Doloroso es ver, leer e imaginar a diario cómo se va destruyendo una nación, con tal que los políticos que gobiernan en cualquier poder del Estado, sea desde un ministerio, sea desde el congreso, un gobierno regional o cualquier municipalidad, lo hacen para robar, para mentir y hasta para matar. Esa es la realidad y cuando decimos “para matar”, se entiende que es para matar de hambre, de angustia, de desesperación y de humillación, porque no hablamos de las armas que ordenan disparar o de las leyes que quieren que se cumplan para que la Libertad sea la que muere.
El escenario no es ni el contexto ni la coyuntura, es la película de toda la vida, es un gobierno al que no le importa el país, un Congreso cómplice y la prensa callada (y éstos dos, jugando a limosnas, favores y a las cuotas que se asignan a los que están dispuestos a hipotecarse por lo que sea y cuando sea, en una sola miseria humana indescifrable, pero evidente). Es el Perú a la hora de dormir, es el Perú que no se levanta y es la sociedad política fusilando valores y principios.
Pero eso no es nada, porque a pesar de la heridas y balazos que nos dan, hay una especie de condena mayor que viene acercándose silenciosamente a los mercaderes de la política, tal y como lo anticipamos, lentamente, haciendo que la gente -sobretodo los más jóvenes- dejen de leer, dejen de ver, dejen de escuchar a los medios de comunicación cuyas letras, voces y rostros son de los mismos que maquillados, destruyen al país.
La insostenibilidad de los medios adversos a los valores de la Libertad y la Democracia, la insostenibilidad de los partidos políticos contrarios al progreso y al desarrollo, está hundiendo las viejas estructuras de la mentira que con fanatismo y odio, estaban produciendo gobiernos como el de Humala, el de la dupla mercantilista PPK – Vizcarra, el de Sagasti y el peor de todos, el que inició Castillo con Cerrón y le hizo la posta con Boluarte y Otárola. Todos, absolutamente todos ellos fueron los desencadenantes de la peor crisis en la historia del Perú, crisis que ha ido escalando y ampliándose para llegar a dominar casi todas las estructuras de la sociedad, menos las de la razón y la dignidad, que se están levantando para recuperar y reivindicar la sociedad que queremos para nuestro inmediato presente e inmediato futuro.
El Perú está sellando la lápida de la prensa caviar y toca enterrar a la política cobarde y traidora, para tapiar su tumba. Los asesinos de la Libertad, están con las horas contadas.