Demasiadas paradojas contradictorias van escalando en el ámbito de lo político, para que los ciudadanos se sientan alejados de los inmaculados y santificados hampones que pretenden ser presidentes de un país en llamas, pero a fuego lento, sin quemar a nadie, pero listo para el incendio, como si quisiera a lo bonzo, “acenizarse” (asesinarse y convertirse en cenizas) en público.
Es incomprensible la existencia de 35 vertientes políticas electorales que no son partidos ni instituciones, sino simples agrupamientos de idealistas seguramente -algunas excepciones-, pero mayoritariamente se trata de círculos delictivos con miras a aumentar su participación criminal o a intentar estar en “el grupazo” de la foto y el hurto.
Si cada mancha se define como la respuesta a los problemas del país, estamos fregados, porque en política no se trabaja para los problemas -para crear más problemas o aumentar su incidencia-, sino para el ejercicio del gobierno mediante una limpia gestión y una honesta administración que hagan de la Ley y el Estado de Derecho el camino justo hacia el progreso y desarrollo nacional. Por eso se requieren ideas y propuestas, dirigentes y líderes, rostros y voces que sean la mirada de todos y la palabra de muchos.
Hacer democracia, imponer la Libertad, generar justicia, habilitar espacios de participación para decidir mejor y con mayor frecuencia, enseñar, explicar, educar, informar, invertir en la gente para que la gente haga emprendimiento y crezca para asegurar un motor de sabiduría empresarial constante. ¿Es difícil hacerlo?
Necesitamos represión, fuerte, rápida; represión al delito y a los delincuentes, a los ladrones y sus cómplices que ocupan puestos de gobierno o son lamentablemente elegidos en base a engaños, para engañar más.
Es necesario repito, la fuerza de las leyes limpias, la acción de gobiernos y ciudadanos reprimiendo el populismo y la demagogia, gritando Democracia, exigiendo Libertad.