Los sistemas de pensiones, públicos o privados, tiene dos principales retos, ser sostenibles en el tiempo y pagarle a sus aportantes. Para lograr estas metas, tienen a su vez dos grandes compromisos de retribución al afiliado, darle cobertura de sobrevivencia y entregarle hasta su fallecimiento, un pago mensual que se denomina pensión de jubilación. Todo lo que escape a estos conceptos, no se llama pensiones.
Lamentablemente, los grupos políticos que actúan en el Congreso y los mercantilistas de derecha e izquierda también, ven en el dinero de los trabajadores, en sus aportes o ahorros, una fuente insaciable de apropiación de lo ajeno. Quieren robarle el dinero a la gente, así de simple.
Entonces comienzan a debatir si se paga 10 o más, si de jubila uno a los 55, 60, 65, 70 o más… si se establece un sistema de reparto obligatorio como base para todos –un barril sin fondo y sin dinero constante, una pirámide financiera- o si se propone un sistema de capitalización individual complementario a ese sistema de reparto, un ahorro personal para superar la bajísima pensión de S/125 soles mensuales que proponen los políticos en el Congreso y el Gobierno también. ¿No te lo contaron?
Para maquillar el discurso y ganar simpatizantes para las elecciones, quieren introducir algo que se llama Pilar Solidario, que no es un sistema de pensiones, sino uno de beneficencia.
Los congresistas despistados y los que piratean proyectos de ley sin leerlos ni entenderlos, los supuestos defensores de los consumidores y usuarios, algunas organizaciones no gubernamentales y por supuesto, los eternos candidatos a lo que sea y cuando sea, lanzan propuestas sin base, sin argumento, sin fundamento, buscando echar culpas sobre lo inexistente y en la otra vereda, ocultándola sobre lo existente.
Ningún sistema de pensiones es perfecto, pero sí es perfectible, mejorable, constantemente. El detalle es que la esencia no puede cambiarse. O se trata de ahorros individuales como en una administradora de fondos de pensiones AFP o se trata de aportes para un fondo común del cual se reparte de acuerdo a lo captado. O es empresa privada o es el Estado, el gobierno.
No pueden decir y decidir: “Todos aportarán al Estado, y si no están conformes con la pensión, pueden además aportar a una AFP pero como complemento. Pero todos tendrán, si aportan al Estado los años necesarios y tienen la edad de jubilación mínima, su pensión equivalente a S/.135 soles mensuales”.
Eso, ¿Tampoco te lo contaron? Veamos más puntos de interés:
En el caso de las AFP todas las cifras son positivas, tanto para ellas como empresas –en su contabilidad- como en el caso de los ahorros administrados, que están allí, que se pueden conocer, que reflejan el esfuerzo de cada afiliado y la respuesta que la AFP entrega como rentabilidad adicional al ahorro. Nadie duda que su dinero está allí y hasta, por una Ley excesivamente populista, lo pueden retirar y han hecho efectivo el retiro más de tres millones de afiliados.
En el caso de la ONP ninguna cifra es positiva, tanto para el aportante, como para la empresa estatal que comparte una misma contabilidad, por eso es deficitaria, sobredimensionada, muy mal manejada administrativa y financieramente por más de 20 años, no es de ahora. Ningún trabajador sabe lo que ha aportado totalmente, ningún trabajador sabe si podrá tener derecho a una pensión. Es un fondo común, sin fondo, vacío, una pirámide financiera donde el primero de la cola cobra algo, tal vez, y los demás, no se sabe nunca.
Desde hace más de dos décadas las pensiones –de viudez, orfandad, invalidez y jubilación- en la ONP son las mismas, no se han incrementado, representan un insulto de contraprestación a la dignidad de los beneficiarios.
Desde hace más de dos décadas las pensiones descritas, en las AFP, siguen subiendo por dos razones. Porque el ahorro se acumula y suma rentabilidad, creciendo el fondo de capitalización individual y a más fondo, más pensión y porque, en el caso de sobrevivencia –viudez, orfandad, invalidez- los salarios han mejorado a lo largo el tiempo.
Ejemplo: Si ganas 3,000 soles y falleces, la viuda/viudo recibirá como pensión de viudez 500 soles en la ONP; pero en una AFP serán 1,050 soles. En la ONP hay un tope, un techo, en las AFP tu salario establece el tope referencial del porcentaje a percibir.
En la ONP uno puede tener 1, 5, 10, 15 o 19 años de aportes y más de 65 años de edad y no va a recibir pensiones de jubilación. Su dinero se lo lleva otro, el Estado.
En una AFP usted puede tener 1 año, 5, 10, 15 o 19 años de aportes y menos de 65 años de edad y siempre va a poder retirar su dinero, o recibir una pensión equivalente a su ahorro, sea vitalicia o programada de acuerdo al tiempo que defina usted con su AFP. El afiliado elige, no lo impone el gobierno.
A la ONP -lo que cobra de todos sus aportantes-, no le alcanza para pagar a los casi 500 mil pensionistas que reciben en promedio 450 soles al mes, y por eso necesita recibir cada año más de dos mil quinientos millones de soles para cumplir con esas pensiones. Es decir, en los últimos veinte años, más de cincuenta mil millones de soles han tenido que destinarse a un sistema quebrado en vez de reemplazarlo por uno eficiente y rentable.
Y habiendo recibido esa multimillonaria cifra, no puede pagar ni la mitad de un sueldo mínimo a sus aportantes, ni a las viudas, ni a los huérfanos, ni a los inválidos.
Exige la ONP que uno tenga más de 20 años de aportes verificados y además 65 años de edad. En su defecto, 30 años de aportes y 55 años de edad para recibir ahora, entre 500 y 893 soles de pensión de jubilación. La viuda, en caso acredite esa condición fruto de un matrimonio civil o una unión de hecho, podría alcanzar la mitad de la pensión que recibe su fallecido esposo. Saquen cuenta…
¿Quieren soluciones inmediatas?. Les damos una sencilla y efectiva…
Que el pago de las pensiones en la ONP sea proporcional a los años de aportes efectuados. Con eso, se le arregla en algo la vida a miles de potenciales jubilados.
Se trataría de un pequeño, humilde, injusto ingreso en este momento, pero sería un primer paso frente a nada que le devuelve el Estado, luego de haberse robado sus aportes y sus esperanzas para la vejez.