Tomemos un tiempo para volver a mirar lo que sucede en la oscura y tenebrosa política peruana, sin dejar de pensar en ideas y propuestas, algo que para los miembros del Congreso de la República del Perú es como un mito, una pesadilla tal vez, un imposible quizás.
Vamos a observar, a criticar, a revolver el contenido de esta olla a presión.
El primer punto de partida es que se cuenta con un “nuevo Congreso”, producto del cierre atolondrado del anterior, por culpa de ellos mismos, por la irresponsabilidad de sus anteriores miembros y por supuesto, por la decisión incalificable del gobierno y sus aliados, reunidos en las múltiples izquierdas que adornan la escena política tan fragmentada del país. No hay “un culpable” sino dos grandes victimarios, donde cada uno de ellos mostró sus peores garras, los mismos atropellos y ofensas, igual soberbia y abuso del ordenamiento jurídico de la nación.
No se cortó el proceso de vigencia y ejercicio del Poder Legislativo por una confrontación ideológica, programática o doctrinaria que ahogaba el destino de “todos y todas”, sino que fue producto de una guerra abierta entre bandos ensimismados en su incompetencia, así de duro y cierto. No hablo de las militancias de los partidos, ellos no ocupaban los escaños.
Mientras tanto, bajo los techos del poder -Gobierno y Congreso, Jueces y Fiscales, Tribunal Constitucional y organismos reguladores o supervisores- la economía iba sucumbiendo debido a la ausencia de planes y programas, carencia de transparencia y lo peor, la falta absoluta de liderazgo y visión de conjunto. Súmale un cómplice al caos: la prensa.
La economía nacional seguía el rumbo cuesta abajo, muy por debajo de lo mínimo necesario para respirar. Un PBI menor como tendencia, reducción constante de las exportaciones, aumento de impuestos, incremento de burocracia, indicadores negativos volviéndose algo normal, pero con una frase tan trillada como rechazada que decía desde el gobierno “con otro mes de crecimiento”.
¿Estábamos creciendo el 2018 o el 2019? No, de ninguna manera. Crecer menos de lo mínimo que se necesita para respirar -esa es nuestra frase-, no es crecer, sino estancarse. Y en la economía de un país tan dependiente de los ingresos por exportaciones tradicionales y por impuestos directos a la población, injusto pero cierto, eso NO es crecer, sino vivir de la especulación de los ingresos que interrumpen el desarrollo de los ciudadanos, sus familias y las empresas privadas de todo tamaño.
Anotación: Empresas privadas, un sólo puño, nada de grandes, medianas, pequeñas y micro empresas; NO dividan científicos sociales, son empresas privadas y todas representan enormes esfuerzos y sacrificios que el Estado no puede y no debe seguir expropiando con tantos impuestos y regulaciones, con tanto odio y violencia ideológica.
¿Que expriman el bolsillo de los trabajadores cada vez más, que ahogen a las empresas con regulaciones absurdas y normativas contradictorias? Eso significa ahorcar las venas productivas de nuestra existencia.
Pues bien, o muy mal en realidad, la economía venía de más a menos, y de menos a mucho menos. Es en esa coyuntura que explota el tema del coronavirus y ante ello, la increíble imaginación del Ministerio de Economía y Finanzas es gastar, gastar y gastar, sin medir, sin prever, sin auditar, en un desfile de cheques en blanco que se entregaron a los operadores del gobierno (no estamos hablando aún de los Bonos,no se vayan a confundir).
Esos operadores (Ministros y asesores con aire de querer reemplazarlos) distribuyeron dinero sin mirar la realidad y las necesidades, las urgencias y las emergencias. Por eso la carencia de ventiladores, medicinas, implementos y hasta oxígeno en los hospitales.
La danza de los millones y el baile del espectáculo resumido en la frase “estamos haciendo grandes esfuerzos”, no se apiadó de los que financian al Estado, porque la frase en realidad es: “estamos haciendo un gran esfuerzo por gastar como sea, el dinero que tú nos diste por medio de tus impuestos”.
Y ese esfuerzo del Estado, usando tu dinero, no llegó a los más pobres, a las Mamás que viven subsistiendo solas con un niño, a los viejos abandonados por sus hijos, ni a los independientes, ni a los que teniendo hijos en la escuela o algún instituto o universidad iban consumiendo sus pequeños ahorros, o malbarateando algunas pertenencias. ¿Necesitas dinero? Hay muchas fuentes de crédito informal en un país inundado de informalidad. Pero el riesgo es que ese dinero viene del narcotráfico, del delito, de la corrupcion también, y pagar se hace con lo que te queda o con la vida.
¿Eso nunca te lo han contado verdad? Esa es la cara oculta de un país desangrado que quiere volver a respirar para vivir, ese es el rostro del que camina angustiado, herido en el corazón, buscando una esperanza porque la suya, ya la perdió. A esos peruanos hay que mirar, y también -por supuesto- a los que están siendo conducidos a ese destino fatal, la Clase Media.
Sumemos entonces los componentes de nuestro explosivo de sabor nacional: pre crisis incrementada el 2018 y el 2019, más el coronavirus, más la incompetencia gubernamental, más la torpeza legislativa del Congreso y por último, la anomia de la gente.
Hoy, en ese cartucho de dinamita, el rol del Congreso de la República es lo más perjudicial, pernicioso y lesivo a los intereses de los peruanos. Ni una sola Ley aprobada va a resultar o ha resultado un beneficio para los ciudadanos, al contrario.
Veamos dos casos dignos de debatir, por la irracionalidad de los mismos, en cuyo caso serían también, dignos de un juicio.
- Retiro de dinero en las Administradoras de Fondos de Pensiones: Bajo el argumento primero, que “las AFP roban el dinero”, que la gente necesita su dinero (¿No se lo habían robado?) y al final, que cada quien sabrá cómo invertirlo mejor para pagar deudas o iniciar un emprendimiento, el Congreso NO aprobó retirar el 100% como se decía al inicio, ni el 25% como se dijo después, sino un “hasta el 25% pero teniendo como límite tres unidades impositivas tributarias”. ¿Se dan cuenta? Ninguno de los argumentos fue cierto, ninguna de las decisiones fue verdad. El Congreso, lleno de populistas, demagogos e irresponsables, salvo pequeñas excepciones, le hizo creer a los trabajadores afiliados a las AFP -que muy pocas veces leen sus Estados de Cuenta- que tenían muchísimo dinero para usarlo de inmediato, y no era verdad esa aseveración que ha producido enorme desilusión en casi tres millones de afiliados a las AFP que han sacado “hasta S/. 12,900 soles de sus ahorros” cuyo destino contractual era para las pensiones de jubilación. El Congreso, que constitucionalmente no tiene iniciativa para generar gasto, sí la tiene para destruir las pensiones de jubilación, que nos van a generar un enorme gasto en el futuro cercano, con lo cual -contradicción sobre contradicción- esa Ley era y es inconstitucional.
- La suspensión del pago de peajes: Bajo el argumento que las empresas concesionarias son corruptas y cobran demasiado (el mismo tenor que lo anterior ¿Esas empresas han sido judicialmente encontradas responsables?), que los cobros siendo excesivos no ofrecen en contraprestación servicios de “calidad” -vaya a saber uno qué es excesivo y qué es calidad para los Congresistas- y que resulta mejor para el país dejar de pagar si se transita por las carreteras, se aprobó otra Ley en plena cuarentena nacional, donde los únicos transportes que circulaban por carreteras eran lo de abastecimiento autorizado en la cadena de alimentos, por ejemplo y aquellos relacionados al tema sanitario. Es decir, si transitaban 100 vehículos al día, hoy lo hacen 5 y esos 5 no pagan, mientras los 95 restante siguen paralizados (y claro, como no están circulando, no están pagando ¿Lo entenderán los señores congresistas?)
Dos leyes que te dicen:
“Oye, si tú eres de esos que tiene dinero en una AFP para la jubilación, saca tus ahorros para sobrevivir, porque yo que soy el Congreso, no te voy a ayudar y el Gobierno, tampoco”
“Oye, tú que durante la cuarentena no puedes sacar tu auto o camioneta, combi o camioncito ¡alégrate! no pagarás peajes en carreteras, mientras dure la cuarentena”
Tan simple como lo escribo y afirmo en mis opiniones de hoy día: El Congreso, eso que se llama poder legislativo, se ha convertido una vez más en “la chaveta del choro con terno”. Ni una palabras más, por ahora.