Las intenciones delicitivas de los que anidan o se reproducen en las cavernas de las izquierdas del odio son imparables hasta su extinción; es en esa batalla que no podemos ceder ni a sus desviaciones del debate, ni a sus intereses de exponer nuestros potenciales liderazgos. ¿Porqué, a qué se debe que tenemos que estar en alerta permanente frente a las insidias, amenazas y acciones criminales, tapadas como “reaccion popular”desde la esquina del revanchismo de las izquierdas del odio?
Hace pocos días, una filtración por traición -entre ellos- de los caviares sin dinero ni abolengo, hacia los caviares de billetera y residencias y oficinas de lujo, ha producido el primer gran “tira y afloja para volver a tirar y aflojar”, típica secuencia de la mafia del camarada “Gus”, enfrentado ahora a “Jarvi, el sucio” en una historia que de amores y amanecidas ha pasado a una pelea tribal entre los operadores mediáticos y los sicarios del servicio de inteligencia paralelo.
La mancha sucia de las izquierdas del odio -así estén desperdigadas- pretende deslegitimar instituciones, personas, empresas, esfuerzos ciudadanos, valores y principios, medios independientes de comunicación, para sembrar la idea de reconvertir la democracia, en la mueca de algo “supuestamente participativo”. Se trata de arrasar, destruir, denigrar, atacar, herir, hacer sucumbir, extinguir lo que sea íntegro y válido, para legalizar nuevas formas de legitimidades que por cierto, no lo son.
¿A qué le temen las izquierdas del odio? A la Familia, a la religión, a la propiedad privada, al ahorro, a la vida, a la honestidad intelectual, al respeto a uno mismo y a los demás, a la Democracia y a las elecciones limpias y libres, para citar algunos cuantos ejemplos. Las izquierdas pretenden tipificarlos como si fueran “atentados contra los que no comparten esa idea o pensamiento” y luego decirles o establecer como “delitos” a la Procesión del Señor de los Milagros y al Homenaje a las Victimas del terrorismo (actos de exclusión contra los no creyentes y actos de discriminación política; recuerden que las izquierdas del odio no dicen terrorismo, sino conflicto armado interno, para deslegitimar la acción militar y policial).
Las izquierdas condenan a los Comandos Chavín de Huantar, las izquierdas promueven el asesinato de un niño por nacer; quieren las izquierdas que no existan esfuerzos médicos para salvar a un paciente en estado crítico hospitalario y por eso promueven la muerte “asistida” en especial contra los ancianos; las izquierdas estimulan divorcios rápidos (destruir automáticamente a la familia matrimonial) y estorban y burocratrizan requisitos para impedir el Matrimonio de un hombre con una mujer -degradándolo-.
Hablar de derechos fundamentales ya no es hablar de derechos humanos para las izquierdas del odio, sino de una lista de “nuevos derechos”, como equiparar el derecho a la vida, con el “nuevo derecho de acceso a internet”. ¿Lo humano, equivalente a lo material en derechos? Se ideologiza para manipular más a las personas, orientando el discurso totalitario al sesgo del extremo.
Hoy en día, gracias al buen uso de la tecnología, la gente entiende mejor lo que ocurre a su alrededor y enfrenta, si quiere, en las calles, en sus gremios o colectivos, desde las redes sociales o en la formas de libre expresión pacífica de sus opiniones y pensamientos, lo que considera necesario y oportuno decir. En cambio, las izquierdas panfletarias, las del odio y el estado inverso a la moral, las de la deshonestidad y la perversión, no aceptan la verdad, sino que “quieren imponer el discurso de su nueva verdad”, el mensaje del odio y el resentimiento, la chaveta de la violencia y la subversión -otra vez, pero en forma más fina- y así hacer sucumbir el frágil orden democrático que tenemos que defender y para eso, para el ataque contra la democracia y la Libertad, las izquierdas del odio empujan a la muerte de inocentes, ignorantes y confusos que abundan cuando los convierten en militantes o activistas de sus desenfrenos y suciedad.
Frente a esta realidad, donde la manipulación de las izquierdas violentas ha sido puesta al descubierto, los ciudadanos no le hacen caso a ese lamento verbal de “ir a las marchas del pueblo”, porque no son ni marchas, ni es el pueblo el que las convoca y dirige, sino una docena de escandalosos marxistas con sus gritos destemplados y su mirada de rencor, insultos y mal oliente pensamiento.
Lo que pretenden las derrotadas y desmondongadas izquierdas, es deslegitimar a la democracia y atacar toda forma de Libertad, pero no lo van a lograr y por eso, se están desesperando y ahogando en su afán de mover incautos, ignorantes e ingenuos, pero la gente ya sabe que en esa piscina de la corrupción, solo hay cadáveres políticos flotando.