Me molestan mucho esos criticones y opinólogos de cafecitos, lonchecitos y almuercitos, aquellos mandamases de temporada que jamás, nunca, ni siquiera quizás, han hecho algo bueno por el país, pero a la hora de criticar, son doctores de la ley, alguaciles de la verdad y sumos pontífices de la razón. Nada más que nada, eso son y siempre lo han sido así, nada. Criticones enlodados en su miseria y arrogancia, grandes comentaristas de fin de semana o de reunión de torpes y aislados de la responsabilidad ciudadana de protestar y participar activamente o por lo menos, de opinar sin fastidiar, sin estorbar, sin poner siempre reparos a todo y por todo.
Este último sábado –por ejemplo-, estuvimos marchando, sin ni una sola figura política o dirigente de algún partido, hasta el centro de Lima, hasta la Plaza de Armas en algunos casos, apaleadas o reprimidas por la policía que creyó que una turba se les iba encima, y se trataba de mujeres con banderas del Perú marchando hacia la Plaza de Armas y no “a tomar palacio de gobierno” como publicó algún medio de comunicación aliado del gobierno del odio y la violencia. Fuimos hasta las esquinas de palacio y desde allí lanzamos arengas, voz en alto y lo que pensamos y opinamos, con ajos y cebollas también.
¿No le gustó a las izquierdas del gobierno? Era de esperarse. ¿No le gustó a los que ocasionalmente dicen, hablan o escriben algo sobre el gobierno criticándolo y luego callan y encima se dicen ser de oposición, comodísima oposición? Era de esperarse. Pero, nos critican unos pelafustanes, ociosos, renegados, autoencumbrados opinólogos de la que se supone es nuestra misma vereda? Increíble, absurdamente intolerable.
Unos cuantos atornillados y polvorosamente adormitados en sus sillones abrazando una frazada de cuadritos rojos mientras beben una copa de cognac o un brandy, vuelven a decir que harían lo necesario para protestar, si les dijeran que los objetivos son los que ellos quieren que sean. No, no es así, no será así. ¿Quieren suicidas para luego cobrar por las almas perdidas? ¿Quieren empujar para luego sacar cuerpo? La protesta ciudadana no es el motivo de unos, sino el sentimiento de muchos y en ese multitud de diez, cien, mil, diez mil o cuantos lleguen a ser o sean, no estás tú, por cobarde, por no unir, por no apoyar mínimamente, por criticar siempre sin aportar nada.
Por eso desde el principio nos convocamos, invitamos a todos, sin exclusiones, sin conocernos, aún con recelos por algunos, aún con ciertos grados de temor por otros que a nuestro entender buscaban protagonismos personales, pero, es la lucha pues, es el momento pues y allí, hay que dejar el polvo y sacudirse de maldades o extremas bondades, dilo como quieras. La protesta nos necesita activos, pero si no quieres estar, sino quieres ir, pero luego quieres usarnos y hacerte el protagonista y una voz de representación, olvídate, te señalaremos como lo que siempre has sido: cobarde y traidor.
O te preguntamos nuevamente, como hace más de un año: ¿Ya te podemos pedir que por favor, apoyes una marcha, tal vez dos o alguna forma de protestar?