La Libertad no es lo que me acomoda a mí e incomoda al resto que es mi opuesto, tampoco es lanzar piedras en rostros ajenos y verlos sangrar hasta exterminarlos. La Libertad no consiste en autorizar la lapidación, tampoco en ajusticiar las verdades. En suma, es complejo decir dónde está la Libertad si dominas el poder judicial o si cuentas con dinero sucio y poder perverso para avasallar todas las voces que se encuentran lejos de la tuya, aun cuando parezcan estar enervadas en tu contra.
Hoy en día nos encontramos sorprendidos que el poder judicial siga actuando de forma ajena a los derechos fundamentales de las personas -en general-, aceptando que cualquier palabra sea considerada denunciante, así no tenga un atisbo de sostenibilidad jurídica, ocasionando desprestigio hacia el ordenamiento legal, hacia la administración de justicia y lo peor, hacia la existencia propia de la sociedad porque estamos en medio de una tribu de agresivos dominantes, encerrados en el poder de ajusticiadores comprometidos con el bolsillo y los honorarios de “éxito” antes que con la defensa de algo que se considera perjudicado.
Cualquier idiota interpone una demanda injustificable y se inicia un acto jurídico inválido, sin fundamento, se da curso a lo inimaginable cuando el Juez ha debido impedir que se active un proceso antijurídico, irracional y despreciable. El Juez no es una marioneta de los denunciantes, ni una muralla de lodo que se edifica con tropelías para argumentar despropósitos.
¿Puede un periodista ser denunciado por la comisión de un delito? Por supuesto, claro que sí, es una persona con deberes, responsabilidades y derechos, como todos los ciudadanos.
¿Es un delito escribir un libro y citar, poniendo la fuente, algunos comentarios que ayuden a explicar lo que se está transtimiendo al lector? No, no es delito, ni falta, ni agravio, ni ofensa.
Entonces, ¿Qué ha sucedido con un periodista y el representante de una casa de libros? Ha ocurrido que alguien se ha sentido mellado en su dignidad, se ha autoconvertido en víctima de alguna publicación y contrató a un grupo de abogados dispuestos al servicio legal, para demandar al que consideraba su ofensor.
¿Es su derecho actuar así, denunciando a quien escribió el libro y la casa que lo publicó? Es su derecho, sin embargo, no quiere decir que lo que siente como agresión a su imagen y honor merezca un proceso judicial, porque se requiere contar con fundamentos de hecho y de derecho y en este caso en especial, en mi opinión, no hay asidero que lo sostenga.
El periodismo ha sido atacado, el acto creativo de pensar para escribir, basado en una recopilación de noticias y sucesos, que se dice ahora “trabajo de investigación”, ha sido puesto contra las cuerdas, en medio de la injusticia de un proceso que no debió darse y la injusticia de una sentencia que es írrita en todos sus extremos.
Epílogo: No te gusta que te digan lo que otros mencionaron, no quieres que nadie pronuncie nada de ti y estás metido en política queriendo ser la voz de todos y el presidente de todos, pero… ¿callando a todos?