Las telenovelas aplicadas a la administración de gobierno, como una coartada de escenas que desvían la atención de los ciudadanos y sus familias, con relación al drama que se vive adelante y en especial, detrás de las cortinas del teatro del absurdo, traen consecuencias gravísimas que nadie parece estar dispuesto a impedir. No es sólo decirlo o gritrarlo, hay que parar el camino al suicidio de todo un país que nadie tiene en su agenda de amor constante. Lo lamento, perdónenme pero seguimos en rumbo indiferencia, entre el desgano y la frase que dice en todos lados y lugares: “que venga alguien, para que lo haga”. Es decir, ¿Necesitamos volver a creer que es nuestra Patria, que la llevamos en nuestras venas, en el corazón herido y el alma inconsciente, para que algún bondadoso o autopredestinado valiente asuma esa, nuestra responsabilidad?
No estamos viendo lo evidente: Nos encontramos sobre una mesa angosta de fierro sucio y oxidado, con el cuerpo expuesto y llagas que tienen el olor “pseudomoníaco aeruginoso”, que nos dice el destino fatal (crisis, PBI retrocediendo cada vez más, estancamiento de la producción, recesión, inestabilidad) si es que no implementamos una acción de amplio espectro, que cubra todos los gérmenes posible y permita, con un extraordinario soporte nutricional (liderazgos, mensajes, ideas, propuestas, acciones y decisiones) dar sentido a políticas públicas efectivas, de rápida implementación y de abierto impulso a las inversiones de todos los agentes privados sin excepción, porque de eso se trata. capital privado inyectándose para tener un cuerpo que responda, que se levante, que camine, que abra los ojos, que active sus iniciativas y desde este punto trascendental, hacer que lo público tenga recursos suficientes de movimiento y celeridad.
Pero hay algo que se llama el núcleo de la actividad: tenemos demasiado colesterol negativo, un exceso intolerable en la planilla pública que hace lento el andar, pesada la circulación, riesgoso el bombeo de sangre hacia el corazón de un cuerpo que no aguanta estar en cuidados intensivos más tiempo.
No se puede recuperar el Estado para que funcione, engordándolo con planilla o “comida” chatarra, hay que limpiar todas las venas y arterias, desatorar los intestinos, aliviar los riñones, purificar los pulmones, revitalizar los músculos operativos para andar, correr, saltar y resistir. Y todo eso, exige que pasemos de 1’500,000 empleados públicos a lo necesario, máximo 450 mil muy bien remunerados (suficiente).
Quien sigue cayendo, no puede continuar la caída o quedar flotando en una ficticia nube, dice hoy en Argentina el editorial de uno de los principales diarios. Eso se aplica perfectamente en el Perú del inmoral silencio político y del inaceptable silencio ciudadano.
Y es que no se gobierna con retoques, maquillaje de fin de semana o cambio de faldas y tacos más altos, se trata de gestión y liderazgo, que no existe, que no se produce automáticamente ni por contagio, así coloques dos ministros de buen perfil, en reemplazo de dos inútiles que les antecedieron.
Liderazgo, exigente reto. Gobierno, algo imposible si sigue esta novela del teatro del absurdo.