Algunos dicen que “aún estamos a tiempo” y que “siempre hay posibilidades de enrumbar al Perú”, pero lo cierto y lamentable es que el tiempo ya pasó y las posibilidades no existen, porque es momento de acciones y decisiones, mientras más enérgicas, irrompibles y sostenibles en los que las impulsan, se dará el milagro de reversión del tiempo perdido y la bendición de una posibilidad eterna. No hay más, no hay inventos por descubrir, no imaginen protagonistas de otras realidades, aterrizando en la Plaza de Armas.
No existe una oposición identificada (respaldada, ignorada o rechazada, no existe). Y ese espacio enorme está hoy en día en manos de los medios de comunicación, que juegan al rechazo, al apoyo y al ninguneo. Son los medios los que se imponen como “voz reflexiva”, “voz opositora” o “voz de consenso”. Y si en ese intento dan vueltas y vueltas, la credibilidad de los ciudadanos -felizmente- no les acompaña.
Entiendan con claridad: que los medios se impongan, no quiere decir que los medios son aceptados, sino que ellos, los medios, usan el espacio que nadie ocupa, el de la voz del pueblo. Y lo podemos verificar.
El rechazo a los medios escritos (periódicos, diarios, semanarios, revistas, panfletos, pasquines) tengan el nombre que les pongan, supera ampliamente el 84% y viene subiendo más rápido que el rechazo al imbatible en el repudio, el Congreso de la República.
El rechazo a los medios radiales y televisivos (de señal abierta, de cable, pre pagos, virtuales, digitales, radioemisoras locales, megáfonos con locutor en los mercados) pónganle el nombre que sea, supera consistentemente el 81% y sigue aumentando con mayor rapidez que el rechazo que genera la señora Boluarte, la fanática de los autógrafos y selfies.
El rechazo condenatorio a los que usan medios tiktokeros, podcasteros, yutuberos o con grabaciones en sus páginas “gueb”, sea cada mañana, sea una vez a la semana, está subiendo como un fuego inapagable que los extermina, al punto que han perdido todos ellos, más del 60% de suscriptores y logran un rechazo que llega al 90% habiéndose generalizado en sus cuentas bancarias: la gente no renueva suscripciones, la audiencia se reduce a niveles paupérrimos, se les van los anunciantes y si bien quedan registrados por el momento “los fans, likes y seguidores”, está demostrándose que cerca del 70% de los mismos, son bots, inventos, fantasmas, cuentas falsas y de alquiler (para generar falsas imágenes de respaldos inexistentes).
El pedido lastimero de los fracasados que vivían y cobraban del Estado, en forma directa o indirecta, es un hecho. Ya ni sus propios familiares colocados en direcciones de ministerios o en cargos inexplicables en los organismos reguladores o empresas públicas les apoyan, ni les yapean o plinean entre familia, porque ni entre ellos y ellas se respetan o “colaboran”, sabiendo cómo piensan, actúan y se decapitan.
Por eso, hoy en día, para ser oposición, que se necesita a gritos y exigencias de tiempo acabado, hay que oponerse al gobierno de Boluarte-Otárola y su agenda de figuriterismo y pobreza, hay que oponerse a las izquierdas del odio y del resentimiento (acompañadas de agresión y violencia) y hay que oponerse con mayor fuerza a los medios de comunicación de alquiler, a los vendidos de siempre, y que sus caritas y muecas de la nueva religión que quiere fanatizar en sus verdades e hipocresía, también desaparezca.
Deslagartizemos el país, enterremos esa parte innoble de la historia que aún subsiste como herencia de lo más degradante y malvado que la unión de una prensa miserable, un criminal empoderado junto a esos medios y una izquierda de odios y placeres, impusieron en un país sin líderes y desmotivado, pero que aún respira con aires de dignidad y esperanza, porque la Libertad, avanza.
Lean, infórmense y expliquen mejor, no le respondan a los piratas de la Democracia, señalen el rumbo, pongan la agenda, transmitan unidad entre iguales y estemos todos alertas para la tarea de ahora y de siempre, porque para ser oposición, hay que enfrentar a tres enemigos y construir un solo camino.