La verdad, amigos, no tiene propiedad, no es un monopolio, no pertenece a unos privilegiados por ser pobres o tener mucho más que otros, no es exclusividad de mártires ni de ejecutores o verdugos. La verdad es única, aunque vivimos en mundo donde cada quien es dueño de sus verdades (en plural). Sin embargo, en el Perú y en la América latina del siglo de la oscuridad (el veinte y uno), cada gobierno usa lo contrario a la verdad para ponerle ese nombre de manera oficial: “la verdad”.
Es el caso que hace unos pocos días, el señor presidente del consejo de ineptos (de ministros), haciendo uso de su vulnerabilidad y su discapacidad moral, volvió a insultar a diestra y siniestra, repitiendo lo que ya es una letanía de las ofensas en sus palabras: el odio y el resentimiento fabricados, a tal grado que hasta copió a su manera, el cuento aquél que habla de la irónica palabra que le dieron a un hombre que llegando a una residencia ostentosa, sus dueños le preguntaron el porqué si era jardinero, se vestía con terno y corbata, a lo que el humilde hombre respondió que era su vecino y no el jardinero.
Ese tipo de historias falsas y frases manipuladas, que intentan hacer ver que una persona humilde es menospreciada (dice el primer ministro “aun vistiéndose con terno”, como si el terno le condecorase a uno con un grado de principios, valores o distinciones morales por encima de un campesino o un obrero por ejemplo) es de lo más absurdo para cualquier persona, pero causa un grado de confusión en muchas otras cuando no se entiende la palabra oculta (propaganda que se repite y se impregna en la mente), por la cual, se pretende hacer creer que quien no es residente en una exclusiva zona de la ciudad, no merece ser comprendido como conciudadano, compatriota o hermano en la nación, sino ser rechazado por tener un privilegio de “raza”. Así de estúpida es la manipulación intencional que el gobierno hace y para la cual, cuenta con millonarios recursos que usa en redes sociales, movilizaciones, subvenciones y pagos directos a medios que controla.
Esa izquierda del odio, de la corrupción y la impunidad es una izquierda repelente, malpensante, degradante, que requiere ser fumigada, aniquilada con argumentos y un constante discurso de patriotismo que ellos, no poseen ni tendrán porque se sienten de otra sangre, de otra procedencia y con otro destino.
Hay que acabar con la extrema izquierda, la que auspicia y promueve la subversión, la que es una fábrica de odios y que paradójicamente, vive llena de lujos, en las residencias y mansiones más lujosas, con los salarios más exhorbitantes y gozando de privilegios que ni el que trabaja a luz sombra, puede tenerlos en años de sacrifico y ahorros.
¿Los “pituco-comunistas” hablan de privilegios? Deberían verse en el espejo de la realidad o mejor, los haremos ver nosotros ante el pueblo, al que ofenden e insultan a cada rato con su insensibilidad y menosprecio constante.