El asunto del Obispo de Shanghai no es menor. Tanto que el propio Cardenal Secretario de Estado se ha visto en la contingencia de dar explicaciones.
Como se recordará, el gobierno chino, violando un acuerdo con el Vaticano aún desconocido, transfirió en abril pasado a Mons. Joseph Shen Bin de la diócesis de Haimen a la diócesis de Shanghai. Sí, está bien dicho: no fue el Papa, fueron las autoridades chinas, por lo que la instalación de este obispo en su nueva sede se hizo sin la aprobación de la Santa Sede.
Cuando salió a luz la noticia, la Santa Sede se declaró perpleja, y afirmó que se estudiaría el caso. El asunto fue finalmente zanjado el pasado 15 de julio, cuando el Cardenal Pietro Parolin anunció que el Papa había decidido aprobar la designación de Mons. Shen en su nueva sede, con la intención de “remediar la irregularidad canónica creada en Shanghai, teniendo en vista el mayor bien de la diócesis y el fructífero ejercicio del ministerio pastoral del Obispo”. La sede de Shanghai había permanecido sin obispo por una década.
Entrevistado por Vatican News, el Cardenal Parolin afirmó que es “indispensable que todas las designaciones episcopales en China, incluidas las trasferencias, sean hechas por consenso, según lo acordado, y manteniendo vivo el espíritu de diálogo” entre la Santa Sede y China.
Las palabras del Cardenal revelan un poco más el contenido de dicho acuerdo sino-vaticano, del cual hace rato se especula que faculta al gobierno chino para presentar los candidatos al episcopado, entre los que el Vaticano designaría a los obispos.
Esta es la segunda violación manifiesta del acuerdo.
El año pasado las autoridades chinas ordenaron la instalación de Mons. John Peng Wiezhao como “obispo auxiliar de Jiangxi”, una diócesis que no es reconocida por la Santa Sede.
El estatus especial de la Iglesia en China, por no decir las irregularidades, incluyen otros elementos. Entre los otros tópicos que el Cardenal Parolin dice que deben aclararse con China, están la evangelización, la conferencia de obispos, y la comunicación entre los Obispos chinos y el Papa.
El purpurado pide la existencia de una conferencia episcopal con “estatutos apropiados a su naturaleza eclesial y misión pastoral”, además de un establecimiento de una comunicación regular entre los obispos y el Papa. De hecho Mons. Shen Bin, aunque fue ordenado obispo en el 2010 con la anuencia de la Santa Sede, es visto con recelo por muchos católicos en parte por presidir el llamado Consejo de los Obispos Chinos, una especie de conferencia episcopal sancionada por el Estado, no reconocida por el Vaticano. El prelado ya había sido vice-presidente de la muy cuestionada Asociación Patriótica Católica China, que es en la práctica un órgano del Partido Comunista.
Lo cierto es que las voces críticas hacia ese acuerdo, que aún tiene el carácter de provisional, aumentan.
Tal vez la mayor crítica de fondo es que el Vaticano está permitiendo la creación de una Iglesia nacional no católica, bajo el control de las autoridades comunistas. Y que el acuerdo justifica la persecución que las autoridades chinas siguen ejerciendo contra los ‘clandestinos’, que se niegan a aceptar los postulados comunistas como integrales de su fe.
La “sinización”
De hecho, las autoridades comunistas han sido muy claras, tanto en declaraciones como en medidas gubernamentales, en la necesidad de lo que ellos llaman “sinización” de las religiones, una adaptación de las religiones a la realidad china, que analistas califican como una simple sujeción de la religiones a lo deseado por las autoridades comunistas.
Como ejemplo de esto, se cuenta que un mes después de la instalación de Mons. Shen Bin en Shanghai, autoridades de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino visitaron la ciudad para evaluar el progreso de la “sinización” de la diócesis.
Y por si le quedara alguna duda a Mons. Shen Bin de lo que le puede ocurrir si no camina en esa vía, ahí tiene el ejemplo de Mons. Thaddeus Ma Daqin, que fue elegido como auxiliar de Shanghai, pero que denunció a la Asociación Patriótica Católica China durante su misa de ordenación el 7 de julio de 2012. Esa noche fue puesto bajo arresto domiciliario en el Seminario Sheshan, donde permanece hasta el día de hoy.
Por en cuanto el Cardenal Parolin dice que continuarán los diálogos con el gobierno chino. Diálogos que cada vez suscitan más inquietudes y rechazos, incluyendo el de muchos católicos en China –algunos dicen que la mayoría, que afirman la Iglesia en China ha sido abandonada por el Papa, y que el acuerdo sino-vaticano es el peor documento que se ha podido firmar con el Partido Comunista Chino, para no decir que el Cardenal Parolin es el peor diplomático que les pudo haber tocado, débil con los fuertes y fuerte con los débiles.
“la situación de los derechos humanos en China se ha deteriorado gravemente bajo el gobierno autocrático de Xi Jinping, especialmente para los creyentes religiosos.
«Informes fidedignos han expuesto el programa del Partido Comunista Chino (CCP) de esterilizaciones forzadas y abortos de musulmanes en Xinjiang, su abuso de sacerdotes católicos y laicos, y el asalto a casas protestantes, todo los cual es parte de una campaña de «sinización» para subordinar Dios al Partido, mientras promociona al propio Xi como una deidad ultramundana. Ahora más que nunca, el pueblo chino necesita el testimonio moral y la autoridad del Vaticano en apoyo de los creyentes religiosos de China”.
Con información de CNA y Acción Familia, vía Gaudium Press