Todos los que “gobiernan”, ya sea desde el poder ejecutivo (ministros, viceministros y miles de burócratas que trae cada presidente y los partidos que lo ayudan a vaciar las arcas del Estado, además de los que se quedan entornillados como si los puestos de confianza fueran permanentes), desde el Congreso de la República, desde las “agencias de empleos familiares y cadenas de corrupción” o Gobiernos Regionales -y como ventiladores de pequeños, medianos y grandes delitos- desde las dos mil municipalidades (entre provinciales y distritales que tiene el Perú), a los que se deben sumar los organismos reguladores y las superintendencias, empresas estatales y un sinfín de planillas que absorven recursos públicos en forma directa o indirecta, nos cuestan el 80% del presupuesto general de la nación… para seguir retrocediendo y no avanzar en al ruta del orden, progreso y desarrllo en Libertad.
Una encuesta muy amplia, se resume en que de cada 100 peruanos, 92 están molestos con el gobierno, el congreso, los gobiernos regionales y las municipalidades, porque “no hacen nada”, “roban el dinero del pueblo”, “usan el Estado como su chacra”, “creen que los ciudadanos somos sus sirvientes”, “sienten que están seguros con la impunidad”, “se protegen entre ladrones”, “nada les va a pasar”, “sus hijos y nietos serán sus sucesores en el crimen contra el pueblo”, “nadie pone freno al delito”.
Es muy interesante que en esa encuesta privada, el 95% afirme que “los medios de comunicación, son los aliados de la corrupción”, porque eso revelaría cómo ha ido evolucionando la prensa escrita, televisiva, radial y virtual, en relación al comportamiento de las autoridades corruptas y el silencio o “defensa” que algunos medios efectuaron por ejemplo, con los relacionados a Odebrecht, ¿o no es así de evidente?
Estas verdades, nos llevan a escenarios complicados porque el desborde del Estado es tal, que se genera un rechazo a todo lo que sea sinónimo de “gobierno”, ya que se interpreta conforme se ha descrito líneas arriba: “ladrones”. Y esto, es lo mismo que le ha pasado a la palabra “política”, donde todo lo que se relaciona a ella, en la actualidad, recibe los peores calificativos.
¿Vamos hacia la anarquía? Podemos pensar y decir que si no hacen nada bueno y cobran por hacernos daño, ¿Para qué tenemos “gobernantes”? ¿O tal vez, quizás, ya debemos dejar de ser espectadores para unirnos en varios frentes de rechazo, condena y sanción a los que gobiernan tan mal? A ver pues.
Imagen referencial: Alegorías del mal gobierno, Museo de Arte Carrillo Gil MACG, Ambrogio Lorenzetti.
“El mal gobierno se presenta como la tiranía: la dirige un monstruo de cabeza cornuda, rodeado por figuras que encarnan la avaricia, el fraude, el conflicto y otros vicios. El impacto del gobierno del tirano es evidente en la ciudad tanto como en el campo: escasez, destrucción, guerra, miedo y crueldad. Hay violencia por todos lados y el mal gobierno aprovecha su poder y recursos para destruir y seguirse enriqueciendo. Por falta de planificación urbana, la ciudad se vuelve un caos. Porque no hay protección gubernamental, el medio ambiente se destruye”.