Es bueno aspirar un puesto en una de las diez compañías más prestigiosas del medio, pero un corazón enamorado ama el puesto que desempeña en la empresa en la que ha sido contratado.
Me gustaría tener amigos que tengan contactos, sean inteligentes y graciosas, pero un corazón enamorado quiere y valora a los amigos que tiene gracias al colegio, a la universidad y al barrio.
Es bueno soñar con vivir en un país ordenado, desarrollado y con mucha cultura, pero un corazón enamorado quiere y se ilusiona con el país que le ha tocado en suerte nacer y vivir.
Es bueno acariciar la sensación del éxito, de los reconocimientos y aplausos, pero un corazón enamorado aprecia y se entusiasma con el esfuerzo, la perseverancia y la fortalece que a ellos conduce.
Es bueno tomar fotos de un viaje, de una actividad o de una fiesta para subirlas en espera de muchos ‘likes’; pero un corazón enamorado se abre a la experiencia, la disfruta intensamente y la incorpora a la propia historia para luego contarla con tal pasión y novedad que contagie y meta al amigo, a ese momento de felicidad. La belleza y la alegría quedan cojas cuando se reportan, solo cuando se trasmiten de adentro hacia afuera y cara a cara, mirándose a los ojos, se multiplica y se hace un recuerdo que permanece.
Es bueno dar rienda suelta a la creatividad con ahínco y ánimo realizando la tarea que te atrae y gusta, pero un corazón enamorado hace lo que debe y lo hace bien, aunque la tarea que tiene entre manos no le guste; de manera que, además de adquirir virtud profesional debida, contribuye al crecimiento de su empresa y al bien común en la sociedad.
Es bueno estar al tanto de los acontecimientos, novedades y de lo que está de moda, pero un corazón enamorado es capaz de traer a la memoria para agradecer los beneficios, la dedicación y el afecto que sus padres, amigos y profesores le dispensaron para ser quien es. Usa su memoria para hacer presente los grandes valores y a las personas significativas en sus vidas.
Es bueno buscar la prosperidad material y económica pero un corazón enamorado sabe buscarla ‘fuera de las trampas de la opulencia’ para encontrarla también en las relaciones humanas, en las familias, en los vecindarios, en las comunidades, en el sentido de la vida y en la apuesta por los valores éticos.
Es bueno moverse, hacer cosas, tener la agenda ocupada, andar con prisa porque se está atareado, pero a un corazón enamorado más que el movimiento le importa el sentido y el destino de lo que hace. Por eso más que ser un experto en navegar sobre las olas, cultiva el arte de sondear las profundidades de los acontecimientos porque en su densidad, altura y perspectiva es capaz de encontrar la riqueza y el misterio que aquellos esconden.
Es bueno soñar con tener a la chica más guapa e inteligente pero un corazón enamorado distingue aquello único e irrepetible que tiene por sobre los demás y al mirarla con el poeta le dice “sé que cuando te llame / entre todas las gentes / del mundo, / sólo tú serás tú.”
Un corazón enamorado sin renunciar a defender con argumentos su pensamiento, tampoco a mandar cuando convenga, valora el dialogo, pues está persuadido que siempre el ‘otro’ tiene algo bueno que decirle.
Un corazón enamorado no se acomoda pasivamente con la configuración actual de la sociedad, es rebelde, va contracorriente; porque ama su momento histórico es capaz de ser inventivo, de imaginar nuevos escenarios y tener la valentía de pensar de modo diferente.
Un corazón enamorado no es un iluso soñador, es realista porque conoce, ama y se compromete con quien es, con lo que tiene y con el entorno que lo circunda. Quien ama no se conforma. Quiere ser mejor persona, quiere multiplicar sus cualidades y virtudes y quiere una sociedad donde reine la justicia y la paz.
Finalmente, un corazón enamorado es agradecido, sonríe y es optimista: los problemas son retos, el trabajo, vocación, los otros, personas dignas de respeto, el dolor, madurez y, la vida una gran oportunidad para ser más y mejor persona que contagie y trasmita bondad, belleza, verdad y unidad que la realidad tiene.