Es muy complicado tener una respuesta contundente cuando el Perú se hunde por culpa de sus propios ciudadanos que, abandonando las responsabilidades de cada uno, han hecho costumbre la dejadez e indiferencia, el modo de vida, sobrevivencia o suicidio que nos distingue, hagan su propia evaluación, pero no evadan responsabilidades cuando mediten porqué seguimos en un camino de fracasos, teniendo todo para triunfar.
No nos conmueve nada, ni el dolor ajeno, ni la corrupción, menos la impunidad, solo nos da colera unos minutos, un par de horas, el fin de semana tal vez. Y esto le pasa a la gran mayoría, porque de lo contrario, ya hubiéramos estallado y nos hubiésemos herido más que de costumbre, más allá de las palabras, convirtiendo en incendio y tormento al país, quizás como única respuesta o salida, no lo sé, no quisiera que sea así porque podríamos legitimar un nuevo sátrapa o una junta de ignorantes en el gobierno, de nuevo, como siempre, pero peor.
No se trata de echar culpas porque nadie está exceptuado y es una torpeza exigir disculpas cuando el tiempo apremia y seguimos en lo mismo: desangrados, enfrentados en estupideces, sin agenda, sin exigencias propias y compartidas. Los problemas del país requieren participación amplia, sin exclusiones, salvo la de los corruptos e impunes, eso debe estar claro, sino volvemos al mismo hoyo y remolino de costumbre.
Las leyes contradictorias, las normas abusivas, los reglamentos y permisos de eternidad de tramitación nos están destruyendo y muchos optan por saltarlos, haciendo de la ilegalidad la nueva informalidad establecida. ¿Y la solución? Identificado el problema en los estamentos del gobierno nacional y los gobiernos regionales y locales, es imprescindible “limpiar” leyes, normas, reglamentos y permisos de eternidad burocrática y guerra incomprensible a las inversiones.
Tenemos un país desmotivado en enredos que nos obligan a saltar la cuerda de la horca legal. ¿Es así? Por años se ha construido el cadalso del Perú y los políticos siguen como verdugos ajusticiando al Pueblo que dicen representar.
Hay que enfrentar con fuerza, en unidad, a los miserables que quieren volver al mismo escenario político de costumbre para volver a robar, para volver a mentir, para volver a matar.
La Patria y la Libertad, no merecen que se siga destruyendo la frágil democracia que subsiste a pesar de los políticos y sus clanes de la fauna del crimen permanente.