Hace un año el incapaz y corrupto Martín Vizcarra fue vacado por el Congreso de la República con 105 votos. Semanas atrás, en el mes de octubre, había fracasado un intento de vacancia y nada hacía presagiar el desenlace que sucedería aquel 9 de noviembre.
Un año después el comunista Castillo está contra las cuerdas tras el affaire que representa el intento por influenciar indebidamente en el ascenso de dos oficiales (¿serán más?).
Son las casualidades de la vida. Un vacado y otro a punto de ser acusado por incapacidad moral en tan solo año.
¿Tras 365 días qué ha sido de la vida del responsable de la peor crisis por las que ha atravesado nuestro país? Pese a ser inhabilitado por el Congreso, tuvo el descaro (protegido por los que hoy ocupan las jefaturas en el JNE y ONPE) de postular al Congreso “obteniendo” (¿habrá sido así?) la primera votación en Lima. Vizcarra aún se niega a aceptar su impedimento para ocupar una curul en el Congreso y batalla en el Poder Judicial.
Las acusaciones que pesan contra Vizcarra no provienen solamente por casos vinculados a su paso por Palacio de Gobierno sino de mucho antes cuando fue Gobernador Regional de Moquegua, Ministro de Transportes y como Vicepresidente del renunciante PPK. Incluso tiene pendiente enfrentar las consecuencias del golpe del 30 de septiembre del 2018, hecho anticonstitucionalmente con “la complicidad” de 4 tribunos constitucionales, así como su relación con la corrupción de Odebrecht.
¿Qué ha pasado para que un crápula como Vizcarra aún goce de libertad? Sin duda alguna ello es posible por la telaraña de poder que construyó en su paso por Palacio de Gobierno; la misma que incluye diversas instancias del Estado así como la propia prensa que fue su soporte al punto que hubo quienes lo consideraron como “el padre que todos queremos tener”.
La caída de Vizcarra no implicó la liberación de nuestra Patria de manos de la corrupción y de la antipatria. Ello fue así “gracias” a la algarada comunista que posibilitó la caída de Merino de Lama y el ascenso del comunista caviar Francisco Sagasti, que sin su concurso el “triunfo” del comunista Castillo no hubiera sido posible.
Vizcarra es el ejemplo vivo de lo peor que puede anidar un alma. Traición, corrupción, muerte y destrucción de las bases democráticas de nuestra Patria.
La Historia aún no se ha escrito para juzgar a un abyecto ser como Vizcarra y menos aún la Justicia quien aún no lo ha juzgado y condenado por todo el daño que le ha ocasionado al Perú. Tampoco no nos olvidemos de sus cómplices y quienes hicieron posible su existencia política.
Fotografía referencial, captura de pantalal en YouTube