Desde que llegó Pedro Castillo a la presidencia del Perú, el universo de la izquierda tuvo una serie de complicaciones integrales que le han llevado desde el racismo más evidente hasta la negación absoluta de sus propias palabras y actos, los que jamás han sido un aporte al país, ya que cada acto y palabra de ese sinuoso campo de odios y resentimientos, representan siempre la ambición por el poder y el dinero de procedencia pública (tus impuestos por ejemplo).
El Perú viene siendo sometido a una suma perniciosa de los caviares y una sucia prensa coordinada para someter al país a los intereses de los más oscuros grupos de presión y de poder (que no son lo mismo). Y cuando decimos grupos de presión y de poder, es necesario mencionar de forma más amplia, quiénes son o de dónde vienen: mini cárteles del control y sujeción laboral en obras de construcción civil (que usa a las personas como elemento de fuerza y violencia), mini cárteles del contrabando (del norte, del nor oriente, de la amazonía, del sur, del altiplano, de la cabecera de playa que es Lima y el Callao), mini cárteles del narcotráfico que están en alianza comercial con los grandes cárteles latinoamericanos (como proveedores), mini cárteles de compra-venta y apropiaciones ilegales de terrenos públicos y privados (con los generan un círculo de intereses de legalizaciones, inversiones y reconocimientos territoriales que van desde el nominativo hasta la consigna de ser distrito), mini cárteles de la información y los medios de comunicación (con un amplio abanico de redes que no hacen periodismo sino activismo), mini cárteles del dinero negro para préstamos y financiamientos (desde el gota a gota que responde por zonas a cuentas de administración, hasta “bancas” paralelas informales), mini cárteles electorales de la política “partidaria” (que organizan supuestas colectividades sin ideas y sin programas, para tener presencia en instancias de gobierno local y regional principalmente), mini cárteles en la minería ilegal y contaminante (que operan en la exportación de lo que extraen junto con los cárteles bolivianos y venezolanos principalmente), mini cárteles de la pesca depredadora que arrasa en todo el Mar de Grau (y que es el enlace perfecto con las grandes flotas chinas), mini cárteles de la tala ilegal (que es dueña de extensas áreas en la Amazonía), mini cárteles del juego, la trata, el deporte y las apuestas (donde el desarrollo, la organización y la supervivencia es controlada con formas de subvenciones y auspicios)… y hay más mini cárteles, los que se dan la mano unos a otros en alianzas por zonas y regiones para no ser tan vulnerables si se tratase de una sola organizacion a nivel nacional y por eso, todos dependen, en sus especialidades, de sus cárteles externos.
Señalamos esta arquitectura delictiva para ver el panorama completo de la política que rige en el país desde hace unos treinta años, dominada por los caviares que en una secuencia escalonada, fue dejando su racismo oculto y reprimido, “para permitir” que los de la izquierda que ellos llaman “ignorante” vayan ingresando en distintas escenas del poder pero bajo su dirección y control. Es decir, la secuencia, la nueva promoción de liderazgos o caras dirigenciales en las izquierdas, fue “autorizada y promovida” por los caviares de los medios y de las oenegés que arman los libretos y discursos, con los resultados torpes que vemos cada tiempo electoral, porque “no era un asunto racial la apertura democrática” sino escoger a empellones a cualquiera -en cualquier izquierda-, que pudiera ser manipulable y a la vez, sujeto de pago.
Hoy en día, esa evolución de la involución -los cholitos de la izquierda, como les dicen en voz baja los medios y oenegés de la caviarada-, ha traído su desembalse absoluto pero con un gran problema: la revolución de los cholitos, que han tomado cargos públicos en todos lados, cargos antes “inalcanzables” sino eras parte del cogollo propietario de los estancos de las izquierdas. Todo ello ha traído un nuevo enfrentamiento en las izquierdas, pero no es un asunto ideológico o de posiciones interpretativas de su matriz marxista (pro chinos, pro cuba, más cercanos a Venezuela y Bolivia, pro Corea del Norte, afines al grupo de Puebla, adscritos al Foro de Sao Paulo…), sino por prioridades de bolsillo, dinero.
La izquierda dividida, se fragmenta más y se enfrenta el grupo de los cholitos (que tiene un lado radical y otro “conversable”) con los residuos de la caviarada (hoy multi dividida). Los blanquitos de las izquierdas se tapan la nariz, se echan desinfectante en las manos y caminan por otra vereda.
Resultados: Taquicardia en la caviarada por Cerrón, infarto en sus medios, porque alguien con “mil adjetivos deningrantes”, está en una posición de poder en el Congreso, otro está en la Defensoría del Pueblo, ahora van a poner otro en el Tribunal Constitucional y así, poco a poco se va extendiendo la siembra extremista de la vanguardia revolucionaria de una izquierda polpotiana, capaz de encender la violencia y justificarla. Y todo esto es gracias a los caviares, que se van quedando sin ubicación, que con sus reformas vizcarrianas y sagastianas permitieron que el Perú sea siempre lo mismo en su camino: lo peor de lo peor, pero peor.