El asesinato de un cantante, el homicidio efectuado a conductores de transporte urbano, asaltos con extrema violencia en establecimientos comerciales de zonas residenciales populares, el hurto diario de celulares y dinero a cualquier persona en la vía pública, no es algo que haya dejado de observarse, sino que ahora es parte del día a día de los peruanos, como lo es en Chile, Ecuador, Brasil y muchas otras naciones. ¿Es esta afirmación de lo que sucede, un justificativo? De ninguna manera, pero guarda una relación evidente, ya que las leyes “tan modernas y nuevas” no han servido para nada. Y esas leyes, en casi todos los países mencionados, se dieron en gobiernos de izquierda, legitimando a los actores del crimen, otorgándoles “nuevos derechos superiores” frente a las víctimas y en relación a los elementos del Estado responsables de la prevención y represión.
Hoy día, ser un efectivo policial es equivalente a ser un delincuente (según las normas legales) ya que ambos, el policía y el delincuente, deben tener igualdad de potencia en el calibre de sus armas, a fin de justificarse una detención ejerciendo el uso del arma de reglamento. Así un feroz homicida experto en asesinar con cuchillos, debe exigir al Policía que no use su pistola calibre 38 porque está “en ventaja” sobre un protegido delincuente.
Añadido a ello, los centros de readaptación social, penitenciarías, cárceles o como quieran llamarles, son espacios de adoctrinamiento y perfeccionamiento delictivo que antes, siendo pocilgas de hacinamiento inhumano, por lo menos tenían el letrero de “universidades del delito”, donde mejoraban sus habilidades criminales los miembros de la colectividad del hampa, pero ahora y desde hace algunas décadas, han subido de escala de post grado, por lo que son adoctrinados dentro y desde afuera, para superar etapas y ascender en una nueva forma de captura del poder (no se trata de dinero, se trata de poder de decisión sobre la sociedad). Por eso, existen muchas formas de reconocer -injustificadamente- a los convictos y confesos, como resocializados, readaptados, ciudadanos que pueden y deberían ser los conductores del país. ¿No me creen? La lista es tremenda y larga, denle una mirada a los miembros del Congreso de la República de cada país, para que se vayan asombrando. Y, no me digas que no, porque lo sabes, lo hueles, lo percibes, se siente en el aire enrarecido de cada día y cada noche.
Es así que ante hechos dolorosos como la muerte violenta de alguien, nos molestamos y seguimos caminando, no nos impacta adentro, en el corazón herido por la evidencia que nos muestra la realidad. Estamos diciendo que nos indignamos y nada más. Por eso, todo queda en nada, no somos nada.
Las dos ultimas marchas donde los cantantes de algunos grupos musicales dijeron que irían y no fueron o luego volvieron a decir que lo harían, fueron un show, nada más, cero efecto. ¿Porqué ocurre eso? Porque no tienen un solo matiz de liderazgo, ni una sola presencia activa en lo social y humano, ni una sola muestra de solidaridad permanente hacia los demás… pero ellos, esos artistas, lloran por ellos y no lagrimean por el Perú, son egoístas, nada comprometidos, sólo quieren su quincena mientras el pueblo va para abajo. ¿No me creen? Entonces les pido que se pregunten ustedes mismos: ¿Porqué a esas dos marchas, fue menos gente que a un concierto de esos grupos?
Duele decirlo y si no se entiende lo explico en corto: la muerte de una persona, mediante un homicidio, es lo más doloroso y grave que puede ocurrir. Ese acto merece condena, no aprovechamiento, de ninguna forma.
Si alguien desea mostrar su dolor y cólera (no ira, no odio) ante los demás y cree en verdad que hay que hacer una marcha nacional de indignación y lucha por revertir lo que está matando a nuestra sociedad, pues entonces hay que activar la comunicación, el diálogo, la información y generar contenidos en base a objetivos comunes y no para salir en pantalla para obtener beneficios personales y seguir lucrando. Dar el ejemplo, es construir las voces que el país reclama.
Si de la farándula y del escándalo, no pasan a la ciudadanía y el liderazgo… no canten canciones que nadie querrá escuchar y menos entonar.
Imagen referencial, captura de pantalla trailer Los Ausentes