Parece que lo que más alaban algunos, termina siendo una condena que se dirige a los que nunca leyeron, pero siempre elogiaron las obras de Gabriel García Márquez. Decimos esto porque Colombia ha comenzado a vivir en carne propia y de forma anticipada, sus cien años de soledad.
¿Qué es lo que ha llevado a un terrorista convicto y confeso a llegar hasta la presidencia de una nación consumida en la violencia, el delito y el narcotráfico como impulso al nuevo poder económico, impenetrable poder que presiona por hacer de un país el fortín de los males del continente? ¿Resentimiento, o ignorancia?
¿Es Petro un converso? ¿O se trata de la magnífica puesta en escena de una obra no escrita por el Gabo de antes, que no dejo nada para la imaginación, después? Su sopa de letras con palabras rebuscadas lo hace parecer culto e inteligente al oído inexperto.
Varios analistas hablan sin saber, sin conocer y sin leer, que Petro representa una especie de ave que dará nido a los pobres, un águila blanca que desde su período en extinción, emprenderá vuelo al paraíso, elevando en sus alas al pueblo olvidado de una Colombia recordada. Falsedades, telenovelas de rumba y amanecidas. Sueños de aguardientico.
Colombia es una de las etapas del camino “revolucionario” que se ha organizado desde el Foro de Sao Paulo para recuperar el tiempo perdido y las imágenes convulsionadas de haber facturado agitación, sin contar con líderes. La talla de Chávez o de Correa, uno en el infierno, otro en el invierno de su fuga y aislamiento-, no han sido del tamaño de una herencia, sino de varias maldiciones y muy al contrario de los libretistas del Foro de Sao Paulo, esta será una tragedia sin retorno. Petro, otrora asesor de Chávez, hoy lo critica, pareciendo convencido de que el socialismo chavista se quedó en el arranque.
Lo mismo que ocurría en Perú con el muñeco de la hipocresía y la violencia sindical que petardeó la educación de millones de niños y jóvenes hace menos de una década, lo mismo que está ocurriendo en Chile con el títere que incendió calles y alamedas con odio en la palabra y agresión en el rostro hace menos de lo que cualquiera fuera a esperar, lo mismo que está ocurriendo en Nicaragua, donde un asesino político y de la política persigue, ordena secuestros, impide el derecho fundamental a la Libertad y la renovación del sistema democrático a todos los que piensan diferente, todo eso, toda esa gama de violencia, represión y organización en paralelo de una secuencia de acciones encubiertas “para perennizar el cambio”, viene sucediendo sin que se haga algo inmediato que recupere el camino de la razón en varias naciones, como en Brasil alocada por resucitar a los ladrones de Odebrecht, como si fueran “santos enjuiciados”, otorgándoles ahora, el perdón de una inocencia que nadie ha probado, porque los culpables dijeron “somos culpables”, pero los partidos de izquierda, que ahora son gobierno (y recibieron dineros sucios) les dicen que fueron enjuiciados e inculpados injustamente.
De eso se trata, del camino de la razón que se dinamita, que se desfigura, que se hace ver como si fuera lo contrario a lo que es y debe de ser. Se invierten valores, se menosprecian virtudes, se entierran principios y así, nace “la nueva sociedad, de los nuevos tiempos”.
Nosotros llamamos “los desencuentros de América Latina” a la escena perniciosa en la cual todo lo que pueda ser contrario a la Democracia y la Libertad, se haya sembrado, esté creciendo y comience a ser cosechado para tener más semillas y semilleros perversos. Eso está ocurriendo y ya no vale la frase “se los dijimos, se lo advertimos” porque ahora la palabra es que si no hay “acción y reacción”, se impone una nueva forma de revolución por sumisión y silencio absurdo.
¿Y los Estados Unidos, sabe de esto, se dan cuenta? Nosotros –Betty y yo- discrepamos en parte al hacer el análisis. Betty considera que sí lo saben y que hasta lo estimulan en una forma u otra como parte del plan perverso hacia el nuevo orden mundial. En cambio yo tengo la impresión que son ingenuos al extremo, permisivos frecuentes y confiados eternos, que no ven lo evidente, que no le dan valor al peligro mientras no traspase el muro de sus fronteras mentales.
Sin embargo, coincidimos en que la amenaza es una sola: la izquierda que esconde su rostro real (comunismo, socialismo, progresismo, globalismo, ecoterrorismo, etc.).
Identificada la matriz del daño, hay que explicarla a los ciudadanos, sobre todo a los más jóvenes y a los más viejos. ¿Por qué a esos extremos con preponderancia? Porque los más jóvenes son agricultores de ideas, porque los más viejos son consejeros anticipados, saben cuándo viene la lluvia, saben adónde gira el viento.
Los más jóvenes, si se les explica despacio, ilustrativamente, entienden y replican a sus pares. Los más jóvenes tienen muchas virtudes inadvertidas que hay que ayudarles a descubrirlas por ellos mismos. Los más viejos, tienen los valores perennes, impregnados en la sangre, tallados en las manos. Esa mezcla juventud – acumulación de juventud, es extraordinaria, fabulosa. Y en el medio, allí están los que hablan mucho, tal vez demasiado, sin hacer nada o haciendo muy poco, porque en ellos está el gran error que se repite y repite y repite (tres veces más, se repite).
El decir “no va a pasar nada” es el concepto verbal más tonto de un latinoamericano, es la sumisión previa a la rendición, un absurdo permanente. Y si bien el año 1 no pasó nada, el año 2 comienza a pasar, el año 3 sucede, el año 4 ocurre más y así sucesivamente perdemos nociones y naciones. Es secuencia lógica de la destrucción permitida y aceptada incluso mediante el voto en procesos electorales, como ocurrió en Perú, en Chile, Nicaragua, Honduras y otros condenados que están siguiendo y seguirán seguramente.
En todo esto, Colombia juega un partido diferente porque es Narcolombia la que se ha impuesto. Y Narcolombia reúne varios cárteles modernos: de la política, del lavado de activos, del contrabando, de inversiones grises, de todo lo que te puedas imaginar.
Esa suma de cárteles ha producido el recorrido de Petro, un arrabalero de la violencia, del odio y del resentimiento, pero que se presenta ahora como blanca paloma de la paz, como dulce sonido de la lira y la guitarra en lo alto del monte, como un poeta de inspiración en el dolor y la ausencia de pan. Eso es ahora el que fue antes todo lo contrario, ¿Y cambió? Las balas no cambian, el cadáver es el mismo.
Los desencuentros de América Latina, ahora se asientan en Colombia, ahora van a construir la carretera del olvido, manipulando las comunicaciones y las informaciones, haciendo una nueva novela donde la historia desaparece y se funda un culto –injustamente- a lo nuevo y diverso de la confusión.
En Colombia se dice que “lo que no va a pasar, puede que no suceda y si ocurre, tal vez no pase, por ahora”. Si ustedes no lo entienden, imaginen a los que dicen que sí; eso es Colombia hoy, un enredo de pareceres, una nación desmembrada en su esencia y en su camino, para beneficio de una izquierda llena de podredumbre pero también, de agilidad para actuar por lo bajo, tenebrosa, construyendo mini redes de agitación, programas sociales de siembras de odios, bonos para crear soldados de la sumisión y quedarse para seguir, “con otros petros más, con otros petros menos” hacia el infortunio de sus cien años de soledad.
Naciones hundidas en el silencio, ahogadas en la complacencia, sometidas a callarse y aceptar. En eso están convirtiendo al Perú con Boluarte (es decir, Castillo II), a Chile con Boric (es decir, Allende II) y ahora a Colombia con Petro (es decir, con las guerrillas asesinas del M-19 y las FARC en el poder). ¿No se dan cuenta?