La distancia entre callar, esconderse y “salir del clóset” es muy corta. La gran distancia humana, el enorme alejamiento entre hermanos y amigos, de un hijo con sus padres o de los padres con un hijo, es un tema que por siglos ha ido escalando en temores, tristezas y silencios, ocultando una estúpida verguenza, tapando socialmente la verguenza, viviendo en una verguenza inventada que no tiene, ni tuvo, ni tendrá razón de ser.
Muchas veces en conversaciones de grupo, la burla sucia y el remedo asqueroso se emplean para señalar las diferencias como un defecto y una condena, en vez de hacer de las diferencias lo que nos une como personas. Es un hecho humano que quienes se sienten homosexuales (no estoy diciendo esa palabra de la manipulación: se perciben), son personas exactamente iguales a las demás. Son evidencia, no hay que enredarse en discusiones exageradas.
Uno ES y uno SE siente como es. Yo soy mujer y me siento mujer. Rosa es mujer y se siente lesbiana porque ES lesbiana. Yo soy hombre y me siento hombre. ¿Juan también es hombre y se siente homosexual? Podemos decir, Juan es homosexual y se siente homosexual. ¿A quién se daña con esta afirmación personal? A nadie, absolutamente a nadie. No estamos diciendo que el cuerpo de un hombre es “para unos” el de un hombre “y para otros” el de un homosexual. Entendamos bien y seamos amplios en entendernos sin fanatismos de extremistas. No estamos poniendo en confusión la naturaleza humana (hombre y mujer), por el contrario, afirmamos lo que ES, decimos que el SER de las personas es algo maravilloso, que hay que entender y respetar en toda su extraordinaria amplitud y por eso, hay quienes SON homosexuales o lesbianas y no dejan de SER hombres o mujeres. Primer paso.
Pero viene de aquí una diversificación que para unos es intencional, para otros es provocadora, en algunos casos se menciona irracional y finalmente, se declara como un derecho: hablamos de quienes SE definen como se autoperciben (aquí viene esa palabra complicada, autopercibirse).
Una persona es masculina o femenina, es hombre o mujer, físicamente. Las autopercepciones van hacia un abanico extenso donde lo corporal no define las diferencias o autopercepciones y en ese sentido, hay muchos que aprovechan esas particularidades para generar enfrentamiento, de uno y otro lado (de los extremos). Ese es un problema enorme, porque existen críticas y comentarios adversos hacia los que son o dicen SER trans, bisexuales…
Las confusiones van y vienen, las indefiniciones también. El primer punto que hemos aclarado, el primer paso es el del clásico mensaje “salió del clóset”, que felizmente se ha reconvertido de una burla, a una sencilla declaración que no marca un antes y un después, sino un “decirlo”, nada más.
Para no ampliar mucho -por ahora- este abanico de identidades, autopercepciones o definiciones, queremos ir al tema de la homofobia, que es el rechazo constante, ofensivo, agresivo y discriminatorio de personas heterosexuales a personas que son homosexuales o bisexuales y “puede manifestarse de varias formas, como por ejemplo, la invisibilización de las personas LGTBI o los crímenes de odio hacia ellos”.
Es decir, la frontera de la burla y el remedo que se emplean para señalar las diferencias como un defecto y una condena, escalan hacia la agresión sicológica y física, hacia la discriminación educativa, laboral, social y de muchas otras formas. Y aquí también aparece otro tema de conflictividad. ¿Es homofobia que un o una atleta trans sea impedido de participar en una competencia deportiva de mujeres, siendo hombre? ¿Un hombre operado que se siente ser mujer, puede ser incluído en un concurso de belleza de mujeres? ¿Alentar el odio y hacerlo como un discurso constante, no es acaso un peligro para la sociedad?
Como pueden notar, hay muchos temas por discutir, aceptar, definir o rechazar. Nosotros creemos que hay que ser muy respetuosos en entender y defender que ser homosexual o lesbiana NO es un delito y NO es una enfermedad, no es una decisión ni una imposición. Es así, eso es lo extraordinario de los seres humanos.
¿Tenemos que odiarnos porque alguien se siente bien o se expresa con orgullo porque es homosexual o lesbiana? Y en sentido contrario ¿Las lesbianas y los homosexuales, deben odiar a los hombres o mujeres?
Mucho por ir conversando y aquí, lo vamos a conversar, porque “quien sabe, en cualquier momento, ese sentimiento de tener que «esconder» algo como esto, puede aparecer en tu vida cuando menos te lo esperes” (como muy bien reflexionó una niña española, al ser preguntada y escribirlo en su blog).