvífico, quiso que su Hijo naciera de una virgen. Estas razones se refieren tanto a la persona y a la misión redentora de Cristo como a la aceptación por María de esta misión para con los hombres. Catecismo de la Iglesia Católica 509-502
Textos de san Josemaría para meditar
Nuestra Madre es modelo de correspondencia a la gracia y, al contemplar su vida, el Señor nos dará luz para que sepamos divinizar nuestra existencia ordinaria. A lo largo del año, cuando celebramos las fiestas marianas, y en bastantes momentos de cada jornada corriente, los cristianos pensamos muchas veces en la Virgen. Si aprovechamos esos instantes, imaginando cómo se conduciría Nuestra Madre en las tareas que nosotros hemos de realizar, poco a poco iremos aprendiendo: y acabaremos pareciéndonos a Ella, como los hijos se parecen a su madre. Es Cristo que pasa, 173
8. ¿Por qué también es madre de los cristianos y madre de la Iglesia?
Jesús es el Hijo único de María. Pero la maternidad espiritual de María se extiende (cf. Jn 19, 26-27; Ap 12, 17) a todos los hombres a los cuales Él vino a salvar: “Dio a luz al Hijo, al que Dios constituyó el Primogénito entre muchos hermanos (Rm 8,29), es decir, de los creyentes, a cuyo nacimiento y educación colabora con amor de madre”.
San Juan, en el capítulo 19 de su Evangelio recoge las palabras de Jesús a su madre: Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu Madre”.
A la vez que se la reconoce y se la venera como verdadera Madre de Dios y del Redentor se dice más aún: “es verdaderamente la Madre de los miembros (de Cristo) porque colaboró con su amor a que nacieran en la Iglesia los creyentes, miembros de aquella cabeza”. María es Madre de Cristo, Madre de la Iglesia. Catecismo de la Iglesia Católica 963-967
María es a la vez virgen y madre porque ella es la figura y la más perfecta realización de la Iglesia: “La Iglesia […] se convierte en Madre por la palabra de Dios acogida con fe, ya que, por la predicación y el bautismo, engendra para una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios. También ella es virgen que guarda íntegra y pura la fidelidad prometida al Esposo” (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 64). Catecismo de la Iglesia Católica 501-507
Textos de san Josemaría para meditar
Madre nuestra, tú has traído a la tierra a Jesús, que nos revela el amor de nuestro Padre Dios; ayúdanos a reconocerlo, en medio de los afanes de cada día; remueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad, para que sepamos escuchar la voz de Dios, el impulso de la gracia. Es Cristo que pasa, 174
Seguramente también vosotros, al ver en estos días a tantos cristianos que expresan de mil formas diversas su cariño a la Virgen Santa María, os sentís más dentro de la Iglesia, más hermanos de todos esos hermanos vuestros. Es como una reunión de familia, cuando los hijos mayores, que la vida ha separado, vuelven a encontrarse junto a su madre, con ocasión de alguna fiesta. Y, si alguna vez han discutido entre sí y se han tratado mal, aquel día no; aquel día se sienten unidos, se reconocen todos en el afecto común.
María edifica continuamente la Iglesia, la aúna, la mantiene compacta. Es difícil tener una auténtica devoción a la Virgen, y no sentirse más vinculados a los demás miembros del Cuerpo Místico, más unidos también a su cabeza visible, el Papa. Por eso me gusta repetir: omnes cum Petro ad Iesum per Mariam!, ¡todos, con Pedro, a Jesús por María! Y, al reconocernos parte de la Iglesia e invitados a sentirnos hermanos en la fe, descubrimos con mayor hondura la fraternidad que nos une a la humanidad entera: porque la Iglesia ha sido enviada por Cristo a todas las gentes y a todos los pueblos. Es Cristo que pasa, 139
Consuelo, auxilio, esperanza, Reina y, sobre todo, Madre: “¡Madre! —Llámala fuerte, fuerte. —Te escucha, te ve en peligro quizá, y te brinda, tu Madre Santa María, con la gracia de su Hijo, el consuelo de su regazo, la ternura de sus caricias: y te encontrarás reconfortado para la nueva lucha”. Camino, 516
9. ¿Qué significa la Asunción de la Virgen a los cielos?
La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su cuerpo. Por eso los cristianos afirmamos: “Creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el cielo ejercitando su oficio materno con respecto a los miembros de Cristo”. Credo del Pueblo de Dios, 15
La Iglesia dirige su mirada a María para contemplar en ella lo que es la Iglesia en su misterio, en su “peregrinación de la fe”, y lo que será al final de su marcha, donde le espera, “para la gloria de la Santísima e indivisible Trinidad”, “en comunión con todos los santos” aquella a quien venera como la Madre de su Señor y como su propia Madre: «Entre tanto, la Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y comienzo de la Iglesia que llegará a su plenitud en el siglo futuro. También en este mundo, hasta que llegue el día del Señor, brilla ante el Pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo» (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 68). Catecismo de la Iglesia Católica 972-974
Textos de san Josemaría para meditar
La Asunción de Nuestra Señora nos propone la realidad de esa esperanza gozosa. Somos aún peregrinos, pero Nuestra Madre nos ha precedido y nos señala ya el término del sendero: nos repite que es posible llegar y que, si somos fieles, llegaremos. Porque la Santísima Virgen no sólo es nuestro ejemplo: es auxilio de los cristianos. Y ante nuestra petición —Monstra te esse Matrem-, no sabe ni quiere negarse a cuidar de sus hijos con solicitud maternal. Es Cristo que pasa, 177
La Maternidad divina de María es la raíz de todas las perfecciones y privilegios que la adornan. Por ese título, fue concebida inmaculada y está llena de gracia, es siempre virgen, subió en cuerpo y alma a los cielos, ha sido coronada como Reina de la creación entera, por encima de los ángeles y de los santos. Más que Ella, sólo Dios. La Santísima Virgen, por ser Madre de Dios, posee una dignidad en cierto modo infinita, del bien infinito que es Dios. No hay peligro de exagerar. Nunca profundizaremos bastante en este misterio inefable; nunca podremos agradecer suficientemente a Nuestra Madre esta familiaridad que nos ha dado con la Trinidad Beatísima. Amigos de Dios, 276
10. ¿Por qué la Virgen ocupa un lugar central en la vida de los cristianos?
“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada”, son palabras de María en el Magnificat, reconociendo lo que Dios ha hecho en ella: “La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano”. La Santísima Virgen es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de “Madre de Dios”, bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades.
El amor de los cristianos a la Virgen y el culto que se le profesa aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo. El amor a la Virgen es camino para llegar a Dios y encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios presentes en todos los pueblos y en la oración mariana, como el Santo Rosario, “síntesis de todo el Evangelio”. Catecismo de la Iglesia Católica 971
Textos de san Josemaría para meditar
¿Cómo se comportan un hijo o una hija con su madre? De mil maneras, pero siempre con cariño y con confianza. Con un cariño que discurrirá en cada caso por cauces determinados, nacidos de la vida misma, que no son nunca algo frío, sino costumbres entrañables de hogar, pequeños detalles diarios, que el hijo necesita tener con su madre y que la madre echa de menos si el hijo alguna vez los olvida: un beso o una caricia al salir o al volver a casa, un pequeño obsequio, unas palabras expresivas (…) Muchos cristianos hacen propia la costumbre antigua del escapulario; o han adquirido el hábito de saludar —no hace falta la palabra, el pensamiento basta— las imágenes de María que hay en todo hogar cristiano o que adornan las calles de tantas ciudades; o viven esa oración maravillosa que es el santo rosario, en el que el alma no se cansa de decir siempre las mismas cosas, como no se cansan los enamorados cuando se quieren. Es Cristo que pasa, 142
Si estás orgulloso de ser hijo de Santa María, pregúntate: ¿cuántas manifestaciones de devoción a la Virgen tengo durante la jornada, de la mañana a la noche? Forja, 433
Nota de Redacción: Texto e imagen vía https://opusdei.org