Es innegable y ocurre casi cada semana de la vida misma cuando se anuncia en los diarios extremistas como La República, en emisoras de angustiosa hipoteca política y moral, como RPP y Exitosa, o en los noticieros de algunos canales de televisión camino a la quiebra financiera, como Latina, América, Panamericana, N y ATV, que tal o cual formación de la ultraizquierda promueve una protesta, marcha o “paro nacional” contra el gobierno. La proclama es similar y no es noticia, no es información, se trata de pura propaganda activista para meter en la cabeza de radioescuchas, lectores y televidentes que, al gobierno nacido en la izquierda, hay que cambiarlo por otro gobierno de la misma izquierda, pero con una caja abierta a la subvención de los medios de comunicación, para que justifiquen el retroceso del país.
No existe interés nacional ni patriotismo, todo es un negocio oscuro para engordar los ingresos de los dueños de los medios de comunicación que han vendido el periodismo, a intereses subalternos. Las evidencias abundan, si es que no las quieren buscar, estando delante de cada uno de los ciudadanos el hecho verificable que por lo menos, desde el gobierno de Toledo, la mancha caviar extendió sus tentáculos en la educación escolar y universitaria, tanto como en la mezcla de información tendenciosa y manipulación obsesiva sobre los ciudadanos. Y por eso, lo que se hizo con o desde Humala, con y desde Kuczynky, con y por Vizcarra y Sagasti, hasta el patético gobierno de Castillo, es el mismo guion, pero con distinto cancerbero.
El Perú ha sido, por obra y gracia de la maldad de las izquierdas del odio, el dispensario de la locura política y el hedor impregnado de la ignorancia hecha administración estatal. Los resultados demuestran el camino al averno. Es así que, con más paros o protestas de esa naturaleza obscena, queda ante los ojos de la ciudadanía una sola imagen de fracaso, producida por los mismos protagonistas de siempre: las izquierdas del odio.