La absurda excusa de usar irregular e ilegalmente la estabilidad jurídica, cuando se trata de corrupción envolviendo el delito y envolviendo a su vez la coima, se ha vuelto cosa de todos los días y estamos algo así como “obligados a aceptarlo y defenderlo”.
Actos nulos, hechos delictivos probados, adulteraciones insensatas, nuevos términos para inventos de la justificación de la incompetencia, son parte del aire y la brisa contaminante que nos ataca a diario.
Comenzamos con la ahora increíble “caducidad extendida”, por la cual, vacunas vencidas en su vigencia, vacunas expiradas, se permiten usar sin evidencias por varios meses más, sin Estudios, sin avales de los organismos internacionales responsables, para no darles de baja, para no cambiarlas por nuevas vacunas, para no “perjudicar a alguien que las vendió”.
Seguimos con el “crecimiento negativo” de la economía, que nos hace aceptar que el retroceder es en verdad un avanzar, que no tener ni un centavo de inversión es lograr inversiones y que tener un nivel de desempleo mayor al tiempo de la pre pandemia es “lograr más empleo”. Son frases que se contradicen en sí mismo, pero que el discurso oficial las hace como una especie de “refuerzo” para que de la negación no quede nada más que confusión en la aceptación de lo contrario. Un aburdo enorme por supuesto.
Pero no solamente son frases de idiotez inmensa, sino que ahora existen también inventos de hechos que se superponen en la contradicción, porque no existen. Se ha creado fantasmalmente el “peaje social” para los que no pueden pagar el peaje de Rutas de Lima, el peaje de la corrupción, como se le llama desde que la convicta Villarán generó el crimen como norma de funcionamiento municipal en Lima. Pero, ese peaje social no existe, nadie lo conoce, nadie lo cobra así quisiera pagarlo. Es un bluff que el ministro de transportes ha inventado, al no tener argumentos para rebatir el que no hace nada frente al abuso de los concesionarios de Rutas de Lima.
No quiero desanimarlos más, pero estamos tan cansados de tantas mentiras y atrocidades, que la patraña se deja pasar, el engaño se oye y fluye al costado…y no pasa nada, hasta que un día todo reviente. Ese es el gran problema, la única verdad en camino.