Para muchas personas, en especial muy jóvenes, lo que sufrimos en el Perú durante la época del terroismo más sanguinario y asesino de todos los tiempos, es un mito, un relato con poco de verdad, algo que no pasa a tener la profundidad de estudiarlo o conocerlo como parte de nuestra historia, para que jamás se repita.
¿Cómo es eso posible? Es que en la estrategia comunista, de las izquierdas llenas de dinero de secuestros, robos y corrupción desde el poder en los años 1980 – 1990 como primera etapa “de la ilegalidad hacia la legalidad”, la siembra de la ignorancia sobre la historia llevaba a penetrar las estructuras de la educación peruana con fuerza a través de la elaboración de nuevos textos escolares que cambiaron el sentido de la educación y la historia, la formación cívica y el estudio de la realidad nacional. A ello se sumó la organización de sindicatos magisteriales muy agresivos e intentos de participación política en nuevos partidos comunistas (socialistas, de trabajadores, de frentes de obreros y campesinos), como suma de varios colectivos y agrupaciones de fachada, hasta el camino de la violencia del campo a la ciudad, mejor dicho, hacia el terrorismo en la concepción marxista-leninista-maoista aplicada al país.
Decenas de miles de jóvenes, hombres y mujeres, miembros de comunidades campesinas, amazónicas y religiosas, fueron asesinados brutalmente, a machetazos, perforando sus vientres a mujeres embarazadas, decapitando humildes campesinos que cometieron el error de proteger sus cosechas y su rebaño.
Despiadados criminales comunistas estuvieron por años persiguiendo a niñas para violarlas y luego usarlas como esclavas de sus campamentos. Hordas de salvajes comunistas secuestraban niños y jóvenes luego de matar a sus padres, con la finalidad de lavarles el cerebro, dominarlos impúnemente y usarlos como carne de cañón durante emboscadas o enfrentamientos con la Policía o el Ejército.
El Perú perdía a diario cientos de jóvenes que eran víctimas del Partido Comunista Sendero Luminoso. El Perú perdía a diario cientos de familias y aumentaba el número de niños huérfanos, mientras se enriquecían los dirigentes del PC Sendero Luminoso y el MRTA, así como sus aliados de la izquierda caviar, progresista, académica y ecologista que iban organizando sus ONG para luego preparar infiltrados en la burocracia de los ministerios.
Y todo eso lo veíamos y nada hacíamos, más que seguir trabajando y alguna que otra vez protestar o dar la cara, algunos, muy pocos en realidad, hasta que volvió un aire de Libertad, se derrotó militarmente a la mayor agrupación comunista del terror y vino la excesiva confianza del pueblo triunfador, al punto que con el paso de los años y el olvido de las desgracias, se persiguió a los héroes y se liberó a los asesinos, a los comunistas, a los ladrones, a los sanguinarios y miserables que están allí “usando las estructuras legales del Estado, para que triunfe la ilegalidad del camino revolucionario”. ¿O no es así?
Exactamente hoy, eso está volviendo a suceder, exactamente lo mismo.