Se dicen tantas cosas de lo digital, que ya parecemos programados para sentirnos a gusto y no reflexionar, para aceptar esa palabra como si su contenido y definición fuese ampliamente conocido, pero no es así.
Hoy en día circula con entusiasmo y gran acogida un libro que además de interesante es ilustrativo porque nos hace pensar, y eso es algo que escapa a lo digital, si nos ponemos “mecanizados”. Con el nombre “Culturas digitales”, el académico de la Universidad de Navarra, Doctor José Luis Orihuela, nos alcanza su interpretación y reflexión personal para entender cómo y por qué internet nos cambió la vida -dicen algunos-, pero nosotros ampliamos para mencionar, para decirles que Orihuela escribe en unas brillantes páginas las palabras que la navegación nos brinda como oportunidades en un mundo hiperconectado.
Internet, digital, virtual, conectividad, ciencias de la computación. Este es un asunto muy amplio que nos hace comprender los cambios y el impacto que ha logrado el mundo digital en lo político, económico, social y vaya usted a saber adónde no ha invadido esa fenomenal mezcla de innovaciones.
Hablaremos por ello –en esta ocasión- de la fuerza que se cierne sobre los medios de comunicación en las eras de la internet. ¿Les parece?
Iniciemos afirmando que gracias a las computadoras y a internet, todos los medios se volvieron internacionales, trascendieron fronteras geográficas para vivir en un gran mundo sin limitaciones, en un espacio de competencia infinita, siendo a la vez, un escenario de tormentas también infinitas, ¿O no es así?
En este sentido podemos repetir la pregunta que le hicieron en un reciente foro al Doctor Orihuela: ¿Los medios de comunicación dependen de las redes sociales para sobrevivir? ¿Deben estar los medios, internet-dependientes en sus objetivos y organización?
Vayamos más a fondo: ¿Cuál es la audiencia de cada medio, está definida o van buscando en el mar digital lo que se pueda pescar?
El consumo de contenidos se hace desde amplios destinos o captadores del contacto, pero, ¿Informan, emocionan, educan, comunican los medios?
Aquí viene un gran dilema y discusión inacabable para muchos, para casi todos: ¿En qué redes debe estar mi medio de comunicación? ¿Qué herramientas digitales debo usar? ¿Dónde está el público que nos interesa; lo hemos identifcado y ellos nos van a identificar como sus proveedores, socios, aliados o contacto frecuente, como voz válida, como referentes?
La hiperconectividad es el gran vector transformador. La idea es estar conectados en todo lugar, con todo el mundo, en todo momento. Las personas determinarán si se unen, si se enlazan a nosotros o nos ignoran, o nos rechazan (mucho cuidado con esto).
El entorno, el ambiente nos expone y debemos entender que “el mundo digital es un mundo real” como afirma Orihuela. Por eso, para no fallar, hay que enrumbar por los caminos de la alfabetización digital para también, aprender a desconectarnos, para no ser 24/24 internet-dependientes.
Hay que repensar los modelos de negocios de los medios de comunicación teniendo una clave siempre: la brevedad, con contenidos más focalizados.
El mundo digital, la cultura digital no es una suma de “clicks” o “likes” y en ese sentido, los medios han caído en el pésimo ejercicio de la vanidad de contar y sumar cifras que no son lectores, ni seguidores leales que interactúan.
¿Existen ejemplos de lo que Orihuela en sus reflexiones nos lleva a ver como posibilidades, teniendo siempre en cuenta que cada caso es diferente? Claro que sí, y uno de esos ejemplos es el New York Times.
¿Quieren saber cómo lo han hecho? Léanlo, hagan esa tarea usuarios de internet y recuerden que jamás se puede dejar de identificar las claves culturales del público al que nos dirigimos.
Finalmente, el libro lo puedes encontrar en: