El drama de ser peruanos y ver cómo ocurren tantas desgracias, es que tenemos una piel preparada para todo, somos unos grandes 4 x 4 que resistimos, aguantamos, toleramos y nos callamos cual víctima que acepta su dolor y condena, para esperar que “algún día” cambie todo por fin y ese día, como que nunca llega y nosotros nos vamos sin ver la esperanza hecha realidad.
Y si de males y tragedias hablamos, las de la política son de campeonato, de final de un mundial, de copa de oro y premio sin consuelo. Nadie nos gana en nuestra propia forma de vivir el suicidio colectivo.
Vemos por ello que los medios de comunicación se han convertido en el patíbulo desde donde se lanzan los dardos envenenados de odio y rencor contra quien sea, por lo que sea y cuando sea. Siempre, claro está, que se cumpla la orden de “don billete”, de cuyas arcas ya sabemos que les encanta a los caviares y sus socios “periodistas”… vivir para gozar.
¿Tragedia? No, el gran teatro del absurdo, caretas en vez de rostros, garras en vez de manos, balas en vez de razón y consideración. Matar es un arte y privilegio gubernamental que se practica ahora, con mucho más ahínco y defensa “legal”, pagado por las víctimas de las matanzas. El Estado sufraga la protección del delito y la criminalidad de los gobernantes, a costo de tus impuestos. ¿No te lo han dicho?
Los grandes corruptos, los mayores criminales y asesinos, están en “otra categoría”, donde ni tú ni yo pertenecemos gracias a Dios, porque equilibrar a un asesino, a una matadora, a una corrupta o al rojo prófugo de la justicia que la presidente esconde y protege, con nosotros, no es gratis… porque nosotros pagamos todo el aparato y todo el andamiaje de esa protección ilegítima, ilegal e irregular, con nuestros impuestos, mientras que para nosotros, sólo hay cadenas, disparos, condenas y exclusión permanente. ¿No te das cuenta?
Los ladrones del Estado son gentes superiores, son intachables, gozan del secreto de sus comunicaciones, tienen auto de lujo y chofer de cariño, secretaria o secretario cama adentro y con viáticos rebosantes que sirven para los viajes de compañía. ¿No los has visto?
No existe una forma de explicar lo que ocurre en el Perú, porque tenemos muchas maneras para querer autodestruirnos y estamos pagando para eso, largo tiempo… el peruano oprimido. ¿Hemos llegado a un punto de inflexión? Nooo, estamos en el Perú ¿No lo sabes? El fondo del hoyo está muy lejos todavía, podemos seguir cayendo más y más y más, y ni aún así, resucitaremos si es que no terminamos en el fondo absoluto desde donde podremos, por fin, renacer. Esa es la historia que vamos a escribir y tendrás que leer, quieras o no quieras.