Que complicado país es Nicaragua, que tiene una bella canción que la resalta como “la flor más linda de mi querer”, en un país adolorido, con una historia de balas y sangre que no para ni con rezos, ni con himnos a la inexistente unidad, porque le salen lombrices a la maldad humana de la izquierda subversiva convertida en gobernante dictatorial, tal y como antes lo fue, tal y como mucho antes también lo era. Así es y ha sido Nicaragua, un país de complicada historia y complicado presente, en camino a su siempre complicado futuro.
“Hasta septiembre de 2022 se contabilizaban 219 presos políticos en Nicaragua, cifra que refleja un aumento de 59 casos, con relación a los 160 presos políticos registrados hasta diciembre de 2021”
Ser preso político no es algo así como “ser un detenido en condiciones especiales y separado de presos comunes”, al contrario, se trata de una calificación y condición infrahumana donde uno está sometido a la tortura, tratos denigrantes, aislamiento en celdas sin luz eléctrica y sin servicios higiénicos (cada cuarto de 2 x 2 metros sólo tiene un hueco que da a las alcantarillas que sirven de ruta al desague mal oliente, con el consiguiente peligro de contaminación por desborde o lo peor, por el ataque de roedores). Los presos políticos duermen sobre el piso de cemento, frío en las noches y sucio y polvoriento en el día. Ser preso político en Nicaragua, es lo más espeluznante que a uno le puede pasar.
“El último día que lo vi -a mi esposo Juan Sebastián Chamorro-, fue hace cinco meses, cuando lo secuestraron en mi casa en horas de la noche, sin orden de captura y sin orden de allanamiento”, le dijo sollozando Victoria Cárdenas al periodista de la BBC Mundo.
“Ocho patrullas llegaron al lugar aquel 8 de junio”, agrega. Policías armados saltaron los muros y tomaron por sorpresa a ella y a su esposo Juan Sebastián, cuando minutos antes se preparaban para cenar. “Él estaba de rodillas con las manos arriba, decía que no estaba huyendo y que por favor no me hicieran nada a mí”
Pero algunos se preguntarán: ¿Quién es Juan Sebastián Chamorro? Chamorro pasó a ser uno de los siete potenciales candidatos opositores a la presidencia de Nicaragua que fueron vilmente arrestados y que siendo conducido a prisión política y aislameinto total, no pudo competir con el dictador Daniel Ortega, quien en su cobarde actitud de saberse perdedor por cualquiera de los siete, ordenó el encarcelamiento de los principales candidatos presidenciales a fin de no tener rivales para asegurarse por la fuerza, un cuarto mandato consecutivo, en el cual su esposa funge de vicepresidente y todopoderosa mandamás. Eso hace la izquierda en latinoamérica y muchos lo ven, pero no lo condenan.
Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro -en ese mismo orden- fueron los primeros cuatro candidatos presidenciales detenidos por el Gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua para despejar de adversarios su carrera electoral hacia el cuarto mandato, ilegal cuarta reelección, donde su esposa, Rosario Murillo desde su cargo de vicepresidente, apoya incondicional y abusivamente, las medidas totalitarias y el uso de la Fiscalía política contra los opositores porque los tilda de “criminales”. Así blindaron la inmoral e ilegal cuarta reelección que además, en paralelo, iba dejando sin personería jurídica a los partidos políticos.
Solamente durante el proceso electoral, el dictador comunista Daniel Ortega y su socia en el poder Rosario Murillo, ordenaron la captura, detención y aislamiento forzoso de 51 periodistas y murieron más de cien jóvenes nicaraguenses como producto de una atroz represión. Sin embargo, para los gobiernos, oenegés supuestamente defensoras de los derechos humanos y los militantes medios de comunicación en Latinoamérica, esa noticia no existía, esos cadáveres no los sintieron y se encubría groseramente, salvo muy pocas y honrosas excepciones el drama eterno de Nicaragua.
A diciembre de 2022, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Volker Turk, dio una magnifica demostración de valor: exigió la liberación inmediata de más de 225 nicaraguenses que están apresados injusta y arbitrariamente en centros de alto riesgo para sus vidas, sin contacto con sus familias y sin asistencia de organismos de protección de su integridad. Turk expresó que es condenable “el trato humillante y degradante” no sólo con los presos políticos, sino con sus familiares, algunos de los cuales son a su vez detenidos sin motivación alguna, sólo con el afán de presionar a quienes se encuentran recluídos para conseguir a la fuerza testimonios contrarios a su propia integridad y lucha, como inventando una disidencia de uso propagandístico.
Pero la dictadura no se conforma con su cuarto periodo de gobierno impuesto en base al fraude, las balas, la muerte y la represión, superando largamente al clan Somoza por cierto, sino que sus objetivos van más alla del encarcelamiento de políticos, dirigentes opositores y periodistas, como en todo proceso marxista, como en toda imitación Chavista, como en cada herencia Castrista. Por eso, casi obligado por la escalada de los crímenes y la exigencia de sus lectores, el diario El País, desde España, no pudo ocultar esta noticia, a pesar de su cercanía ideológica con Ortega y Murillo al titular:
“Once curas han sido capturados en menos de seis meses en Nicaragua, hay dos condenados, un obispo bajo casa por cárcel y más de 60 religiosos han huido o han sido expulsados del país”
En uno de cientos de testimonios se lee: “Fue secuestrado el sacerdote párroco de la parroquia Santa Martha, Managua. El padre Enrique Martínez. Los sacerdotes y la Iglesia Católica exigimos la liberación y el cese de la persecución contra la Iglesia y el clero. Justicia, libertad y democracia”, tuiteó el sacerdote Uriel Vallejos, quien se exilió a finales de agosto pasado, después cuatro días de cerco policial y militar en su parroquia, la Divina Misericordia, en el departamento norteño de Matagalpa (esto también lo tuvo que informar el diario español).
Pero hay un flanco aun más perjudicado, los jóvenes nicaragüenses que están siendo testigos de otro relato, el de la extrema pobreza, la ausencia de formación y educación, la escasez de trabajo, el hambre y la miseria que revientan en desesperación y los obliga a emigrar masivamente, convirtiendo a sus pueblos en una sociedad fantasma, donde la mayoría de los jóvenes se ha ido y tal vez jamás vuelvan.
Unos dicen que irán por un futuro mejor, pero eso no es verdad, porque emigran para tratar de sobrevivir, siendo escasamente educados, con pocos recursos formativos que les permitan despegar en la vida y el trabajo. Es decir, casi sin competencias personales, van a reconstruir sus vidas para darle futuro a sus futuras generaciones que ya no serán nicaragüenses, sino de otra patria, de otra tierra, de otra vereda.
Y mientras tanto, Daniel el dictador Ortega prepara a la encarceladora Rosario Murillo como siguiente presidente de Nicaragua, como para decir que la dinastía del agua envenenada sigua fluyendo desde el desague.
Como verán, el comunista y asesino de Nicaragua Daniel Ortega no se queda en su pobreza moral y miseria humana, sino que tiende a expresarla más allá de sus diminutas fronteras de valor. Así se manifestó sobre el Perú hace pocos días el sandinista y hoy millonario presidente por cuarta vez seguida, en uno de los países más pobres del mundo:
“Simplemente ahí –en el Perú- es el odio de clases, el odio de clases, no pueden ver a un campesino, a un trabajador, a un maestro humilde ocupando la presidencia, para ellos eso es inaceptable, y le empezaron a hacer la guerra, la guerra y la guerra, hasta que le dieron golpe de estado”
Ser dictador y defender a otro pretendiente de dictador, que intentó serlo pero le fallaron los cálculos en su alocada imposición, cobarde plan y autogolpe en el cual lo primero que tenía en mente era su propia fuga si no le salían los delitos como pensaba (asilo en la embajada mexicana previamente acordado con el gobierno de AMLO), demuestra similitudes de origen: marxistas, comunistas, resentidos sociales, odiadores, traidores a sus propias naciones.
Nicaragua apreciados lectores, no merece a un Ortega ni a una Murillo, como nunca mereció a uno o varios Somoza; Colombia no merece a un Petro embriagado en su soberbia y violento discurso de odio, ni México merece a un dislocado López Obrador. Y por eso quizás, tal vez, tuvimos la bendición de ser testigos del inicio y rápido final de un miserable proyecto de dictador que cayó en su propia trampa y fue vacado por infringir la Constitución Politica del Perú, algo que a las izquierdas les duele tanto, como que millones de seres humanos se levanten contra el comunismo y promuevan una mejor Democracia, una mayor Libertad.
Estoy seguro que cuando pueda volver a Nicaragua, también volveré a cantar en Libertad con mis amigos, las más bellas melodías que pueda entonar, por ser “la flor más linda de mi querer”.
Nota de Redacción: La hermosa canción a que hacemos referencia en el título, es interpretada en un video que acontinuación pueden verlo y escucharlo.