Cuando el ser humano pierde su relación con Dios, que es amor, es muy fácil que vaya por otros derroteros, donde tiene fuerza la competitividad, y es entonces cuando piensa que tiene que luchar para defender sus derechos, porque cree que otros invaden sus espacios o están haciendo planes para quitarle algo.
Individualismo de las sociedades liberales
Este modo de pensar lo acerca al individualismo, una suerte de trinchera donde puede poner sus leyes propias y pedirle a los demás que respeten su autonomía y sus fronteras. En las sociedades liberales el principio de libertad absoluta le ayuda en sus pensamientos para no tener que someterse a nadie. “Él se lo cocina, él se lo come”.
El “papá” Estado del socialismo
En las sociedades donde predomina una izquierda con ribetes socialistas buscará los beneficios que pueda darle el Estado para su comodidad. Como las iniciativas particulares no son bien vistas, se acoge a la comodidad de los beneficios y así vive, exigiendo sus derechos para estar tranquilo.
Las confrontaciones por el egoísmo en la competitividad
En ambas sociedades, la liberal y la socialista, la competitividad es tan brutal y extensiva que se llega a una situación de confrontación habitual. No hay más que verla en los hogares y en los ambientes laborales.
Ambiciones sin control
La ambición de la persona individual no tiene límites. Todo lo quiere para él y entonces busca el sometimiento de los demás a sus caprichos generando en la sociedad un utilitarismo banal. Son los esclavos modernos del liberalismo y del socialismo.
Sin Dios, tenemos personas enfrentadas que se multiplican en los hogares, en ambientes laborales y en la sociedad en general.
La amargura del odio
Cuando falta el amor ordenado aparece el odio que es amor desordenado y el odio hace más graves los enfrentamientos. Es así como se minusvalora la vida humana y crecen los asesinatos de todo tipo y las guerras, inexplicables para las grandes mayorías, porque se olvidaron que el “hombre es el lobo del hombre”
El ser humano, si no usa bien su entendimiento y su voluntad, es peor que el más fiero de los animales.
La inclusión de Dios
Se hace urgente recordar que las sociedades de hoy deben incluir a Dios y no expulsarlo. Cada persona debería incluir a Dios en su propia vida. Esa es precisamente la libertad. Dios es la verdad y Él es el que nos hace libres. “El que pueda entender, ¡que entienda!”
Para tener en cuenta:
“El odio es un sentimiento profundo e intenso de repulsa hacia alguien que provoca el deseo de producirle un daño o de que le ocurra alguna desgracia” (Diccionario).
“Hay que tener claro que el lenguaje no es solo una vía para comunicarse con otras personas: tiene la capacidad de modificar la realidad. Puede cambiar, a través de sus ramificaciones y sus usos, la forma en la que la sociedad observa los hechos que ocurren a su alrededor. Es capaz de unir a un pueblo mediante discursos populistas; hacer que se sienta imprescindible, especial y mejor que el resto. También, puede ayudar a manipular mediante la palabra escogida o el eufemismo correcto y conseguir que millones de personas vean normalizado un tiro en la nuca…” (El Salto, Pensamiento).
“El odio rencoroso y vengativo tiende a inciter al odio rencoroso y vengativo en otros. El que odia detesta más a aquellos que se sienten indiferentes frente a su odio rencoroso y vengativo, y harán cualquier esfuerzo para incitar también al otro al odio rencoroso y vengativo” (Lichtenberg, Joseph y Shapard Bárbara).
“El voluntarismo, en este marco, considera que la voluntad es el valor primordial de un individuo, rechazando que existan leyes objetivas en la sociedad y en la naturaleza. Puede decirse que le concede mayor importancia a las emociones y a los sentimientos que a lo raciona” (Diccionario).