Es inevitable, felizmente, que lo tradicionalmente dañino vaya desapareciendo progresivamente, aunque ahora se hace con mayor rapidez, como ocurre con los medios de comunicación socios del poder político, que pensando ser eternamente la voz de intereses contrarios al progreso y desarrollo del país, se están quedando con menos lectores, menos radioescuchas, menos televidentes y fijense bien, menos internautas.
Claro que para maquillar cifras de audiencias y rating son profesionales, como lo son en varios delitos consumados seguramente -no lo sé, la justicia lo investigará-, o se han vuelto tan especialistas en conspiraciones de poder, que han logrado derribar gobiernos, desprestigiar liderazgos y hasta variar la opinión pública rápidamente con estrategias, socios y campañas que ni los más conspicuos propagandistas del comunismo lo lograron.
Así fue y ya no lo es. He ahí su dolor, allí está su condena.
Observen estos últimos años las encuestas y saquen una primera conclusión: Si se han efectuado aproximadamente 300 sondeos de opinión política en la última década, ¿Cuántas veces has sido seleccionado para dar tus respuestas? ¿Y los medios, han recogido la opinión de los millones de no encuestados?
No estoy desmereciendo ni acusando a ninguna empresa que actúa en el marco de las leyes. Es sólo una opinión que deviene como resultado de mis propias observaciones y, si no estás de acuerdo, lo siento mucho, estás aún en la oscuridad.
Pues bien, del trompo de las encuestas oficialistas que se dicen haber reaizado en las calles o casa por casa, algunas ahora son vía skype, celular o whatsapp, pero usando de base de datos para encuestar: la familia o amigos del encuestador de la empresa que lo ha contratado… cosas raras porque se decía hace algunos años menospreciando la opción de encuestas en Facebook o Twitter: “sólo las encuestas presenciales, cara a cara, con muestras perfectamente seleccionadas aleatoriamente, son profesionales y tienen un pequeño margen de error”; entonces, de ese trompo sin cordel o huaraca, te mencionaba, estamos pasando a encuestas “de inspiración forzosa”, publicadas en fechas y medios de “adecuación forzosa”.
Recapitulando: los tiempos aceleran la búsqueda de la verdad y de evidencias palpables, nos permiten comprobar la menor adquisición de diarios y revistas impresas, la menor sintonía de radios de corte noticioso, la bajísima audiencia televisiva en señal abierta (abiertamente extendida a la publicidad del Estado y a la de los grupos mercantilistas adscritos al poder de turno) y la desértica legión de seguidores efectivos en las redes sociales a esos medios de incomunicación (no hablo de “fans” comprados o “seguidores” fantasmas).
Y sumemos que la publicidad digamos “independiente” también se reduce porque las empresas han aprendido a invertir donde deben, en vez de gastar donde el gobierno quiere. Y por eso, los marketeros son arqueólogos, antropólogos, sociólogos e historiadores de las redes sociales para impulsarlas hacia la fidelidad comercial entre otras muchas tareas de alta competencia.
Por otro lado, y no menos escandaloso al drama de las encuestadoras, los medios impresos tradicionales, esos que ni se leen en los pocos kioskos que aún quedan y parecen más mini bodegas al paso, son los primeros que se están extinguiendo por rechazo, por voltearse a la realidad, por venderse y vender odio.
Pero no desesperen, existen luces de esperanza en tiempos de tinieblas. Están las redes sociales en señal de Libertad.