Más allá de la discusión política sobre si la señora Boluarte debe renunciar para que el actual presidente del Congreso (Nota: ejerce ese cargo solamente hasta el 27 de julio de 2023, fecha en que se debe elegir a su reemplazante), conforme a lo estipulado en la Constitución Política del Perú asuma la presidencia de la República y convoque de inmediato a elecciones según el siguiente debido proceso constitucional:
“Producida la vacancia o la renuncia, se debe activar la línea de sucesión que está definida en el artículo 115 de la Constitución, que establece el orden de sucesión al Presidente de la República, señalando que por impedimento temporal o permanente del Presidente de la República, asume sus funciones el Primer Vicepresidente. En defecto de éste, el Segundo Vicepresidente. Por impedimento de ambos, el Presidente del Congreso”
La Constitución no dice “por un nuevo presidente del Congreso” sino “por el presidente del Congreso”, el que está en el cargo para el cual fue elegido. Sin embargo, han ocurrido dos anteriores sucesiones en medio de vacíos legales, confrontaciones políticas y luchas de intereses que obligaron a renunciar a los presidentes del Congreso, elegir sus reemplazos y éstos –Valentín Paniagua primero y muchos años después, en un escenario parecido, Francisco Sagasti- asumieran la presidencia de la República al ser elegidos “en esa presión de intereses” presidentes del Congreso y temporalmente encargarse del proceso de convocatoria a elecciones.
“Se debe entender que el Presidente del Congreso continuará ejerciendo las funciones de Presidente de la República mientras tienen lugar dichas elecciones y que deberá retornar a sus funciones como congresista una vez que el Presidente de la República elegido en dichos comicios haya asumido su alto cargo” ha escrito con acierto Hubert Wieland Conroy, Magister en Derecho Constitucional. Diploma de Estudios Superiores en Relaciones Internacionales de la Universidad de Ginebra.
Y añade el Dr. Wieland: “El artículo 115 de la Constitución no precisa si las elecciones que deben ser convocadas de inmediato por el Presidente del Congreso son generales o no, ni para qué período, pero se debe entender que son elecciones únicamente para Presidente y Vicepresidentes, y con la finalidad de completar el período constitucional del Presidente vacado. Solo así se podría asegurar que los períodos presidenciales coincidan con aquellos parlamentarios, de conformidad con la tradición constitucional peruana”. Pero en el Perú, hecha la Ley, hecha la trampa o digamos mejor en forma más elegante, hecha la oportunidad (de algunos). Y por eso, nada de lo constitucionalmente señalado se ha cumplido, sino que se modificaron normas de ese rango para que se pueda “acomodar el escenario político” eligiendo también a nuevos congresistas, por el período a completarse (de la presidencia).
Como vemos, leyes claras que se esquivan, enredos diversos que se imponen, soluciones que rompen el esquema del debido proceso constitucional y el Perú, a la deriva secuencialmente en estos tiempos. ¿Porqué no falló el sistema cuando Paniagua asumió la presidencia? Porque todavía habían, subsistían, sobrevivían partidos políticos y también, líderes políticos (Luis Bedoya Reyes, Alberto Andrade Carmona, Alan García Pérez) que fueron duramente golpeados en el tiempo, pero que actuaron con prudencia para esa recomposición política nacional. En cambio, con el caso Sagasti, los cárteles de la política lograron sus mejores momentos de división y caos, porque ya no existen organizaciones políticas nacionales, sino grupos electorales que se juntan en cada proceso para ver qué capturan y por cuanto tiempo.
En todo este recuento de idas y vueltas, sale la pregunta, necesaria por cierto: ¿Será una mujer quien reemplace a Dina Boluarte?
Veamos las posibilidades si se desarrolla un proceso electoral presidencial (pero no “uno” para cubrir el tiempo que resta hasta el 2026, sino lo que debe de ser, un proceso electoral presidencial para cinco años de ejercicio).
En el primer lugar se encuentra Keiko Fujimori y a distancia sideral, la eterna sexto, octavo o cualquier otro lugar, la comunista Verónika Mendoza. ¿Alguien más? Podrían lanzarse o aspirar a la vergüenza algunas otras también comunistas como la Glave, Huillca, o la indefinida Paredes, quizás alguna del grupo del prontuariado Cerrón –si es que están en Libertad o cumplen su condena-, pero ni una sola se acerca a la Mendoza y ella, no es ni una mínima expresión electoral frente a Keiko Fujimori.
Para no dar muchas vueltas, no es visible una potencial candidata mujer por el APRA (por ahora), tampoco por Acción Popular aunque María del Carmen Alva lo desea fervientemente, menos por el PPC que no existe ni en esfuerzos de reinscripción, muchísimo menos por los Morados que entre ellos se renuncian y reducen. ¿Nuevas figuras mujeres? No se les ve, no se les escuha, no se les siente, aún.
Keiko Fujimori está desarrollando una interesante e inteligente labor partidaria por un lado y de acercamientos en el otro punto de impulso. Eso suma y eso es lo que les da miedo a los comunistas.
El 2026 se ve claramente como la opción de darle al país el rostro que merece y no el desastre que nos ha sucedido tantos años, donde el odio pudo más que la Patria.