En las tres tentaciones que Jesús recibe en el desierto están muy claros los modos y las intenciones que el diablo tiene para corromper al ser humano: primero ve una situación de debilidad (como en la que se encontraba Jesús por no haber comido durante muchos días), luego presenta de inmediato la solución ideal, para salir de esa dificultad (las piedras que se pueden convertir en panes) y en tercer lugar espera la aceptación de la persona.
El diablo apunta a las necesidades que puedan tener las personas y les hace ver, que si aceptan su propuesta, obtendrían enseguida los beneficios oportunos.
Querer salir de una situación difícil no es necesariamente una tentación
Cuando analizamos la primera tentación que Jesús recibe, se entiende que todos necesitamos comer, y que pueden haber situaciones de mucha hambre que se deben combatir de inmediato. Satisfacer esta necesidad no tiene nada que ver con una tentación del maligno. Toda persona tiene además el deber moral de salir de una situación que pone en riesgo su salud o la salud de otras personas y para ello buscará la solución más adecuada.
Cae en una tentación el que entra en algo ilícito, que no es justo y que además ofende a Dios
En cambio cuando entendemos que alguien se acerca para ayudarnos resolver un problema o una necesidad imperiosa que nos aqueja, a cambio de dar nuestro sí o nuestro apoyo incondicional, a determinados “negocios” que se ven turbios o informales, se trata indudablemente de una tentación. El diablo está allí para que le demos nuestra alma a cambio de esas bagatelas que parecen que son un recurso que nos libera. Nunca de algo malo podrá salir algo bueno. Lo que empieza mal termina mal, si es que no hay una rectificación a tiempo.
La satisfacción del cuerpo
La tentación es una trampa que si se conciente se cae. Puede ser a través de la comida, el diablo se presenta ofreciéndonos posibilidades de comer rico en exceso y así tener placeres para satisfacer a nuestro cuerpo hasta la saciedad. Podría tratarse del pecado de gula o de la falta de sobriedad para las bebidas.
Es algo que se presenta de tal modo que pone como rídículo el ayuno, la austeridad y el sacrificio. En cambio se ofrece, sin mayor esfuerzo, un paraiso de satisfacciones corporales.
Es el gozo del beneficio propio con las satisfacciones que vienen fáciles y sin mérito alguno. Basta firmar y consentir lo que nos proponen y todo llega enseguida.
Al que cae no le parece que está haciendo algo malo, le parece que está correcto, que es una oportunidad que no la puede desperdiciar.
El orgullo del propio prestigio
En la segunda tentación el diablo le hace ver a Jesús que puede ganar en prestigio y conseguir enseguida que todo el mundo se quede admirado de lo que puede hacer.
Igual hace el diablo con los seres humanos, les hace ver, tentándolos, que pueden ser grandes líderes. Les “dora la píldora” para que crezca en ellos la vanidad y queden convencidos de que pueden ser unos genios que revolucionen todo. Lo único que tienen que hacer es firmar para él y aceptar la propuesta.
La persona tentada ya no ve sus propias cualidades y limitaciones, ve, con la ayuda de ese ofrecimiento, que puede subir muy alto. Con la tentación hincha la vanagloria y desaparece la humildad; y como la humildad es la verdad, esta persona, que acepta la tentación, avanza mintiendo, no tiene otro modo de hacerlo. El “príncipe de la mentira” lo conquistó para su “club”
El que acepta la tentación termina diciéndoles a todos que el futuro será promisorio
En la tercera tentación le dice todo lo que va a tener y el bien que va a conseguir para los demás. Es el sueño del futuro. El tentado, engañándose a sí mismo, promete el paraiso para los demás. Incluso cree que ya, con su presencia, todo está caminando bien y vendrá un progreso, como no ha habido nunca.
Para él todo será mucho mejor y el bien que consiga tendrá una repercusión en muchos sitios. Todos quedará admirados, habrá paz, prosperidad, desarrollo, justicia. La organización humana será perfecta y quedarán en el pasado los males de los que estuvieron antes, que lo hicieron pésimo y fueron corruptos. Así de fantástica es la imaginación del tentado. No ve las evidencias, está obnubildado por la tentación que el diablo mantiene en su mente.
A todos nos toca luchar para ver con claridad la realidad y para ayudar a que otros la vean. Una sociedad donde los que mandan mienten, está totalmente perdida. El mentiroso cree que la mentira es la verdad y lo único que hace es “contar cuentos” y manipular para obtener lo que la tentación le ha prometido.
Para tener en cuenta:
“Después de haber ayunado cuarenta días con cuarenta noches, sintió hambre. Y acercándose el tentador le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes…” (Mt, 4)
“Si eres Hijo de Dios, arrójate abajo. Pues escrito está: dará órdenes acerca de ti a sus ángeles, para que te lleven en sus manos, no sea que tropiece tu pie contra alguna piedra”. (Mt 4)
“Le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: Todas estas cosas te daré si postrándote me adoras”. (Mt 4)