Cuando algo comienza a hacerse frecuente y común, ya sea bueno o malo, lo definimos aquí como “una nueva industria” -al referirnos a su desarrollo y expansión. Por ejemplo, nos dice claramente Ricardo Escudero en su ensayo “Reflexiones sobre el Perú”, que el despegue o boom de la gastronomía es uno de estos casos de éxito al que le siguen otros como la multiplicación de emprendimientos sostenibles en el tiempo. La base de esos éxitos es una mezcla constante de buenas personas, hechos honestos, actitud transparente y la puesta en escena de la clave: secuencia y frecuencia positiva. Pero, es verdad también que se dan casos de “nuevas industrias” que van en sentido contrapuesto, porque su esencia y destino es la maldad, el odio, hacer las cosas por interés de daño, siembra de ideologías agresivas y violentas, dominio de las personas contra su voluntad e imposiciones sobre los valores y principios de la Libertad y la Democracia.
El juego de la perversión existe, no cabe discusiones. Lo que intento graficarles es que hay un lado bueno, desde el cual podría construirse un extremo de aseguramiento positivo de ese lado (posición radical en la defensa de su existencia), tanto como notamos y comprobamos que se identifica a sí mismo un lado malo (negativo), un ala que no permite virtudes en el hablar y en el actuar, sino la tiranía del resentimiento. Esto último, lo malo, el daño permanente, lo vemos en la actitud y comportamiento agresivo de las izquierdas del odio, que son izquierdas bipolares de múltiples máscaras de crimen en camino (delito político, daño a sus contrincantes, extorsiones permanentes y chantajes de gobierno y desde los medios, subversión convertida en secuestros, robos, ataques incendiarios y homicidios “políticos” desarrollados en un esquema de siembra de miedos).
Hay un balance imaginario y a veces real entre lo bueno y lo malo, entre lo radical defendiendo lo bueno y lo extremista matando por lo malo. ¿Derecha, izquierda, extrema derecha, centro, extrema izquierda? No es esa la discusión, sino ubicar en lo que es bueno, lo correcto ahora y no al revés, como lo hacen las izquierdas en su manipulación mediática.
No se trata de debatir sobre gobernar o no actuar, ni de gestionar o ponerse a dormir, sino de tener en la mente que “es necesario retroceder en todo aquello que funciona, para reemplazarlo por el caos”. ¿Se dan cuenta? Ese es el pensamiento guía de las izquierdas bipolares.
Por eso les digo que estamos viviendo en el atropello del odio, en una débil y frágil democracia sometida al guion de las izquierdas, es decir, al fragor crematorio de la perversión y destrucción total.
¿Existen opciones? Por supuesto, la maldad no es eterna, no se permite cuando la Libertad se impone. Responder es actuar ahora, no después.