Hemos cruzado ya la mitad de la cuarentena para hacer frente a la pandemia del coronavirus y eso permite una primera evaluación:
Las medidas adoptadas por Vizcarra, aunque en líneas generales son efectivas (el grado de contagio e infestación sería menor que en otros países), fueron claramente demoradas. El aislamiento social era necesario, y así lo dijeron los especialistas desde fines de febrero, pero se inició recién el 15 de marzo.
Luego, ciertamente, nuestro pueblo es indisciplinado y aún no termina de acatar el estado de emergencia y el toque de queda; pero no es menos cierto el manejo improvisado e incoherente de múltiples aspectos de la crisis. Por ejemplo es incomprensible que el Presidente siga haciendo de vocero cotidiano y que en plena situación de emergencia haya cambiado a la moderada ministra de Salud, optando por un confrontacionista que solo tiene experiencia como asesor y que representa una de las facetas más sórdidas de la izquierda marxistoide. Esa cochinada política rompe la unidad nacional. Igual que la encuesta atípica que ensalza al vizcarrismo poniéndolo, junto con los troles, en nivel-dios.
Mientras tanto se maltrata a miembros de la Policía Nacional y de las FF.AA., a quienes critican por no usar mandil rosado mental en pleno toque de queda, cuando lo fundamental es mantener el orden y la paz.
Por otra parte es caótica la atención a los pobres, no se conoce el criterio real de repartición de los 380 soles, se permite la especulación de productos básicos, no hay orientaciones para el sector educativo y el gobierno recién se prepara para comprar respiradores mecánicos.
Además, se abusa de médicos y personal sanitario al no proveerles con protección física indispensable, mientras se reprimió al secretario general del Sindicato de EsSalud el Dr. Teodoro Quiñones y a sus dirigentes. También se ha detenido a un capitán del Ejército por su rudeza operativa, aunque no ha incurrido en ninguna falta grave, como sí lo hacen quienes se enfrentan y apedrean a policías y militares porque nos les da la gana quedarse en casa.
Lo más grave, en medio de todo, esto es la mentira: las cifras de contagiados y de víctimas mortales probablemente son atrasadas porque no contamos con los exámenes de descarte suficientes y oportunos. De modo que las estadísticas oficiales son solo referenciales. Así que a cuidarnos nosotros mismos porque de este gobierno es poco lo que debemos esperar.