El actual gobierno (de izquierda, que no se dice de izquierda), al igual que el anterior de donde proviene (de izquierda, que sí se dijo de izquierda), han hecho de los viajes al exterior una suma de escándalos y la mejor forma de evadir responsabilidades, adquiriendo responsabilidades penales y políticas que van a ser procesadas en su debido momento, ya que por ahora, la coraza que los cubre es muy fuerte y se maneja con los mismos recursos que les sirven para viajar.
Escuchen, lean bien: La señora Boluarte no ha logrado nada en sus tres primeros viajes “excepcionales” y en el que el Congreso cómplice le acaba de autorizar de forma “excepcional”. Esas son las tonterías que ocurren a diario en el Perú: se permiten excesos, placeres mundanos y gastos irracionales. Sin embargo, la acción de gestión y gobierno, el trabajo efectivo, con indicadores y evidencias, el ejemplo en el manejo de “la cosa pública” es una absoluta verguenza. La cosa pública -por si acaso estimados lectores-, es la que “legamente está destinada de forma permanente a un servicio de utilidad general. Es la que se refiere a un bien del que todos pueden aprovecharse por estar entregadas al uso público” (el dominio público).
Estamos en una crisis general, el país está paralizado y ni un solo segundo, ni un solo minuto de los viajes efectuados y por efectuarse, han logrado o van a lograr un dólar de inversiones, un centavo de apoyo en fondos para el desarrollo. Son viajes de fotos para el Facebook de los viajeros y todos los que viajan, siendo funcionarios del Estado, pagados con el hambre del pueblo, son unos sinverguenzas y unos fracasados políticamente y funcionalmente, porque sólo unos sinverguenzas son parte del dispendio, en momentos donde es evidente que se van de viaje para nada positivo (para el país en su conjunto).
El pretexto de los viajes al exterior es un virus que se apodera de los burócratas, ministros y congresistas, para gastar improductivamente, esa es la verdad, lamentablemente.