Cuando se habla de pensiones de jubilación, muchos –por no decir todos- pensamos que es algo lejano, que aún tenemos tiempo para “eso”; los más jóvenes dicen que preocuparse de algo que ocurrirá en los siguientes 30 o 40 lejanos años, es como pensar en predecir la fecha que ocurrirá un terremoto.
Para los que estudiamos y seguimos de cerca las condiciones del mercado previsional (así se le llama a lo referido a pensiones) comprobamos que nuestro sismógrafo se llena de evidencias cada día y podemos afirmar que el movimiento telúrico va ganando escalas de intensidad progresiva que se han acumulado al extremo de ejercer una presión tan fuerte, que la ebullición y el tsunami desbordarán toda acción de respuesta.
Veamos el panorama: si una empresa va sumando cada año entre cinco y ocho mil millones de soles solamente en déficit de gestión; si le añadimos que recibe cerca de tres mil millones de sus clientes, pero que necesita casi la misma cifra para poder cumplir las obligaciones anuales en pagos de jubilación, orfandad, viudez e invalidez de sus 500,000 pensionistas, así como los costos procesales y pagos de honorarios en 128,000 juicios, además de los pagos al personal administrativo y de operaciones, alquileres de locales, viajes, gastos de representación y suministros….
¿me creerían que hablo de una empresa estatal con más de cien mil millones de déficit que sigue existiendo gracias a nuestros impuestos y a la irresponsabilidad del gobierno?
¿Y qué hace un Estado irresponsable frente a esto? Mantener el statu quo para generar falsas expectativas en las personas, en especial en los más jóvenes, mientras se sigue apropiando de impuestos y aportes de más de un millón de trabajadores cada mes, dinero que nunca les regresará en la medida que esperan para sus jubilaciones.
En otra orilla, en la trinchera opuesta, muy pocos políticos honestos se arriesgan a dar la batalla por el ahorro para las pensiones de jubilación, porque parece poco rentable electoralmente y porque existe toda una maquinaria populista, mayoritariamente conformada por una izquierda torpe y acomodada que ataca con vileza la más mínima expresión en favor de la propiedad privada o del ejercicio del libre mercado, que arremete contra el éxito empresarial que se sustenta en el sistema privado de pensiones, con sus defectos y abusos.
Pero veamos un poco más esta novela del teatro del absurdo: la empresa previsional del Estado, llamada ONP (Oficina de Normalización Previsional) condiciona el pago de pensiones de jubilación a dos primeras exigencias inseparables: acumular más de 20 años (240 meses) de aportes efectivos y tener por lo menos 65 años de edad. Si uno desea jubilarse antes, entonces puede hacerlo a los 55 años, pero con más de 30 años de pagos (360 meses).
El drama comienza cuando uno “cree” que tener las boletas de pagos es suficiente. Las boletas son como el ticket de ingreso al cine, debe verificarse si es verdadero, si se ha pagado el monto correcto. Esas verificaciones pueden durar 3 meses, un año, tres años ¿mientras tanto?
Cuando un joven ingresa a la vida laboral, nadie le explica el significado de estar inscrito en la ONP (porque la ONP no afilia, no entrega un Contrato de Afiliación, ni Estados de Cuenta).
Pagar a la ONP es como hacerlo con un impuesto; el dinero va para el Estado y no hacia una libreta de ahorros para el trabajador. El aporte es automáticamente derivado al pago de la administración de la ONP y las correspondientes pensiones a su cargo.
Ese dinero, no se ve nunca más, no se devuelve como pensión completa. Y al final, así ganes dos mil, cinco mil o diez mil soles, la pensión es la misma: S/.415 soles con una “gran ventaja” …te dan gratificación por ese mismo monto. Entonces, el sismo ha comenzado, la explosión ya se ha desatado.