El equilibrismo de Turquía a cuenta de la invasión rusa de Ucrania es fruto del adoctrinamiento de toda una generación de turcos a manos del líder islamista del país, que quiere hacerlos píos. El presidente, Recep Tayyip Erdogan, puede que haya criado una generación de devotos –su objetivo declarado–, o quizá no, pero de lo que no cabe duda es de que ha producido una netamente antioccidental. Este antioccidentalismo hace que Turquía esté de más en la OTAN.
Los líderes occidentales no se dieron por aludidos cuando, en 2006, Erdogan dejó bien claro que Turquía no necesitaba sumarse a la UE “ a toda costa” y que en su lugar podría incorporarse a un bloque dominado por China, Rusia y los países de Asia Central. Tres años antes, en 2013, al adquirir la condición de “socio de diálogo”, Ankara proclamó compartir “el mismo destino” que los miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái –China, Rusia, Kazajistán, Tayikistán y Uzbekistán–, creada en 2001 como bloque de seguridad regional.
Esos mismos dirigentes occidentales quedaron como estúpidos cuando, en 2019, se confesaron “impactados” luego de que Turquía decidiera comprar el sistema misilístico ruso de defensa S-400. Simplemente, ignoraron que Ankara llevaba ya tiempo siendo sólo un miembro a tiempo parcial de la OTAN.
Desde que llegó al poder en 2002, la popularidad de Erdogan ha fungido de elemento ponzoñoso en la sociedad turca, avivando el sentimiento antioccidental, sobre todo el antiamericanismo. La concepción turca de la invasión rusa de Ucrania es una consecuencia inevitable de ello. Según una encuesta realizada por el German Marshall Fund of the US (GMFUS), el 84% de los turcos quieren que su país haga las veces de mediador o permanezca neutral, cifra diez veces superior a la de quienes desean que Turquía sólo apoye a Ucrania. En otras palabras: el 84% de los turcos no apoyan a Ucrania en el conflicto.
La encuestadora local MetroPoll encontró en marzo que apenas la mitad de los turcos creen que su país debería ser miembro de la UE (49,3%), cuando a principios de la década de 2000 ese porcentaje era del 80%. Según la misma encuesta, el 48% de los turcos cree que EEUU y la OTAN son responsables de la situación en Ucrania. Además, los turcos creen que Rusia es su tercer socio más importante.
De acuerdo con el sondeo del GMUF, casi 6 de cada 10 turcos (58,3%) ven en EEUU la mayor amenaza para su país, frente a un 31% que dijo lo mismo de Rusia y un 29% de Israel. El porcentaje de turcos que consideran que EEUU debería contribuir a resolver los problemas globales es de un ínfimo 6%.
Aunque envía afables mensajes de reconciliación a Occidente y a los socios de Occidente en Oriente Medio, Israel incluido, Erdogan sigue avivando el sentimiento antioccidental en Turquía. El pasado 15 de abril, en la inauguración de una madraza (escuela coránica), Erdogan habló de “estos días en que la cultura y el estilo de vida occidentales han invadido el mundo entero”.
Haciéndose eco de la obsesión ideológica de su jefe, el ministro turco del Interior, Suleyman Soylu, afirmó en una entrevista el pasado 14 de marzo que “la ONU, la OTAN y las instituciones globales están colapsando” y que “la UE ya no es relevante como comunidad”. Solylu dijo que el Kremlin no hizo sino reaccionar ante los esfuerzos de EEUU por contener a Rusia “en un tiempo en que la vulnerabilidad de EEUU y de la UE alcanzó un pico bajo como consecuencia de la pandemia”. A juicio de Soylu, la guerra simboliza el fin de la globalización y el auge de los Estados nación.
Cuando no leen los periódicos pro Erdogan, los turcos ven canales de televisión erdoganistas en los que los comentaristas culpan de la guerra a Washington y a la OTAN por su expansión hacia el este. Un conocido almirante saludó la invasión rusa de Ucrania como “un paso hacia al fin de la edad del imperialismo atlantista”, y otro dijo que a Moscú se le atrajo engañada al conflicto para que en los años venideros pueda ser debilitada. Otros aseguraron que Moscú no está masacrando a la gente y que de hecho está abriendo una oportunidad para la paz al no hacerse con Kiev.
Desde el comienzo de la agresión rusa, algunas acciones confusas turcas reflejan el rumbo confuso del país:
– El 25 de febrero Turquía se abstuvo de votar la suspensión de la pertenencia de Rusia a la mayoría de los órganos del Consejo de Europa por su operación militar en Ucrania. “Durante la votación celebrada en Estrasburgo, Turquía decidió abstenerse”, dijo el canciller Cavusoglu. «No queremos romper el diálogo con Rusia”.
– En un artículo publicado en el Wall Street Journal, el ex funcionario de la CIA Paul Kolbe sugirió que “Turquía debería mandar a Ucrania el sistema de defensa ruso s-400”. No obstante, Ankara rechazó la idea de enviar los misiles S-400 a Ucrania para ayudar a Kiev a resistir la ofensiva rusa.
– Aunque Turquía ha bloqueado algunos algunos barcos rusos que bloqueaban a Ucrania en el Mar Negro, según el almirante norteamericano retirado James Stavridis se trata de “un bloqueo ilegal en todas sus dimensiones: no hay una guerra declarada, no se trata de autodefensa, es una violación flagrante e ilegítima de la legalidad internacional diseñada para hambrear a la población y quebrar la economía. Otro ejemplo de la conducta criminal rusa”. Por supuesto, nadie está pidiendo cuentas a Rusia. Turquía está, de hecho, bloqueando todos los navíos, incluidos los de la OTAN, lo que hará las delicias de Rusia; pero no los suministros.
– Mientras que los Gobiernos occidentales impusieron sanciones a Roman Abrámovich y otros oligarcas rusos para aislar a Putin y sus aliados, un segundo superyate vinculado con el multimillonario ruso permanece atracado en un resort turco. Una fuente de Ankara informó a Reuters de que Abrámovich y otros millonarios rusos estaban buscando invertir en Turquía, dadas las sanciones que les han impuesto por doquier. “Quiere hacer algo de trabajo y quizá comprar algunos activos”, dijo la fuente, y añadió que el oligarca ya tiene algunos activos en Turquía. Otra fuente de Ankara dijo que Turquía no estaba pensando en sumarse a las sanciones y que confiaba en que potentados rusos compraran activos e hicieran inversiones.
– El 26 de marzo Cavusoglu declaró: “Los oligarcas rusos son bienvenidos en Turquía”. El mensaje fue captado. El 16 abril el Clio, un superyate propiedad del magnate ruso Oleg Deripaska, arribó al puerto de Gocek. Deripaska, fundador del gigante ruso del aluminio Rusal, ha sido sancionado por EEUU, la UE y el Reino Unido.
– El Gobierno de Erdogan anunció la creación de una aerolínea, Southwind, para llevar turistas rusos a los resorts y centros de recreo turcos. Ankara y Moscú han convenido en que Rusia seguirá utilizando el espacio aéreo turco como si jamás hubiera invadido Ucrania.
– El Wall Street Journal informó en un titular: “Superyates, apartamentos en primera línea de playa y maletines llenos de dinero: los rusos llenan de dinero Turquía”. El artículo decía que decenas de miles de rusos se han plantado en Turquía con maletines llenos de dinero, yates, jets privados y otros activos:
Los rusos están adquiriendo viviendas y otras propiedades en Turquía, aprovechándose de una ley que permite a los extranjeros convertirse en ciudadanos turcos si invierten al menos 250.000 dólares. Muchos rusos pueden sortear las sanciones occidentales transfiriendo su dinero desde bancos rusos a bancos turcos y convirtiendo sus rublos en liras turcas u otras monedas. Todos los países de la OTAN, salvo Turquía, han impuesto sanciones estrictas a Rusia, impidiendo a sus ciudadanos mover el dinero fuera de su país, y a las líneas aéreas rusas que vuelen a los países occidentales, así como confiscando los yates y jets privados de los oligarcas. Al negarse a imponer sanciones a Rusia, Turquía está tratando de reactivar su comatosa economía (…) A mediados de marzo, el banco central turco obtuvo uno 3.000 millones de dólares en solo dos días (…) Ese dinero procedía muy mayoritariamente de depósitos rusos.
Así es como Turquía, miembro de la OTAN, está librando la batalla occidental contra la agresión rusa. A cambio, parece que la Administración Biden ha decidido recompensar a Erdogan. Evidentemente a petición de Ankara, Washington ha tratado de acabar con el proyecto de gasoducto EastMed, que podría suministrar gas a Europa desde Chipre e Israel, vía Grecia.
Según el analista de Gatestone Soeren Kern:
El gasoducto EastMed lleva en desarrollo más de una década. El proyecto israelo-greco-chipriota –al que se han sumado Bulgaria, Hungría, Macedonia del Norte, Rumanía y Serbia– es desde hace tiempo considerado una manera de diversificar el suministro de gas a Europa.
Peor aún: en una carta al Congreso de su país fechada el 17 de marzo, el Departamento de Estado de EEUU manifestó que una potencial venta de cazas F-16 a Turquía estaría “en consonancia con los intereses de la seguridad nacional norteamericana” y sería beneficiosa para la «unidad a largo plazo de la OTAN”.
Grecia, que recientemente ha sido objeto de incontables violaciones de su espacio aéreo por parte de Turquía, debe de estar fascinada.
Turquía ha de empezar a comportarse como un aliado de la OTAN, no de Putin.
Nota de Redacción: Un artículo de Burak Bekdil, Periodista turco. Escribe en Hürriyet Daily News y es miembro del Middle East Forum.
© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio