Cuando era niña leía las revistas de National Geographic de mi padre y lo escuchaba contarme sobre civilizaciones lejanas como la Egipcia. Mi padre viajaba mucho y las había recorrido todas hasta que un día, estando en la cima de la pirámide de Khufu un fotógrafo francés que estaba a su lado contemplando el paisaje le preguntó de dónde era. Mi padre respondió que era de Guatemala. El francés se voltea admirado y le dice suspirando “bello Tikal”. Mi padre se sintió una hormiga insignificante cuando tuvo que admitir que no conocía las ruinas Mayas, a lo que el francés le respondió “y que está haciendo aquí”.
Las distintas civilizaciones que formaron el Continente Americano nos han dejado un legado realmente inigualable, único, invaluable, que debemos atesorar, cuidar y preservar. Aztecas, Toltecas, Olmecas, Mayas, Quechuas, Aimaras, Guaraníes, Charrúas, Mapuches y muchos otros. Cada país que hoy forma el Hemisferio Occidental tiene sus propias políticas, unas más lógicas y eficientes que otras, de preservar, explotar y aprovechar estos valiosos e invaluables recursos.
Perú tiene un sistema que en algunos aspectos ha sido más eficiente. Los peruanos han investigado, preservado y explotan su patrimonio arqueológico para turismo, especialmente su majestuoso Machu Picchu. Espero que la política no interfiera con el proceso que ha llevado por años y retroceda en aras de la “igualdad” y la mentalidad socialista o comunista. Tienen infraestructura turística que favorece el objetivo de recursos del turismo eficientemente. Obvio, todo puede mejorar, pero eso se logra sólo cuando la política no se inmiscuye y no debería hacerlo ni en el arte, ni en el deporte, ni en la educación, y la arqueología no es la excepción.
México vio en sus tesoros culturales un elemento crucial para la atracción del turismo. Han combinado la preservación con la investigación. Hoy en día, además de continuar estos procesos, México recibe unos 375 mil millones de dólares.
En Guatemala, la riqueza del mundo Maya es enorme. Lamentablemente, la ignorancia ha dado paso a embusteros que por tener acento extranjero están causando más daños que bien. Ha polarizado a la población local con su discurso divisionista, y pretende continuar lucrando de las donaciones mal encauzadas. El discurso de la deforestación en los bajos de Petén, al norte de Guatemala, no es cómo lo hace creer. Existe, sin duda, pero no al grado en que él pretende explotar el problema. En Internet hay muchos artículos sobre cómo el fuego que se causa naturalmente es una parte del proceso de regeneración natural de los bosques. Utilizan los mapas de puntos de calor (los puntos de calor son cualquier fuente que emite cierta intensidad de radiación y es captado por los satélites) para generar alarma al vender al público que todo lo rojo en el mapa son incendios.
En la zona de Petén existen cuantiosas pirámides y estructuras Mayas escondidas por la naturaleza dando formas caprichosas a la superficie. Lo mismo debe acontecer en Perú y en México. El uso de tecnología debería ser aprovechado para ventaja de nuestros países. Difícilmente nuestros gobiernos tienen los recursos para esto cuando deben atender otras necesidades urgentes de la población. La arqueología, si bien es un tesoro, no es primera necesidad.
Pero como lo digo siempre, todo empieza por casa, con cada individuo que cuide su metro cuadrado. Los latinoamericanos debemos apreciar y atesorar nuestra riqueza cultural en todos sus capítulos. Lo colonial es hermoso, la modernidad es actual y valiosa, pero lo indígena también es valioso. Debemos preservarlo, y sobre todo, apreciarlo. Es parte importante de nuestra esencia, de nuestra identidad y de nuestra cultura.