A diferencia de los desastrosos viajes anteriores, el último periplo de Dina Boluarte a San Francisco ha sido un éxito notable, tanto porque el Perú ha recibido la presidencia pro tempore de APEC para el 2024, cuanto porque se ha visto por fin un replanteamiento muy positivo en el manejo de nuestras relaciones exteriores.
Encabezar las 21 economías más importantes del Asia Pacífico y convertir a nuestra capital en sede, por tercera vez, de la cita cumbre de los líderes más poderosos del mundo enciende una luz de esperanza para que nuestro país remonte la grave recesión económica en la que se encuentra y para que recupere la atracción de lo inversionistas.
Los vínculos con APEC se remontan a la gestión visionaria del presidente Fujimori, quien obtuvo el apoyo de Japón tras la derrota total del grupo terrorista MRTA. En 2008 el presidente García consiguió que la reunión de Lima (brillantemente organizada por el Almirante Luis Giampietri) permitiera que el Perú no fuera arrastrado por la recesión mundial, creciendo en 2% contra viento y marea. Luego, la cita registrada en época del presidente Humala contribuyó a sellar una serie de TLC inclusive a pesar de la retórica izquierdista del régimen.
Ahora, con Javier González-Olaechea en la Cancillería, el Perú nuevamente vuelve a la escena internacional por todo lo alto y eso puede determinar un rebote económico, social y político que rompa la tendencia negativa que se ha apoderado del país no por razones estructurales sino por desconfianza de los agentes económicos. Tal como acabamos de ver en la CADE, los empresarios sí están dispuestos a apostar e invertir en la reactivación; y el mensaje externo es de una positiva expectativa después del arrollador triunfo de Milei en Argentina.
Pero la clave de la recuperación está en la decisión que debe tomar Dina Boluarte: el cambio inmediato del Gabinete. Sin desconocer los aportes iniciales de Otárola es indiscutible que ya no da para más. Ha caído en la mediocridad y la ineficiencia. Sólo con la convocatoria de técnicos y demócratas reconocidos podremos dotar al régimen del liderazgo imprescindible para devolver la seguridad ciudadana, el orden al aparato del Estado, el enfrentamiento a la subversión y la confianza del mercado.
Dina debe entender que es solo una figura constitucional necesaria hasta 2026. El gobierno necesita quien lo conduzca con eficiencia inmediata. ¡Demos el viraje institucional y democrático sin más demoras!