Se tiene que repetir y no callar: nadie gobierna el Perú, estamos muy mal conducidos por una especie de alianza de incompetentes cuya única virtud es seguir tercamente llevándonos al abismo, mientras ellos y ellas (en especial “ellas”) viven creyendo que están por escribir la nueva historia, el nuevo derrotero de la política peruana y en ese afán criminal, pretenden seguir en el poder indefinidamente, algo que venimos afirmando desde el principio de los tiempos de Vizcarra, Sagasti, Castillo y su nueva máscara, Boluarte.
Es muy fácil de entender este proceso. Vizcarra contrató a un grupo de mercenarios de la manipulación publicitaria para que construyan una “nueva figura” política, generando historias, actos heroicos -como ese de sacrificarse para la vacuna, pero en realidad era una propaganda muy mal ejecutada cuando se descubrió la patraña y el negocio criminal de la venta de cupos para vacunarse antes que los realmente necesitados-; a Vizcarra hasta le hicieron historietas o “comics” de un superhéroe y repetían día y noche que él y solo él, era un sacrificado viajero, trabajador incansable, hombre de pueblo, presidente que un día está en la selva y la mañana siguiente, de forma asombrosa, aparecía en los andes… hasta que cayó en su pérfida mentira.
Con Sagasti, hubo partes de ese grupo de manipulación que siguió en la rueda de Palacio y le ofreció una historia más alineada al estilo señorial que siempre ha pretendido demostrar vanamente. Así, se crearon “momentos de ejemplo”, como si fuera un gran estadista, siendo un casual reemplazo, al que también se le descubrieron manejos turbios en el tema de las vacunas y los privilegios para que sean administradas con preeminencia entre sus cercanos ministros, socios y amigos “caviares”.
Con Castillo descendió el nivel al principio, ya que el manejo operativo de los movimientos y discursos de tan poco preparado presidente los dirigían sus asesores nativos, criollos, peceteros. Por eso lo del uso del sombrero al asumir el cargo comenzó a ser el símbolo de su desgracia y no de una identidad popular que se pudo emplear en algunos momentos como distractivo de “pueblo”.
Castillo cometió el gran error de nombrar ministros y asesores de peor nivel del que posee. Todos y todas eran personas plenas de incapacidad e incompetencia. Y una de las evidencias más notorias es la señora Boluarte, su vice presidenta.
Hoy todos vemos como sigue el país en rumbo de desacierto y desconcierto, con un gobierno que no hace nada bueno por el país y con una oposición cobarde, infrecuente, callada y arrodillada, porque tiene esa misma identidad de incapacidad e incompetencia de sus rivales.
Así estamos, peor que antes, pero mañana, será peor todavía.