País de locos y de locuras, enredo de leyes y cableado de reglamentos que cuelgan sobre las cabezas y las vidas de los ciudadanos y sus familias, que no entienden que están siendo ahorcados cada día más por la legislación inventada para aburrir, callar, silenciar, adormecer y suplantar los derechos y deberes, por el servilismo y el pago de impuestos injustificados, para que siga rodando la movilidad del retroceso permanente en una aceptación de la nueva democracia -desvestida democracia- que te dice lo “nuevo” en reemplazo de lo viejo que ha dejado de funcionar, porque la “nueva” forma de hacer o militar en la política ha ido destruyendo las capacidades de pensar, oponerte, sugerir, decidir participar y ser dueño de tu destino. Así te lo han grabado en las escuelas, universidades y medios de comunicación que lanzan a diario “misiles de mensajes de odio y resentimiento sobre tus pensamientos” que al explotar, esparcen dardos de maldad y venganza en una historia nacional que tú jamás has conocido, porque nunca ha existido, pero “la compras silenciosamente por no pensar y por no reaccionar”. Asimilas, te acostumbras a asimilar y nutrirte de ese veneno ideológico. ¿Te das cuenta?
Un país a la deriva, un país que “como que está contento de estar así”, como otros en el mundo, subyugados en esa tontería del nuevo lenguaje inclusivo, que ha hecho que los que odian más y matan más, “se incluyan” en las decisiones nacionales para controlar nuestras vidas. ¿Es esto una gran conspiración? ¿Estamos locos y aceptamos esta locura? La inclusión se usa para excluir, la mentira para imponerse, la crueldad del engaño es la nueva forma de dictadura “del nuevo proletariado” (los manipuladores políticos, no los campesinos, no los obreros, como ha sido siempre, pero más excluyente del protagonismo y la conducción).
Observen detenidamente: la ideologización de la sociedad ha avanzado a tal extremo, que la reencarnación del marxismo y cada faceta que ha desarrollado a lo largo del tiempo como máscaras de engaño son: el socialismo, eso que le dicen progresismo, el academicismo represivo y militante, el periodismo activista que se inquieta ante las verdades y se vuelve negacionista ,el oenegerismo a raudales, un contradictorio y malévolo cristianismo por el encuentro con el socialismo que lo repudia, elegetebeyqus agresivos esparcidos en la mente y cuerpo de los más vulnerables en su identidad por vulnerabilidad en sus conciencias, partidofobia y panfletismo de reemplazo…
Las izquierdas del odio, definidas como la representación vigente y activa del marxismo enmascarado en otros nombres y fachadas “políticamente aceptadas”, sigue un curso de demolición de los pocos espacios de democracia que se resisten a desaparecer o ser cambiados a su vez, por otros nombres (las asambleas populares, frentes de defensa, asociaciones de pobladores, círculo de estudios de participación social…). Son bastante creativos los mastines de las izquierdas del odio para inventarse nombres rimbombantes y darles “seguridad jurídica” a tal extremo, que hasta logran financiamiento legal para destruir la legalidad existencial. Y es que, son como la droga más dañina porque se acercan ofreciendo soñar excitados en la felicidad, pero te llevan al tormento de la angustiante pesadilla del suicidio y de la muerte.
¿Estamos contentos de vivir así, teniendo que soportar un gobierno absolutamente incapaz y corrupto, porque de lo contrario asume otro igual de malo y de corrupto desde el mismo sendero de la izquierda? ¿No vemos que ambos lados son nuestros enemigos absolutos?