En un paradero del Metropolitano, aquella extraordinaria obra municipal que desde el gobierno de la procesada “líder” de la izquierda caviar Susana Villarán -acusada, investigada y esperamos, sentenciada por corrupción- se dejó de lado en su desarrollo y continuidad, expansión y servicios, para inducir que sus gestores hicieron “algo mal”, escucho a unos periodistas de un medio afín a esa izquierda del odio que dicen “los buses están viejos, los paraderos en hora punta repletos, es un asco el Metropolitano”.
¿Qué les sucede a esos muchachos y muchachas cuyas emanaciones corporales de olores incómodos a los demás les hacen decir eso? ¿Qué les han sembrado en sus mentes sus jefes, los periodistas que les ordenan atacar, denunciar sin pruebas, sembrar dudas y temores, inducir a sospechas del “sería que” “podría ser que” hay actos irregulares o aspectos técnicos no resueltos por corrupción, robos o lo que fuera como expresión de delitos?
El nuevo ADN de la izquierda que se dice haber estudiado, ser profesional y académica, no es el de mentes ilustradas en el conocimiento y la verdad, sino en el del resentimiento y el odio.
Si algo que era bueno, se maltrató para que deje de serlo, por manipulación y daño intencional del gobierno municipal de Lima en manos de las comunistas y sus socios, luego vino el caviaraje, que con Muñoz desmontó más esa estructura de servicio público en el transporte y solamente maquilló con globos y colores lo que estaba camino al caos, oscureciendo el presente. Si no fuera cierto lo que digo, se le recordaría bien, o más o menos regularón a Muñoz, pero nadie lo recuerda porque no hizo nada bueno y el no hacer nada, es hacer todo mal.
Adonde mires, hacia donde observes, cuando algo funciona en el sector público -casi un milagro, pero sí existen esas islas de eficiencia y probidad-, en toda instancia del Estado existe aprovechamiento, uso indebido de recursos, impunidad y daño. “Lo bueno debe desaparecer, hay que desmontarlo, que no funcione, que no se haga mantenimiento, que fracase y que en la mente de los ciudadanos se castigue acusando al que hizo la obra, no a los que la destruyeron”, ese es el pensamiento caviar, de izquierda resentida y acomplejada que sobrevive odiando, criticando con maldad, no con propuestas frente a cosas que se pueden resolver.
Hoy que gobierna otra izquierda pecetera, de alhajas mal habidas y sumisión al uso del dinero público en su beneficio, con un periodismo aliado que quiere más caos y anarquía porque ha aprendido a vivir de ese daño a los demás, no podemos ser contemplativos y “observadores”, sino agentes del rechazo y la solución por una mejor Democracia, por una mayor Libertad.