En 2022, casi dos tercios de la población mundial era usuaria de internet. En términos absolutos, eso son 5 280 millones de personas que, además, pasan de media casi siete horas diarias frente a una pantalla.
Vivimos, pues, en un mundo hiperconectado en el que el entorno laboral se ha vuelto flexible. Pero esa flexibilidad, que tiene un lado positivo en aspectos como la conciliación y la igualdad de oportunidades, también ha generado amenazas. Ahora que podemos trabajar en cualquier lugar y en cualquier momento, separar la vida profesional de la vida privada se ha vuelto cada vez más complicado.
Este cambio ha hecho que cada vez más países incorporen en su normativa el derecho a la desconexión digital de los trabajadores. Pese a que este es un paso necesario para el bienestar digital de las personas, estas normas solo establecen los límites legales y deben ser mejoradas.
España dispone desde 2018 de una Ley de Protección de Datos Personales y garantía de derechos digitales. Sin embargo, las legislaciones establecen mínimos, las empresas deben ser más ambiciosas. No sirve con evitar situaciones que generen daño, hay que buscar bienestar digital y salud. Por ello debemos avanzar más allá de lo legalmente exigido. Implementando estrategias que fomenten un uso adecuado de las tecnologías.
¿Cómo hacer un uso más racional de las tecnologías y optimizar el binomio productividad y salud? El reto que supone la desconexión digital en un mundo hiperconectado puede tener su respuesta en la inteligencia artificial, que ofrece opciones en diferentes categorías.
Autoconciencia y monitoreo
Más allá del mero conteo del tiempo de uso, se pueden integrar sistemas inteligentes en los dispositivos para detectar patrones de utilización y obtener información sobre qué usos, y en qué momentos, generan más estrés o ansiedad.
Luego, los datos obtenidos a través del monitoreo de uso se correlacionan con los datos sobre patrones de sueño, actividad física y constantes vitales que proporcionan dispositivos como los relojes, las pulseras y los anillos inteligentes. Así, se obtiene una visión integral del impacto de la conexión digital en las personas y emitir alertas a nivel individual.
Desconexión consciente
Ya en 2021, investigadores de la Universidad de Stanford advertían que los estadounidenses miraban su móvil entre 50 y 80 veces al día para revisar sus notificaciones. La IA puede definir los horarios y momentos con mayor tráfico para filtrar esos avisos y reducir el tiempo de conexión. También puede crear modos de desconexión inteligente en los que filtra la información no relevante.
Para fomentar una desconexión digital más efectiva, la IA puede detectar los momentos óptimos para sugerir actividades offline (actividad física, meditación, atención plena o desconexión digital).
Uso intencional
Los modelos de inteligencia artificial pueden obtener los patrones de productividad de los trabajadores y, a partir de allí, sugerir tiempos de pausa y actividad en función de las características del individuo. Un ejemplo es la monitorización de la fatiga mediante herramientas que sean capaces de medir el ritmo de trabajo a través de indicadores como el parpadeo, el movimiento, la tasa de acierto o incluso la sudoración.
Muchos relojes y pulseras de actividad ya presentan funciones similares para activar nuestra movilidad y vencer el sedentarismo. Hemos pasado de sistemas que detectan la somnolencia en un conductor a sistemas de conducción asistida por inteligencia artificial.
La IA también puede filtrar información para optimizar la comunicación online y offline, reducir el ruido y evitar el exceso de información y el tecnoestrés.
El desarrollo de la inteligencia artificial permite analizar grandes cantidades de datos y determinar cómo las interfaces y algoritmos afectan a nuestra atención y generan comportamientos adictivos. Esta información podría ayudar a llevar a cabo intervenciones individuales, ajustadas a las necesidades de cada quien.
Aprovechar los datos
Donde surge una amenaza también surge una oportunidad. La aparición de estas herramientas pueden permitir avances en dos aspectos fundamentales:
- La optimización de los recursos para disminuir el tiempo dedicado a tareas tediosas y aumentar la eficacia de los trabajadores.
- La autoconciencia, el poder de atracción de las nuevas tecnologías es tan alto que se pierde la noción del tiempo. En un mundo en el que todo se mide, no se han incorporado herramientas efectivas que controlen los tiempos de exposición a este riesgo emergente.
Es el momento de ser reflexivos en el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones para que su uso aumente la eficiencia y el bienestar en el trabajo. Quizás el primer paso sea tomar conciencia del tiempo que se pasa frente a las pantallas.
Nota de Redacción: El presente artículo se publicó originalmente en www.theconversation.com bajo la autoría de Profesor en el máster en Prevención de Riesgos Laborales. Consultor PRL para Fraternidad Muprespa. Grupo de investigación TR3S-i, Trabajo Líquido y Riesgos Emergentes en las Sociedad de la Información., UNIR – Universidad Internacional de La Rioja, España.