Sinceramente estamos en el siglo del teatro del absurdo, donde todos los principios, valores y virtudes se encuentran invertidos por obra y daño de las izquierdas del odio, nacidas en el marxismo leninismo, fermentadas en el maoísmo criminal y en cada variante que se iba imponiendo con sus dictaduras, no del proletariado como decían, sino de la más miserable y sanguinaria casta política que en distintas naciones tomaba cuerpo en la demagogia del paraíso de la sociedad sin clases, pero dominada por un organismo represivo llamado partido comunista.
Millones de seres humanos han sido aniquilados por el comunismo que ahora se hace llamar progresismo después de haber adoptado el nombre de socialismo -por un tiempo donde seguramente olían que vendrían elecciones y era necesario mejorar sus relaciones públicas, para dar un rostro algo más adecentado- luego, pasaron a inventar eso del “nuevo” socialismo, o ponerse frente amplio, semilla, buen vivir y cualquier otra estupidez que adoptan como nombre siendo la misma porquería intelectual que arrasa vidas y destruye esperanzas. Son lo mismo, las izquierdas del odio, son lo mismo: comunismo con un nuevo vestido, algo maquillado, siempre tapado, cubierto de nuevas corazas, escondido en miles de máscaras, pero al final, lo mismo, el antro del odio y del resentimiento que busca la esclavitud de todos para beneficio de sus operadores, como Stalin, Mao, Fidel Castro, Daniel Ortega, Hugo Chávez, Maduro y tantos otros enajenados mentales del abanico de sangre y destrucción.
Y lo sabemos, y nos lo dicen, pero pensamos tontamente que “se parecen en algo, pero no son lo mismo” y caemos como cayó Nicaragua, como cayó Cuba, como sigue cayendo Venezuela y ahora se filtra en México bajo el manto de una nueva mirada hiriente, como se pule en Chile lentamente hasta asfixiarlo y como se esparce en el Perú luego de la supuesta división de Castillo + Cerrón y Boluarte que operan entre sí y nadie se levanta a observar el patrón de su malvada estrategia que -dicen es lo mejor- acabará el 2026 mientras las izquierdas del odio reactivan sus bases subversivas en el VRAEM, en el Alto Huallaga y en varias universidades, mientras intentan salir a las calles para agitar el escenario político y generar víctimas, muertos que enarbolen como mártires, siendo personas usadas para morir, empujadas para caer en la trampa de las izquierdas del odio que reniegan del pueblo y lo mandan al sacrificio, sino, ¿Por qué nunca ha sido herido o ha fallecido en las violentas protestas algún dirigente del partido comunista o algún dirigente de los colectivos inventados para captar dinero de los más pobres y de las oenegés, a fin de salir a incendiar locales públicos y privados, asaltar aeropuertos y generar violencia? Porque los dirigentes comunistas bailan y beben mientras el pueblo muere.
Y encima de todo, hoy la izquierda del odio dice ser una opción de gobierno y se auto perciben intachables los corruptos caviares, se auto perciben héroes los traidores terroristas, se auto perciben honestos los ladrones que manipulan las informaciones desde los medios de comunicación, sí, esos, los inteligentes que en verdad son los ignorantes, los que se dicen ser amados, pero al final, son los que odian.
Sigamos batallando contra las izquierdas del odio, no bajemos la mirada, hay que señalarlos y golpearlos como merecen: con la verdad.