Una vuelta por la denominada CADE y la decepción es manifiesta para los que sabemos, conocemos y hemos participado en diferentes oportunidades en lo que “era, antes” la verdadera Conferencia Anual de Empresarios, que luego le pusieron de “ejecutivos” y que “ahora parece que es de la burocracia del Estado”, por la inmensa cantidad de funcionarios, asesores, empleados públicos y asistentes de toda índole innecesaria, que asisten pagados generosa e irregularmente por cuenta de municipalidades provinciales y distritales, ministerios, el Congreso de la República, organismos supervisores y empresas públicas (desde la quebrada ONP hasta PetroPerú).
Liderazgo, liderazgo es una palabra que se ha perdido en la CADE de ahora y desde hace unos años más, donde no se ve, ni se escucha, ni se siente el impacto de líderes -como antes- que marcaban el sentido del rumbo nacional: orden y participación, legislación para invertir sin coacciones, independencia de poderes, Democracia, Libertad. Esas palabras “con sentido” eran pronunciadas por gentes de talento, empresarios de verdad, referentes del desarrollo privado como motor del progreso nacional, creadores de empresa y miles de puestos de trabajo, gentes que fomentaban el ascenso social y la educación como ejes estratégicos del país en su conjunto. Eso, ahora, no existe o es muy poco lo que sobrevive, porque se ha hecho de CADE un evento social y no una inspiración dirigencial, empresarial.
Lo que necesitaba el Perú para reflexionar, corregir y enrumbar, lo encontraba en CADE. Hoy, es una fecha de moda, insensible con lo que sucede con los más pobres y los emprendedores, alejada de la realidad nacional, ausente de atrevimiento para creer y crecer, ser más competitivos, tener la valentía de hacer cosas mejores y contar con los mejores. No, esta vez CADE es un como un Miss Perú, eso parece y es lamentable, más aún con el innecesario condimento de “encuestas” carentes de transparencia.
Miren Ustedes, CADE nació hace 63 años con esta idea central: “Mayor eficiencia, aumento de la producción: claves del progreso económico y social del país”. ¿Y qué ha pasado desde esa fecha? Que los empresarios, los líderes de la acción y la inversión han puesto compromisos para que los gobiernos hagan su tarea en forma conjunta, pero no siempre los burócratas han atendido tantas y tan buenas recomendaciones, ya que la calidad de la burocracia peruana es deficitaria. Sin embargo, en el albor de los años 80, CADE se inspiró y convocó a los políticos presidenciables, comenzando con Luis Bedoya Reyes, Fernando Belaúnde Terry y Armando Villanueva del Campo, quienes dieron una visión complementaria al esfuerzo empresarial, sembrando la idea generosa que política y empresa pueden ser un motor de impulso a la racionalidad y el futuro exitoso.
Hoy en día, eso es imposible, porque la degradación política y la falta de visión y liderazgo en CADE se sienten como empujando “hacia otro destino”, el de la indiferencia, el desgano, la inoperancia.
Viene por ello la pregunta: ¿Se puede corregir este desCADE?
Sí, por supuesto que sí, CADE debe volver a su esencia natural para ser siempre la Conferencia Anual de Empresarios privados donde se invite a algunos voceros del Estado a informar sus desempeños, resultados y proyecciones. Y también, se invite a algunos políticos para que expliquen sus intenciones de gobierno (qué, cómo, de dónde, con quienes, para qué) y se les pongan en la mesa de trabajo, indicadores de eficiencia, compromiso y resultados frente al país.
Tarea sencilla amigos y no amigos, tarea de CADE.