Para entender bien las cosas, hay que dejar esas pasiones sin razones y meterse de lleno a lo más elemental, las explicaciones sobre las personas, sus roles, lo que representan y hasta donde quieren llegar, solos o acompañados. Explicaciones tan necesarias como: ¿Hablamos de una sola oposición o de varios grupos enfrentados entre sí mismos, que se llaman de oposición?
Complicado para el ciudadano es ver que no existe una sólida, transparente y consecuente “oposición”, sino una mezcla donde hay tantos sinverguenzas como en el lado de los fanáticos del gobierno. Y si bien es cierto, se pueden nombrar excepciones entre las excepciones, estamos hablando de lo que está a la vista de todos, cada día, desesperando el presente, anulando el futuro.
Las mayores muestras de defensa, protección, encubrimiento y sociedad de intereses compartidos que reside entre el gobierno y la denominada “oposición” que anida en el congreso, se han puestos de moda cada vez que se descubren más atrocidades y delitos en los ministros nombrados por el presidente Castillo y su secuaz Cerrón o su aliada incondicional, la Mendoza. Eso es evidente, no necesita corroboración, sobran ejemplos y desaciertos.
Pero, por decisiones de la propia presidencia del congreso y por el grito histérico de los congresistas de su propio partido –hoy bautizado como “traición popular”- se libera de cargos y sentencias a esos que han sido señalados como infractores de la Constitución y la Ley, mediante acciones muy simples como “levantar la sesión para que no haya votación de censura”, ya que el implicado renunció al cargo. Y entonces la ciudadanía se pregunta: ¿Un ministro comete un delito, y si renuncia, se acaba el delito, se exculpa al criminal?
Eso que indigna ya es costumbre, es el paisaje natural de la política peruana y frente a ello, la dictadura del conformismo nos absorbe, el silencio de ver y saber que nada va a pasar nos encierra en eso: ver y callar, porque protestar y reclamar ya no tienen acogida, ni respaldo, ni eco.
Se sigue blindando la corrupción del gobierno, la sigue blindando la tonta oposición del congreso o tal vez deberíamos hablar de la “vivísima oposición del congreso”, pero esa que desde algunas filas dice por boca de sus representantes que (1) la bancada es una cosa, (2) el partido es otra cosa y (3) el congresista, bueno pues, el cómplice también es otra cosa. Y así (1) el partido puede sacar un comunicado diciendo A, (2) la bancada una moción pidiendo B y (3) el congresista desde alguna playa del sur de Lima, quedarse callado, abstenerse o su pareja pone “abstención” a la hora del voto virtual, porque hasta para eso son sinvergüenzas.
Esa es la realidad, alguien tenía que decírtela.
Imagen referencial, Frans-Floris-fiesta-de-Tontos-