Como publicamos en una entrevista con el programa Canal Livre, en Rede Bandeirantes, Sergio Moro comentó sobre la anulación de las condenas de Lula y el desmantelamiento total de los logros en la lucha contra la corrupción. Sergio Moro afirmó: “La gran verdad es que el mensaje que se está dando hoy en Brasil, no lo digo por la Corte Suprema, sino por el contexto, es ‘vale la pena robar’, ‘el crimen paga’. Y frente a esa realidad dolorosa, yo no estoy de acuerdo con eso.”
Puede que Sergio Moro no esté de acuerdo, yo tampoco estoy de acuerdo y me imagino que usted, también estará molesto con todo lo que estamos presenciando, pero la verdad más evidente que se puede decir del país es que sí, en Brasil vale la pena robar. Más que valer la pena, el crimen paga, y cómo paga. La realidad es inevitable. Peor aún: los deshonestos son aplaudidos y envidiados. Admirados, incluso.
Así comienza su columna Mario Sabino en O Antagonista, y continúa:
Buena parte de los lugares públicos brasileños llevan el nombre de un ladrón, ya sea un ladrón político o un ladrón que compró a un político. Todos debidamente honrados. Hay ladrones de izquierda, hay ladrones de derecha y hay ladrones de centro: roban a los ciudadanos por todos lados, en un raro espectáculo de democracia absoluta. Se roban el dinero de los fondos del gobierno local, las enmiendas parlamentarias y los gigantescos contratos gubernamentales.
Lava Jato fue un punto tan extraordinariamente fuera de lugar en el caso brasileño que llamó la atención del mundo y sufrió la contínua reacción violenta de los implicados. El robo es tan explícito que ya nadie ve el robo.
Vea, por ejemplo, la sucesión de mansiones en Lago Sul, en Brasilia. ¿Quién con el tope salarial de un político, juez o funcionario puede tener una casa así? “¡Ah!, es solo que el tipo ya tenía activos antes” dirán sus defensores.
Son muy pocos los que eran ricos antes de embadurnarse de dinero público. “¡Ah!,pero el dinero es de la mujer o del marido, de los profesionales de éxito, o de los hijos, que han demostrado ser unos genios de la raza” también dirán.
Un romano de hace 2000 años, no recuerdo el nombre, dijo: “Ningún hombre bueno se hace rico de repente”. El problema no es ser rico, es la frase adverbial.
Hay muchos “ricos de repente” en Brasil, y no solo en la arena política. Un puñado de sinvergüenzas de la iniciativa del retrete, también conocida como privada, aprendieron a hacer grandes negocios en Brasilia y en los distritos estaduales o municipales de los alrededores. Además de albergar a abogados especialistas en embargos, este ecosistema cuenta con estructuras conocidas como consultoras o gestoras de crisis, cuya tarea es sacar a los ladrones del foco de la prensa. Otra mafia especula en el mercado financiero con la desgracia de los demás.
Somos el país de la locución adverbial. Sí, vale la pena robar en Brasil, siempre lo ha sido. Sí, el crimen paga en Brasil, siempre lo ha hecho. Si no fuera así, no estaríamos mal ubicados en los rankings de corrupción que hacen los organismos internacionales.
Circos para el pueblo, con el pretexto de brindar cultura y entretenimiento, o patrocinar acciones benéficas con el dinero del contribuyente que sustraían, que es marketing gratuito. El cuadro lo enmarcan los que lloran lágrimas de cocodrilo en videos en internet o se dan un paseo en helicóptero para ver a los pobres jodidos en inundaciones que no son desastres naturales, sino desastres de inhumanidad en ciudades precarias y horrendas.
“¡Ah!, pero te dicen… en Estados Unidos también hubo barones ladrones, es una etapa necesaria del capitalismo”.
Los mando a la mierda, pero la mierda es nuestra. Vale la pena robar en Brasil. Vale la pena robarle a Brasil.
Nota de Redacción: El autor del presente artículo es el gran periodista Mario Sabino, escritor y socio fundador de O Antagonista. Escribe sobre política y cultura. Fue redactor jefe de la revista Veja. Puyede encontrar sus artículos en https://www.oantagonista.com/expediente/mario-sabino/
Traducción: MDP Mesa de Redacción, del original “Vale a pena roubar no Brasil. Vale a pena roubar o Brasil”
Fotografía: Mario Sabino, O Antagonista